Monterrey

María Fonseca: : Familias que aprenden

Un camino para construir sabiduría.

En la historia contemporánea del management podemos identificar diversas corrientes de pensamiento; independientemente del génesis y enfoque (liderazgo, calidad, excelencia, sostenibilidad, sistemas, etc.) existen pensadores que nos marcan e incluso transforman nuestras perspectivas hacia los negocios. Peter Drucker, Henry Mintzberg, Rosabeth M. Kanter, Peter Senge, son, sin duda, mis favoritos. En esta ocasión, quisiera aprovechar el espacio para compartir uno de los conceptos más evidentes que se manifiestan en las empresas familiares; me refiero a las organizaciones que aprenden, y que lo haya popularizado en su best seller “The Fifth Discipline”, Peter Senge.

Para Peter Senge, “… las organizaciones que aprenden son aquellas donde las personas amplían su capacidad para crear los resultados que desean, donde se fomentan patrones de pensamiento nuevos y expansivos, donde se libera la aspiración colectiva y donde las personas aprenden continuamente a ver el todo en su conjunto o de manera sistémica”. Por décadas, desarrollar a las organizaciones con esta filosofía generó avances importantes para reconocer que lo más importante o lo que hace la diferencia en las empresas, es el valor que aportamos como individuos a través de nuestros resultados. Y si bien es cierto que como seres humanos tenemos la capacidad de aprender, el contexto, las estructuras y los hábitos, son factores que condicionan el desarrollo de un compromiso colectivo por aprender de manera continua.

Hoy, más que nunca, este concepto de organización que aprende ha hecho todo el sentido cuando busco respuestas a preguntas como: ¿qué características se manifiestan en las empresas familiares que logran su continuidad?, ¿qué hacen diferente las familias responsables de legados multigeneracionales?, ¿qué distingue a un grupo de personas que sabe tomar decisiones en beneficio de un bien común y no de uno personal?, y podría continuar, pero la idea creo que se dibuja claramente con estos ejemplos. Se ha logrado cocrear un propósito de trascendencia, un propósito superior, eso a lo que la familia identifica como significado y sentido de pertenencia.

De acuerdo con el Modelo de Desarrollo de Competencias para el Florecimiento de la Familia Empresaria del IFEM, el florecimiento se define como un proceso evolutivo a través del cual se pueden conocer las necesidades y potenciar las capacidades como familia empresaria, y así avanzar hacia el logro de un propósito de trascendencia, asegurando la inclusión, la integridad y el florecimiento de cada miembro de la familia y su relación con los otros, y la sociedad. Es pasar de un desarrollo individual a un desarrollo colectivo, propiciando la creación de valor y un futuro más próspero. De nueva cuenta, las familias que se hacen cargo del desarrollo de todos sus miembros construyen mayores posibilidades de florecimiento.

A las familias que aprenden, como organización de aprendizaje, no les basta con sobrevivir, pues ello refiere que la manera de aprender es adaptativa, lo cual es necesario, pero no suficiente. Según Senge, para que la organización desarrolle el mindset de aprendizaje, el aprendizaje adaptativo debe ir acompañado del aprendizaje generativo, el cual mejora nuestra capacidad de crear. Desde la innovación de procesos que lleva a la eficiencia, hasta la creación de nuevas ideas que disrumpen el statu quo, se ven impulsadas en las organizaciones que aprenden. Reconocer la individualidad en los miembros de una familia que aprende es potenciar la capacidad de crear, pero su reconocimiento también implica respetar y aceptar que la forma y velocidad en el aprendizaje será distinta; por lo tanto, crear estructuras y procesos es fundamental para atender la posible diversidad en necesidades de cada miembro de la familia.

En la búsqueda de la innovación, como palanca de impulso a la continuidad y trascendencia de las familias empresarias, podemos entonces ver la convergencia de las cinco disciplinas que harán que una familia que aprende se distinga de una más tradicional: desarrollar un pensamiento sistémico, garantizar que cada integrante de la organización aprenda, identificar los modelos mentales que los caracterizan (el mindset de la familia), construir una visión compartida y crear un aprendizaje colectivo.

¿Qué se puede alcanzar? En definitiva, dos elementos fundamentales: la cohesión y la colaboración; en consecuencia, se construye confianza y respeto entre los miembros, se fortalece la comunicación al tiempo que se comparte un mismo lenguaje y entendimiento, pero, sobre todo, la capacidad de tomar decisiones de manera colectiva – requisito indispensable para la continuidad, se verá desarrollada.

La doctora Fonseca es directora del Instituto de Familias Empresarias (IFEM) para México y LATAM del Tecnológico de Monterrey.

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