Monterrey

José Romero: El futuro de la industria en México

Nearshoring y el Legado del TLCAN.

El contexto económico de México está en un momento crucial. Con la transición hacia la relocalización de industrias, conocida como nearshoring, y los esfuerzos por integrar sectores clave como el automotriz, semiconductores y dispositivos médicos, el país tiene la oportunidad de consolidarse como un actor estratégico en las cadenas de suministro globales.

Sin embargo, este avance debe ser considerado a la luz de las lecciones del pasado, específicamente el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y su impacto en la estructura económica mexicana.

El reciente diálogo entre México y Estados Unidos ha resaltado los logros económicos del país, incluyendo una baja tasa de desempleo, aumento en el salario mínimo y una recuperación postpandemia destacada en la creación de empleos formales sobre todo en entidades del norte del país como Nuevo León.

La estrategia de relocalización (nearshoring) busca atraer inversiones hacia sectores estratégicos como el automotriz, semiconductores y dispositivos médicos, alineados con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sucesor del TLCAN.

Este enfoque podría colocar a México en una posición clave dentro de las cadenas de suministro, aprovechando su proximidad geográfica a Estados Unidos y su creciente infraestructura, que incluye inversiones significativas en energías renovables y transporte. Sin embargo, estas iniciativas necesitan ser acompañadas por políticas que fortalezcan la innovación y el desarrollo tecnológico interno, algo que ha sido un reto histórico para el país.

A pesar de que el TLCAN, implementado en 1994, impulsó las exportaciones y atrajo importantes flujos de inversión extranjera directa, también trajo consigo limitaciones que frenaron el crecimiento de una base industrial nacional sólida. El tratado, al exigir trato igualitario para empresas extranjeras y nacionales, limitó la capacidad del gobierno mexicano para implementar políticas industriales activas, como subsidios o incentivos fiscales, que han sido clave en el éxito de economías como Corea del Sur y China.

Además, la eliminación de requisitos para que las empresas extranjeras se asociaran con compañías mexicanas redujo la transferencia de tecnología y conocimiento hacia el sector industrial nacional. Esto, combinado con las estrictas normas de propiedad intelectual del TLCAN, favoreció a las economías tecnológicamente más avanzadas, como Estados Unidos, impidiendo a México desarrollar sus propias capacidades innovadoras.

Un análisis a largo plazo del TLCAN revela que, aunque las exportaciones mexicanas aumentaron, el crecimiento económico general ha sido decepcionante. Entre 1994 y 2024, el PIB de México creció a un ritmo anual promedio de solo 1.76%, muy por debajo de las expectativas generadas por el tratado. Mientras tanto, el PIB per cápita ha mostrado un crecimiento modesto, insuficiente para mejorar significativamente el bienestar de la población.

El modelo de relocalización actual presenta una oportunidad única para que México rompa con las limitaciones históricas del TLCAN. No obstante, para evitar que esta estrategia se convierta simplemente en una extensión del modelo maquilador, es fundamental implementar políticas industriales activas. Estas políticas deben fomentar la creación de empresas nacionales capaces de competir en sectores de alto valor agregado y promover la transferencia de tecnología, un área en la que México ha quedado rezagado.

El futuro económico de México dependerá de su capacidad para integrar la innovación y la tecnología en su base industrial. El enfoque debe ir más allá de simplemente atraer inversiones extranjeras y centrarse en desarrollar capacidades internas que permitan al país generar y exportar su propia tecnología. Solo así podrá México aprovechar plenamente las oportunidades que ofrece la relocalización y superar el estancamiento económico que ha caracterizado las últimas décadas.

México se encuentra en un punto de inflexión. El éxito de las estrategias de relocalización dependerá de la capacidad del país para implementar políticas industriales activas que fomenten la innovación y reduzcan la dependencia de las multinacionales. Solo así podrá consolidarse como una potencia regional y mejorar el bienestar de su población, evitando los errores del pasado.

Nuevo León es uno de los estados que mejor ha aprovechado las oportunidades del nearshoring, sobre todo por su cercanía con Estados Unidos, su infraestructura, y cultura laboral, pero es necesario extender los beneficios a todo el país.

El autor es Doctor en Economía por la Universidad de Texas en Austin y Maestro en Economía por el CIDE. También es Profesor Emérito SIN y tiene más de 100 productos publicados entre artículos y capítulos de libro. Pertenece al SNII con el Nivel III.

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