Monterrey

Jaime Lara: La restauración de la migración mexicana

De acuerdo con datos del Inegi, entre 2018 y 2023, cerca de 1.2 millones de personas han salido de un hogar con destino hacia el vecino del norte.

En los últimos años, hemos visto cómo la migración de personas de otras nacionalidades por nuestro país hacia los Estados Unidos se ha incrementado de forma exponencial. Esto ha opacado el hecho de que el flujo de la migración mexicana hacia los Estados Unidos también se ha incrementado sustancialmente.

De acuerdo a los datos publicados recientemente por el INEGI, a partir de la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica, entre 2018 y 2023, cerca de 1.2 millones de personas han salido de un hogar en México con destino hacia el vecino del norte. Esto representa un incremento del 60 por ciento con respecto a los cinco años inmediatos previos.

De acuerdo a los datos recabados por las autoridades norteamericanas sobre las detenciones de migrantes y las muertes en la frontera, esto ocurrió fundamentalmente en los últimos dos años.

Y los datos más recientes indican que este flujo relativamente alto continúa en los primeros meses de 2024. Con esto, parece haberse puesto fin a casi una década en la que la migración neta entre México y Estados Unidos era casi cero.

Entre 2008 y 2018, el número de personas que retornaban hacia nuestro país fue similar a los que emigraban, lo que había puesto pausa a casi tres décadas previas de un incesante flujo migratorio neto positivo desde nuestro país.

Varios factores pueden estar explicando este resurgimiento de la migración mexicana. El primero es que la economía norteamericana se ha recuperado de forma más rápida que la nuestra en el período posterior a la pandemia. El segundo es que las deportaciones de migrantes de larga estadía en el vecino país, que afectaba principalmente a mexicanos y se agudizaron desde principios del siglo, han disminuido drásticamente en el período de Joe Biden, lo que puede haber enviado una señal de mayor posibilidad de éxito para quienes estuvieran sopesando emprender la migración. Y el tercero, el incremento de migrantes de otros países que han saturado a las autoridades norteamericanas en la frontera norte, lo que podría reducir la probabilidad de captura para los migrantes mexicanos no documentados.

Haciendo un análisis rápido de los datos individuales de los migrantes en la Encuesta Nacional de Dinámica Demográfica, se pueden identificar algunos patrones similares a la migración que ocurría justo antes de 2008.

Casi la mitad de los migrantes provienen de entornos rurales y cerca del 80 por ciento son hombres. Además, los estados donde la emigración ocurre con mayor intensidad representan una combinación de los estados considerados de alta migración histórica, como Zacatecas, Michoacán, San Luis Potosí, Durango y Guanajuato, así como estados relativamente pobres al sur del país, como Oaxaca y Guerrero, con Chiapas teniendo un incremento importante y Veracruz e Hidalgo consolidándose como fuente de flujos migratorios.

La restauración de la migración mexicana planteará varios retos para la nueva administración federal. Si bien la migración puede representar importantes incrementos en el bienestar económico, particularmente para los propios migrantes, es deseable disminuir las formas de migración más riesgosas para la vida. Tan solo en 2022 cerca de mil migrantes murieron intentando cruzar la frontera.

La migración mexicana sigue siendo en una alta proporción no documentada, por lo que es parte esencial de esta estadística terrible, lo que implica una mayor urgencia de negociar algún tipo de acuerdo migratorio con los Estados Unidos en un entorno político desfavorable para este tipo de iniciativas en nuestro vecino del norte.

En el caso previsible de que no pudiera conseguirse algún tipo de acuerdo, y también como una medida que pudiera ofrecerse dentro de la negociación, las políticas de desarrollo regional deberían considerar por primera vez de forma relevante el componente del origen microregional del flujo migratorio.

El autor es economista y profesor investigador en la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey. Sus investigaciones abarcan la economía laboral y el desarrollo económico.

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