Monterrey

Rogelio Segovia: Las empresas que no sean conscientes… morirán

Tres conceptos clave: misión, visión y propósito.

Las compañías también mueren. Al escuchar esta frase, quizá viene a nuestra memoria alguna empresa familiar que terminó desapareciendo por una mala gestión de la segunda generación. O probablemente alguna empresa mediana que fue absorbida por su competencia. O en el mejor de los casos, nos recuerda a Kodak, Nokia o Blackberry, empresas a las que la obsolescencia las alcanzó.

Pero una empresa sin propósito definido, ¿puede desaparecer? Antes de intentar responder esta pregunta, convendría entender en qué consiste el propósito de una empresa. Para ello, es importante diferenciar tres conceptos clave: misión, visión y propósito. Vale la pena empezar por ahí para evitar confusiones.

La misión describe qué hace la empresa y hacia quién lo hace, es decir, la razón de ser. La visión es el estado soñado al que queremos llegar como empresa. Finalmente, el propósito, en términos generales, asienta por qué existe la empresa.

Simon Sinek, autor y conferencista, postula que el propósito representa la razón de ser de una persona u organización, y que es la base sobre la cual se deben tomar decisiones importantes. Su modelo se basa en la idea de que las personas y las organizaciones exitosas saben por qué hacen lo que hacen antes de abordar el cómo o el qué.

Entonces, podemos afirmar que el propósito es relevante porque define el rumbo de un negocio desde su inicio; brinda las bases de la misión y la visión, y finalmente, mantiene la inspiración viva en la empresa y comunica por qué una marca es relevante para la sociedad.

Pero seamos brutalmente prosaicos e incluso políticamente incorrectos. El propósito de una empresa en el mundo de los grandes negocios importa, porque así lo afirmó Larry Fink, el empresario, financiero y fundador de BlackRock, la empresa de gestión de inversiones más grande del mundo. Hace unos años, en su “carta a los accionistas” que publica anualmente, Fink destacó que lo que distingue a las empresas realmente grandes es tener un propósito claro. Y para justificar su afirmación, enfatizó que esto no se trata de política, ni de una agenda social o ideológica; es, básicamente, una cuestión de negocios.

Fink es enfático en este tema, y en múltiples ocasiones ha reafirmado su visión al afirmar que una compañía no puede alcanzar ingresos de largo plazo sin haber adoptado su propósito y sin considerar las necesidades de un amplio abanico de stakeholders.

Para Fink el propósito de una empresa es totalmente terrenal y menos místico: es el motor de la rentabilidad a largo plazo, ya que contribuye a apuntalar la productividad financiera a en favor de los accionistas. Una empresa, de acuerdo al financiero estadounidense, debe demostrar que contribuye positivamente a la sociedad.

¿Qué pasa, desde esta visión mercantil, con aquellas empresas sin propósito? Van a encontrar cada vez mayor escepticismo de parte de los mercados, y a su vez, con un mayor costo de capital. Y no solo eso, Fink lanza una no tan velada amenaza a aquellas empresas que no alineen el propósito de la organización con el de sus stakeholders: No cuenten con el dinero que administramos.

Y no es solo una amenaza de Larry Fink, es una realidad. En su carta del año 2020, reveló que BlackRock votó en contra o se abstuvo de votar respecto a 4,800 directores en 2,700 compañías a nivel mundial porque no lograron, de manera efectiva, alinear el propósito de la empresa con los intereses de sus stakeholders.

¿Por qué todo esto es relevante? Por muchas razones, pero resalto dos de ellas y una lacónica conclusión. Primero, es importante para la humanidad que las empresas vean más allá de sus intereses económicos y encuentren maneras de ayudar a la sociedad, solo asi podremos reducir las terribles brechas sociales que tenemos.

Y segundo, porque al propósito y conciencia social y humana en los negocios debemos quitarle ese aire místico, mágico, misterioso y verlo como lo que realmente es: el nuevo estándar para invertir en negocios y obtener mayor rentabilidad a largo plazo, beneficiando, al mismo tiempo, a nuestro entorno. Es hora de dejar atrás la muy famosa “teoría del accionista” de Milton Friedman, la cual sostiene que la única responsabilidad de las empresas es maximizar las ganancias para sus accionistas.

Que concluimos de todo esto: las empresas que no adopten estos estándares… Morirán.

Epílogo.— Las elecciones han concluido, y Claudia Sheinbaum Pardo es la ganadora presidencial por muy amplio margen. Aun sin la declaración oficial, es crucial enfocarnos en los retos que enfrentaremos como país en los próximos meses.

En lugar de discutir los resultados electorales, o los motivos detrás de estos, debemos trabajar juntos para resolver problemas críticos en seguridad, salud, educación, finanzas gubernamentales y energía.

Sheinbaum, con su política de continuidad, deberá tomar decisiones claves que moldearán el futuro de México. Nuestro deber es apoyar la democracia, alzar la voz cuando sea necesario y construir un mejor mañana para nuestro país.

No escatimemos la decisión que, en las urnas, tomó la mayoría de los ciudadanos del país.

El autor es Doctor en Filosofía, fundador de Human Leader, Socio-Director de Think Talent, y Profesor de Cátedra del ITESM.

Contacto: rogelio.segovia@thinktalent.mx

Advertising
Advertising