Monterrey

Francisco J. Orozco: ¿Somos muchos en México?

El crecimiento poblacional en el país durante esos años estaba muy por encima del 2% anual.

Amigas y amigos lectores, en un mundo donde la sobrepoblación ha sido tema de conversación global durante décadas, surge la pregunta: ¿en México tenemos este problema? A menudo escuchamos sobre el agotamiento de los recursos naturales y la presión sobre la infraestructura social y económica, pero ¿realmente somos demasiados para lo que nuestro país puede sostener o estamos enfrentando un mal manejo de nuestros recursos?

Según los datos más recientes del INEGI, México tiene una población de más de 126 millones de personas. A pesar de que nuestro país sigue creciendo en términos de población, los recursos naturales y las oportunidades económicas parecen no seguir el mismo ritmo.

Esto nos lleva a cuestionarnos si el crecimiento poblacional es parte de la causa de muchos de los problemas que enfrentamos como nación, o si la falta de políticas públicas efectivas ha jugado un rol más significativo en esta ecuación. Perdón si me escucharé como villanos en la novela “Inferno” o como Thanos en “The Avengers”, pero la realidad es que cada vez somos más y los recursos cada vez son menos y es importante retomar este tema en la agenda pública.

“La familia pequeña vive mejor” era un eslogan que resonaba en todo el país en los setenta y ochenta, y que para algunos podría considerarse algo conservador en sus tiempos. Para los gobiernos de Carlos Salinas de Gortari y Ernesto Zedillo, el control de la natalidad y la planificación familiar eran parte integral de las políticas públicas.

El crecimiento poblacional en México durante esos años estaba muy por encima del 2% anual. Gracias a las políticas implementadas, como campañas de concientización masiva y educación sobre planificación familiar, este crecimiento se redujo al 1.2%, según datos del INEGI. Estas estrategias buscaban mitigar el impacto sobre los recursos y mejorar la calidad de vida.

Sin embargo, desde el cambio de siglo, el tema del control de natalidad ha perdido visibilidad en la agenda política. Si bien la tasa de crecimiento poblacional en México ha continuado disminuyendo en los últimos años, las campañas masivas se han reducido, y la percepción pública ha dejado de lado la importancia de mantener un equilibrio entre el crecimiento demográfico y los recursos disponibles. Este abandono ha ocurrido en un momento crucial, cuando México enfrenta retos económicos, sociales y medioambientales de gran escala.

¿Es la sobrepoblación un problema real? En el panorama internacional, se ha debatido mucho sobre si lo es o si el verdadero reto es la distribución ineficiente de los recursos. México no es ajeno a esta discusión. Si bien seguimos siendo una de las economías más grandes de América Latina, también estamos viendo cómo el crecimiento poblacional afecta la calidad de vida de las personas, particularmente en zonas urbanas. Ciudades como la Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara están experimentando una demanda insostenible de agua, energía y servicios públicos.

El impacto de la falta de políticas públicas en el control de la natalidad y la planificación familiar va más allá de la crisis de los recursos naturales. También afecta directamente la economía. Con más de 40 millones de personas en pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), el país enfrenta una creciente demanda de programas de asistencia social. Esto ejerce presión sobre el gasto público, desviando recursos que podrían ser utilizados en educación, infraestructura y salud.

Es fundamental aclarar que todo el debate anterior es solo un elemento en una problemática mucho más amplia. La falta de crecimiento económico en México no puede reducirse únicamente a la cantidad de personas que lo habitan. Existen múltiples factores, desde la falta de inversión en educación y salud, la desigualdad, hasta las condiciones laborales y la falta de infraestructura adecuada. Estos problemas estructurales se interrelacionan y configuran un panorama económico que va mucho más allá del tamaño de la población.

Al final, la planificación familiar y el control de la natalidad no son la solución definitiva, pero sí una herramienta fundamental en la construcción de un México más equitativo y sostenible.

El verdadero reto está en combinar estas políticas con una gestión eficiente de los recursos y un compromiso renovado por parte de nuestros líderes para enfrentar las profundas desigualdades que persisten en nuestra sociedad. Porque si no tomamos medidas ahora, la pregunta no será si somos demasiados, sino si estamos preparados para enfrentar el futuro con las herramientas adecuadas para garantizar una vida digna para todos los mexicanos, hoy y mañana.

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