La palabra emprender se deriva del emprendedor o “entrepreneur”, un término acuñado en Francia en el siglo XIX y significaba pionero, sin embargo, se dice que servía para nombrar a las personas que se dedicaban a la construcción, por lo que emprender sería el construir o llevar a cabo una obra. En el análisis que nos compete en el mundo financiero, diríamos que es el crear un negocio. Y esta última frase, suena bonita, impactante y hasta elegante; pero quienes hemos emprendido, sabemos que el “crear un negocio” es un proceso sumamente retador.
Es retador porque lleva implícito una serie de actividades, desde el estar pendiente de las alertas emprendedoras, que para Scott & Venkataraman (2000), son esas corazonadas que nos hacen identificar oportunidades de negocio. Cuántos de nosotros no hemos pensado en algún momento de nuestra vida: “esto podría ser una buena idea de negocio”. El punto aquí es dar el salto, desde identificar una oportunidad de negocio hasta explotar dicha oportunidad, o en otras palabras, pasar de la idea a la acción emprendedora.
Sabemos que no es fácil, pero tampoco es tan difícil como lo pintan. En este artículo quiero hacer referencia a la lógica efectual, que se deriva de la teoría de efectuación, propuesta por Saras Sarasvathy (2008), y que viene a desplazar a la lógica causal y, en otras palabras, a desmitificar el proceso de emprender, en donde para realizarlo empezabas con una idea e ibas trabajando en conseguir los recursos para llevarla a cabo.
Sin embargo, considerando algunas pautas que nos da la Dra. Sarasvathy, deberíamos empezar por lo básico. Así, para emprender, deberás hacer primero un inventario de las cosas que tienes, y no necesariamente se refiere a los recursos económicos, sino a tus recursos personales: ¿quién eres?, ¿qué te gusta hacer?, ¿qué estudiaste?, ¿cuál es tu experiencia?; tus recursos sociales: ¿a quién conoces?, ¿tus amigos a quién conocen?; tus recursos materiales: ¿de qué dispones?, ¿con qué cuentas al momento? Este pequeño proceso, nos lleva a hacer una introspección y darnos cuenta que sí tenemos muchos más recursos de los que imaginábamos.
El siguiente paso es tratar de minimizar el riesgo: todo emprendimiento supone un riesgo, que podría definirse como el riesgo de perder dinero, tiempo, recursos, etc. Para ello, Sarasvasthi nos recomienda hacer “bootstrapping”, sugiriendo: “no compres si puedes alquilarlo, no alquiles si puedes pedirlo prestado y no pidas prestado si podrías conseguirlo gratis”; es decir, que empieces sin hacer grandes inversiones de dinero, empieza poco a poco, con los recursos que dispones y ya cuando despegue tu negocio podrás hacer muchas más inversiones.
Otro de los mitos es el de no comentar con nadie tu idea de negocio, pues hay muchas personas que estarán atentos a copiarla. Esto es algo particularmente cultural, muchas veces nos gana la desconfianza, el temor a perder. Sin embargo, nadie puede quitarte algo que aún no existe, es por eso, que la recomendación es más bien pedir ayuda, comentar, hablar, conversar para recibir retroalimentación de las personas cercanas (o no) para poder hacer prosperar tu idea o, incluso, quién sabe si podrías conseguir socios que aporten a concretar tu negocio.
Asimismo, la lógica causal nos ha señalado durante años que es mejor prever lo que podría pasar, y ha llevado a que realicemos una serie de planes a futuro, considerando lo que ya se vivió en el pasado. No obstante, qué hacer en situaciones extremas como la pandemia del COVID -19, de lo que no teníamos referencia en los tiempos modernos y que nos vino a cambiar el panorama para lo que ninguna empresa, ni grande, peor aún pequeña, estuvo preparada para afrontarla. Es por ello que la autora, señala que vayamos tomando decisiones con lo que tenemos, con lo que nos llega. “Si del cielo te caen limones, haz limonada”. Esto es algo que hizo que muchos negocios se mantuvieran a flote o, incluso, crecieran frente a las adversidades como la mencionada.
Y el último principio de la teoría efectual señala que no hay ruta segura y que, tal como los pilotos de avión conocen la ruta, observan condiciones climáticas favorables antes de despegar y aun así se encuentran con turbulencia en el trayecto, lo mismo pasa con los emprendedores, por lo que la autora llama a tomar decisiones sobre la marcha, a no evitar los conflictos, sino a afrontarlos.
En resumen, la lógica efectual nos acerca un poco más a la acción de emprender, nos lleva a evaluar nuestros recursos ¡y a empezar AHORA! A evitar las excusas y ponernos en marcha, porque no hay nada más bonito que poder cumplir tus sueños, con lo que tienes.
La autora es profesora investigadora de la Escuela de Negocios de la Universidad de Monterrey (UDEM) y miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I. Se especializa en el estudio del contexto del emprendimiento, emprendimiento femenino y emprendimiento social.