Monterrey

José Rodríguez: Planeemos y trabajemos en el futuro hídrico de NL

Desde los inicios de la humanidad, el agua ha sido identificada como uno de los elementos que nos sustentan y agrupan como sociedad, e inclusive, la ciencia misma la ha identificado como madre, dada su presencia generadora en los océanos primigenios que ostentaron como el caldo de cultivo que derramó la vida en el planeta.

Extrapolando el concepto del Nilo como artífice de vida en el Egipto antiguo, para el regiomontano engendrado de tribus nativas de los territorios del noreste mexicano, así como para el novohispanico oriundo de tierras europeas, el agua presente en las cuencas hídricas que aportaban al actual área metropolitana de Monterrey (AMM) fungieron como base para el desarrollo socioeconómico que caracterizó estas regiones al punto de ser identificadas estas fuentes con emblemáticos nombres religiosos como: Santa Lucía y Santa Catarina.

De aquella historia que remonta el desarrollo de esta ciudad tres veces fundada acorde a los registros poscolombinos, poco ha cambiado el hecho que sigue siendo el agua de las mismas cuencas hídricas aquella que continúa manteniendo el apabullante crecimiento poblacional, comercial e industrial del AMM.

Sin embargo, hay que agregar un importante diferenciador del agua que ha nutrido a nuestra sociedad y éste es la crisis climática, que le otorga características dinámicas de inequívoca tendencia entrópica al ciclo hídrico local, enmarcado dentro de la realidad explosiva que hemos producido en el planeta; diferenciador que obliga accionar con una visión amplia y sin límites para avizorar escenarios posiblemente poco predecibles para algunos y no deseados para la mayoría.

Lo anterior a colación de las lluvias que cayeron desde los cielos norestenses hace un par de semanas, y que continuarán haciéndolo durante estos días, pudiéndonos llevar a brindar y albriciar augurio de un futuro promisorio sin limitaciones en el suministro del recurso hídrico.

La realidad socio económica y las dinámicas del manejo hídrico dentro del AMM dista de la estabilidad que deseáramos se presentara puesto que las altas precipitaciones que se generan en periodos de tiempo tan cortos, como aquellos que tuvimos con la tormenta Alberto hace un par de semanas, en tan solo unas horas, atiborran de escenarios caóticos que, lejos de generar seguridad en el suministro del recurso hídrico, interrumpen la calidad y cantidad de agua requerida para distintas ubicaciones de nuestra poco entendida megalópolis.

En este sentido, a pesar de que nunca es mal deseada la caída del agua desde el cielo dados los múltiples beneficios que genera a los distintos sistemas que integran nuestras cuencas, es importante recalcar que no soluciona la integralidad con la que debe abordarse la temática de la administración y manejo del agua.

Tanto para el uso industrial, pasando por los usuarios comerciales, hasta llegar al consumidor doméstico, es imprescindible asegurar el suministro de agua no solamente en lo referente al flujo desde el punto de vista másico, sino también, debe priorizarse siempre la calidad del flujo hídrico.

Razón por la cual la prospección, financiamiento, desarrollo e implementación tecnológica en los usuarios en distintos niveles y tipos de consumo, así como de todos los órdenes de gobierno para llegar hasta los organismos operadores, no debe dejarse de asegurar impidiendo que las intenciones e inversiones que se han identificado y manifestado como necesarias caigan en saco roto llevado por estas aguas torrenciales que se han hecho presentes.

El caos y orden natural con que se rigen los ecosistemas debe ser encaminado de manera cuidadosa como la acequia que lleva agua al molino dotando de energía y de vida misma a quienes en algún momento identificaron esa necesidad de infraestructura y supieron llevarla hasta los hechos y, en ese mismo orden de ideas, la necesidad de un sistema de suministro y tratamiento de agua que de forma continua entregue la calidad y cantidad requerida debe llevarse a puerto antes que temprano.

La desalinización de agua de mar para potabilizarla basada en tecnologías de osmosis inversa, así como de suministro energético basado en energías renovables es el desafío que tenemos en frente como AMM pues es bien conocido que, para salir avante, la humanidad siempre se ha transformado en la medida que ha encontrado como llevar agua a su molino.

Por último, desde lo individual pasando a la esfera doméstica, comercial, de manufactura hasta llegar a la industrial de alto consumo, es imperativo exigirnos esfuerzos de cuidado y de manejo integral del recurso hídrico basado en la reintegración y manejo de agua y descargas de distintos niveles de tratamiento como efluentes valorizables aprovechables en proceso.

Con esto, no queda más que decir a modo de conclusión, agua pasada no mueve molinos, planeemos y trabajemos hoy en el futuro hídrico que deseamos donde el manejo integral del agua sea base de la sustentabilidad que desarrolle de manera plena y armoniosa nuestro entorno.

El autor es asesor del comité de Seguridad, Salud y Medio Ambiente de Index Nuevo León.

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