Ser parte de una familia empresaria puede generar envidia. Y es que, tener un negocio rentable, un matrimonio estable, unidad familiar y éxito profesional, despierta en algunos esta emoción tóxica. Obviamente, los envidiosos no se ponen a pensar en las horas de trabajo y los sacrificios que la persona envidiada ha realizado. Lo único que piensan es: “Yo debería tenerlo”.
Envidiar es desear lo que alguien más tiene, e incluso hacer todo lo posible, en términos de comportamientos y acciones, para que lo pierda. Como la envidia es algo socialmente mal visto, quien la experimenta trata de ocultarla y hasta de justificarla de manera racional —los envidiosos tienden a tergiversar las cosas para que sean injustas o para que la persona envidiada no las merezca (se hacen coco-wash).
La ciencia ha revelado que la envidia está estrechamente ligada con la frustración—por no ser, por no tener, por no lograr. Como decía el filósofo alemán Arthur Schopenhauer: «La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren». Los envidiosos suelen ser personas con baja autoestima que critican a quien destaca (tratando de evitar que los demás acepten o elogien a esa persona) y buscan su descrédito y aislamiento —para ello, suman a otras personas en su boicot.
Cuando la envidia es MAYÚSCULA, nos enfrentamos al Síndrome de Procusto. El Síndrome de Procusto tiene su origen en un personaje mitológico griego y aunque no es un trastorno clínico registrado, sí constituye una tendencia psicológica constatada por diversos estudios. Las personas que padecen el Síndrome de Procusto boicotean intencionalmente y eclipsan a la persona que sobresale, llegando a menospreciarla abiertamente y a mantener actitudes de discriminación o acoso hacia ella. Si no se trata de una persona allegada, tenderán a aislarla, abandonarla o disminuir su autoestima —para que sus aptitudes también se vean afectadas.
Algunas señales reveladoras que nos permiten identificar a los envidiosos son:
1) Sarcasmo & Hostilidad: Usan el doble sentido para esconder su mensaje discriminatorio, minimizador u hostil. Los envidiosos buscan arrebatar la gloria que, a su parecer, la persona envidiada no merece. Por esta razón, tenderán a mencionar, sutilmente o incluso con humor ácido, algo que minimice sus logros o atributos. Además, se alegrarán de sus fracasos o tropiezos —e incluso los causarán.
2) Protagonismo & Narcisismo: Se meten en conversaciones ajenas y sus aportaciones pretenden arruinar el momento o cambiar el rumbo de la conversación —comienzan a hablar sobre sí mismos para atraer la atención. Ansían tener los reflectores, las miradas y los aplausos; buscan siempre ser más y ganar frente a lo que el otro tiene o cuenta.
3) Entrometidos e Hipócritas: Buscan conocer la intimidad y asuntos personales de aquellos a quienes envidian —inclusive ¡escuchando detrás de las paredes! La intención: usar esa información en su contra. El envidioso puede, en ocasiones, utilizar palabras amables para ocultar su propósito; puede mal aconsejar con la intención de dañar, pero diciendo que quiere ayudar.
4) Difamación & Calumnias: Hablar mal de alguien a sus espaldas es una manera fácil de menoscabar su imagen pública. Los envidiosos recurren a los rumores para desacreditar al envidiado y crear una atmósfera de duda y desconfianza. Suelen “voltear” a otra gente en su contra. Frases como “No es para tanto”; “¿De veras crees que es tan bueno?”; “Se están aprovechando de nosotros”; “Somos tontos por dejarlos” son comunes.
¿Cómo lidiar con los Envidiosos? He aquí algunos tips:
- Recuérdate lo valioso y capaz que eres. Si empiezas a sentirte menos, ¡cuidado! Esto es lo que el envidioso quiere (su objetivo). Reconoce esa sensación y bloquéala. Evita dar crédito a sus opiniones malintencionadas; no dejes que te influyan.
- Pon límites cuando sea necesario. No dejes que sus insultos persistan. En otras ocasiones, sonríe, asiente y demuestra que sus palabras no te afectan. Ignora comentarios sarcásticos.
- No te enganches; tu labor no es convencer a nadie. No te disculpes ni des explicaciones por quién eres, por lo que tienes o por lo que haces. Conforme más hablas y te justificas, más información (laboral, personal) le das al envidioso para que la use en tu contra.
- Protege tu energía. Estar con gente envidiosa desgasta emocional y físicamente. Aléjate de estas personas.
En resumen: «La envidia es el arte de contar las bendiciones de otros en lugar de las propias». Así que, cuidado, porque… ¡Caras vemos, corazones no sabemos!
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