Monterrey

Pablo de la Peña: Los primeros retos para Kamala Harris

Hace unos días el presidente Joe Biden de los Estados Unidos anunció que se retira de la contienda para las elecciones presidenciales de noviembre 2024. Sin duda era decisión esperada y deseada por muchos en el partido Demócrata en los Estados Unidos, pero no por ello se aminoran las repercusiones tanto para el propio partido del presidente Biden como para el partido Republicano.

En el terrible primer debate presidencial a finales del mes de junio pasado, el presidente Biden se mostró titubeante, cansado, desenfocado y en ocasiones incoherente. Ese mismo día se prendieron las alarmas dentro del partido Demócrata sobre la posibilidad de buscar una nueva candidatura.

Sin duda tarea difícil sería convencer tanto a Biden como a su equipo de que después de ese debate las encuestas no le favorecerían. Según Reuters el nivel de aprobación del presidente Biden era de 37 por ciento a finales de junio y aunque se ha mantenido prácticamente en esos niveles desde hace un año, el atentado contra el expresidente Trump fue otro evento que vino acelerar la decisión esperada por los demócratas, de buscar otro u otra candidata que pueda hacer frente a la creciente aprobación de Trump rumbo a las elecciones de noviembre de este año.

Aunque no es la primera vez que un presidente en los Estados Unidos decide no buscar su reelección, tampoco es algo común. Menos de 10 presidentes de los 46 en la historia de ese país no han buscado una reelección, ya sea por decisión propia – como ahora es el caso de Biden – o porque no lograron la nominación de su partido. Dentro de los presidentes más reconocidos que pasaron por una situación similar está Lyndon B. Johnson, quien terminó la presidencia de John F. Kennedy, después fue electo por primera vez en 1964; pero para las elecciones de 1968 Johnson decidió no buscar su reelección.

Otro caso conocido es el del presidente Harry S. Truman, que de manera similar al de Johnson, terminó el mandato de Roosevelt quien iniciaba su tercer periodo en 1945, por lo que Truman estuvo en la presidencia prácticamente los 4 años que hubieran sido de Roosevelt; después Truman ganó las elecciones de 1948, pero para 1952 su popularidad no era lo suficientemente buena incluso dentro del partido Demócrata, por lo que decidió retirarse desde las elecciones primarias en su propio partido.

Bien, se retira Biden de la contienda, ¿ahora qué sigue? Creo que ha sido claro y contundente el apoyo que le ha dado Biden a su vicepresidenta Kamala Harris, para que sea ella quien lleve el liderazgo del partido hacia las próximas elecciones, como la candidata presidencial. La vicepresidenta Harris tiene que asegurar su candidatura en la Convención Nacional Demócrata que iniciará el 19 de agosto en Chicago.

Para esto, tendrá que asegurar tanto el liderazgo del partido como a sus donadores que ella es la candidata que puede ganarle a Trump, y yo diría que al menos pueda mantener un balance en las gobernaturas y en la Cámara de Representantes. Recordemos que en los Estados Unidos el principal fondeo de una campaña política proviene de donaciones privadas. Por lo que el reto dual de Harris es convencer, precisamente al liderazgo del partido para asegurar el apoyo de los delegados en la Convención Demócrata, así como a los grandes donadores para financiar su campaña.

Según datos de la página Federal Electoral Commission (www.fec.gov/) el partido Demócrata gastó más de $1,051 millones de dólares en la campaña del 2020 en que ganó Joe Biden, mientras que el partido Republicano gastó $789 millones de dólares.

Según la misma fuente, en la elección del 2016 entre Hillary Clinton y Trump, el partido Demócrata gastó $563.8 millones de dólares mientras que el partido Republicano gastó 333.1 millones de dólares.

En el 2016 Trump le ganó a Hilary aun cuando gastó menos dinero, pero en el 2020 Biden le ganó a Trump gastando casi el doble del monto del 2016. De acuerdo con datos de la misma página de la Federal Election Commission, la campaña de Biden había recaudado $215.2 millones de dólares al 31 de mayo de este año, mientras que la campaña de Trump a la misma fecha llevaba $195.7 millones de dólares.

Creo que puede ser posible que un “reset” en la campaña del partido Demócrata con una nueva fórmula podría ser capaz de acelerar e incrementar la recaudación de fondos, pero la pregunta es ¿cuánto dinero necesitaría Kamala Harris para ganarle a Trump, si Hillary Clinton no le ganó a pesar de que gastó 70 por ciento más que Trump? ¿Harris necesitará al menos mil millones de dólares?

Frente al contexto tradicional de amenazas, descalificaciones e insultos de Trump hacia México y América Latina en general, creo que una nueva candidatura en el partido Demócrata que pueda representar a las minorías, particularmente al electorado hispano en los Estados Unidos, serviría de palanca política para mejorar las probabilidades de ganar la presidencia. Ya veremos qué pasa en las siguientes semanas que sin duda serán interesantes.

Pablo de la Peña

Pablo de la Peña

Decano Asociado de Educación Continua de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno y director de la Escuela de Gobierno y Transformación Pública, profesor del Tec de Monterrey de Economía y de Gestión Pública Aplicada.

COLUMNAS ANTERIORES

Destaca NL en innovación en el sector de la construcción
Se expande Doña Tota de la mano de Oxxo

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.