Publicado ya el informe de las finanzas públicas al mes de Septiembre, último mes del sexenio de López Obrador, las marcas distintivas son, primero, como ya lo había adelantado en notas pasadas, la colocación de deuda pública (en tan solo nueve meses) es superior al tope autorizado por el Congreso (para TODO el año) y segundo, un monumental déficit primario del Gobierno Federal de más de $703 mil millones de pesos. (Resultado de restarle a los ingresos totales el gasto total, pero sin incluir intereses).
Para darnos una idea del descomunal aumento en el déficit primario del Gobierno Federal, baste señalar que al mes de septiembre del año pasado, el resultado mostraba un superávit primario de $91.2 miles de millones de pesos, mientras que para este año, el déficit alcanza los $703.3 miles de millones de pesos, lo que representa un deterioro en este indicador del orden de los $794.5 miles de millones de pesos.
Este indicador nos permite apreciar en su plena dimensión, el desaseo y el nulo control en el ejercicio del gasto, el cual fue el sello de la casa en este sexenio, y especialmente en el llamado “Año de Hidalgo”, (último de cada sexenio), en el que por lo regular se llevan su “Afore” muchos beneficiarios que ya no gozarán de las prebendas del gasto público, pero vaya que en esta ocasión se sirvieron con pala, no con cuchara, y todavía pregonan que ya se acabó la “corrupción”.
Si bien sabemos que a las obras insignia de este sexenio, como el tren maya y la refinería de dos bocas se les dio su último sprint para ver si se alcanzaban a terminar, (no obstante ya se habían inaugurado varias veces) el gasto en esas dos obras insignia creció del orden del 60% al mes de septiembre, mientras que el ejército y la marina también le dieron el último rasguño al presupuesto, con aumentos en su gasto de 66% y de 62% respectivamente, pero la tajada marca caguama corrió por cuenta de la partida de “Entidades no sectorizables” (cualquier cosa que esto signifique) la cual creció en un inaudito 309%!!!! pasando de $29 a $125 mil millones de pesos de gasto acumulado al mes de septiembre.
Y ya entrados en gasto, hasta la “austera” oficina de la presidencia aumentó su presupuesto en los primeros nueve meses del año en un 14% real, cerrando con broche de oro el mes de septiembre, con un aumento de 83%!!!!!
Es que como ya no hay pensión para expresidentes, lo más probable es que le calcularon el valor presente de lo que podría haber recibido, y se lo dieron en una sola exhibición, para no andar regateando pensión, como los Ministros de la Corte.
Ah, pero qué bueno que ya NO HAY CORRRUPCIÓN!!
Estos gastos en exceso, incluyendo las posibles pensiones y aguinaldos anticipados, contribuyeron a empujar el gasto programable del Gobierno Federal a crecer en un abultado 12.4% real para el periodo enero a septiembre de este año, cuando los ingresos presupuestales no crecen ni en un uno por ciento en términos reales, esto porque el ingreso petrolero del Gobierno Federal en este lapso, cayó en un estrepitoso 60% en términos reales, a pesar del mayor precio del petróleo.
Todos sabemos que cuando nuestro ingreso no aumenta, lo sensato y responsable es NO GASTAR MÁS, ya que la única manera de sufragarlo es pidiendo MÁS DEUDA, y pone en evidencia la irresponsabilidad del manejo hacendario.
Bueno, pues precisamente eso es lo que pasó en la hacienda pública en los primeros nueve meses del año y últimos del sexenio de López, financiar con deuda los excesos del año de Hidalgo, por lo que la deuda bruta presupuestal cerró en $17,742.3 miles de millones de pesos, cuando al inicio del año era de $15,087.5 miles de millones de pesos, es decir, en tan solo nueve meses, la deuda pública federal aumentó en $2 Billones 654.8 miles de millones de pesos!!! Rebasando en tan solo nueve meses el total de la deuda autorizada para el año, por el Congreso de la Unión.
Y como aún faltan tres meses para el cierre del año, lo más probable es que la deuda bruta aumente aún más, y rebase los 3 Billones de pesos para este año, equivalentes a NUEVE PORCIENTO como proporción del PIB.
Seguir con la cantaleta de comparar la deuda pública (rasurada y mal calculada) como proporción del PIB, porque erróneamente así lo hacen los organismos financieros internacionales, es engañabobos, porque el PIB no es propiedad de los Gobiernos, y lo correcto es comprar las obligaciones de pago de los gobiernos (no solo las deudas financieras) como proporción de sus ingresos propios de libre disposición, para analizar de manera correcta la salud financiera de los gobiernos, y no solo de los gobiernos federales, como se hace aquí.
Qué difícil es defender lo indefendible y tener que hacer maroma y media para pretender vender la falacia de que las finanzas públicas están “sólidas” porque pensamos que aún tenemos saldo disponible en la tarjeta de crédito, aunque tengamos que pedir prestado para pagar los intereses.