Escribo nuevamente sobre la reducción de la jornada en México porque en mi opinión será la reforma laboral más importante de este sexenio, ya que impactará indudablemente a los sectores productivos y los negocios, pero tambien a los trabajadores en general.
Sabemos todos que la reducción de la jornada máxima de 48 a 40 horas es una deuda histórica que tiene nuestro país con los trabajadores, puesto que dicha reforma sí traería un equilibrio adecuado entre la vida laboral, personal y familiar de los trabajadores y la reducción del estrés, mejorando su satisfacción y bienestar y, desde luego, su salud física y mental.
Además, la reducción de las jornadas es una tendencia global a la que ya han transitado varios países como los latinoamericanos Colombia, Ecuador y Chile e incluso España en el que actualmente están discutiendo una reducción de 40 a 37.5 horas semanales.
La reforma va porque la Presidenta Claudia Sheinbaum la tiene en su programa de gobierno y el Congreso de la Unión la está apoyando, aunque ambas autoridades ya tienen claro que deberá ser gradual, lo cual es un buen avance, porque en las anteriores iniciativas no lo habían considerado así.
Está claro que una mala reforma sí traería efectos económicos adversos que pudieran ser devastadores no solo para las empresas sino también para los propios trabajadores, porque aumentarían los costos de producción; la inflación; tal vez los despidos, al tener que redefinir o rediseñar las distintas jornadas o por los efectos de la misma inflación; la falta de gente en distintos ámbitos para cubrir los tiempos que faltarían, sobre todo en el norte del país, y la reducción o la falta del tiempo extraordinario que muchas personas buscan y aprecian para aumentar sus ingresos, entre otras situaciones.
Algo que he sostenido en distintos foros sobre este tema es que no debiéramos plantear una reforma con la simplicidad de solo otorgar obligatoriamente 2 de descanso por 5 de trabajo, porque eso no resolvería las “camisas de fuerza” que actualmente tenemos en nuestra legislación, que afectan notablemente a la competitividad y productividad de las empresas.
Como lo dije en mi participación anterior, precisamente en este medio; SI VAMOS A REDUCIR LAS JORNADAS, HAGÁMOSLO BIEN, porque este país no sólo lo necesita para promover el bienestar de los trabajadores y su familia sino también porque requerimos otros cambios que le den a las empresas la flexibilidad que requieren para ser altamente competitivas y productivas, sin que esto implique, claro, menoscabar los derechos de los trabajadores o afectar su protección social.
Luego entonces, reitero que tendríamos que buscar SÍ o SÍ al menos lo siguiente, aclarando que modifiqué algunas de mis propuestas anteriores, al considerarlas más viables en la actualidad.
1. Si bien todo indica que la reducción sería proporcional para cada uno de los turnos diurno, mixto y nocturno, considerando los máximos actuales, para quedar en 40, 37.5 y 35 horas semanales, respectivamente; es muy importante establecer que los tiempos de descanso no deberán considerarse como parte de la jornada, así sean de media hora, ya que los trabajadores no deberían estar a la disposición del patrón durante los mismos, pues de esa manera las empresas que requieran operación continua, es decir, 24/7, podrían establecer exactamente los tres turnos durante las 24 horas del día durante los 5 días laborales sin traslapes u horas no utilizadas o productivas.
2. Prever expresamente la posibilidad de distribuir la jornada máxima de 40 horas en menos días de la semana, pero con más claridad y con un límite diario de horas de trabajo, ya sean ordinarias o extraordinarias.
3. Fijar también un número máximo semanal total de horas ordinarias y extraordinarias, sean dobles o triples, y horas en días de descanso, que pudieran laborar los trabajadores, para evitar interpretaciones.
4. Que las partes pudieran efectuar compensaciones de tiempo por tiempo, siempre y cuando las horas que se compensen no excedan al límite semanal total establecido para las horas totales laboradas en una semana, sean ordinarias, extraordinarias o de los días de descanso. De hecho, este concepto ya lo prevé el artículo 132 fracción X de la Ley Federal del Trabajo (LFT), aunque sobre las faltas de los trabajadores para desempeñar una comisión accidental o permanente de su sindicato o del Estado.
5. Acabar de una vez por todas con las distintas interpretaciones en materia de tiempo extra, definiendo el límite diario y semanal de horas extras que estarían obligados a laborar los trabajadores en una semana y el número de horas extraordinarias o de días de descanso que pudieran laborar voluntariamente sin que esto implique delito alguno al darse esta última condición y, obviamente, el pago que prevé la LFT.
6. Que establezcamos la obligación de pagar los sueldos por hora laborada y no por día para la gente operativa o que realiza trabajos materiales, como ya sucede en muchos países y calculemos, desde luego, las prestaciones también conforme a las horas laboradas o laborables y no a los días trabajados, pues con la reforma tendríamos muchas jornadas diversas e incluso menores a las máximas tanto en días como en horas o incluso con distintas distribuciones horarias.
Ya no podemos pensar o creer que en la actualidad, ya con muchas jornadas distintas o reducidas, toda la gente trabajará 5 días para descansar 2.
7. Que el cómputo del sueldo de los 2 días de descanso fuera en base a una proporción o porcentaje establecido en la LFT sobre las horas trabajadas, es decir, a través de una prima que sería ahora del 40%, que resulta de dividir los 2 días de descanso entre los 5 de trabajo, para simplificar el cálculo para el pago de este derecho, considerando la diversidad de jornadas en días y horas laborados que tendremos en el futuro. De hecho, el artículo 258 de la LFT ya lo prevé así para los trabajadores de los autotransportes.
8. Establecer las anteriores limitaciones o protecciones en favor de los trabajadores, independientemente de que tengan dos o más empleos.
Es fundamental que busquemos que el sector patronal, a través de las cámaras, asociaciones y organizaciones que lo representan, impulse una reforma integral que brinde bienestar y protección a los trabajadores, pero también que nos haga atractivos como país para que llegue más inversión nacional e extranjera, porque eso generará un circulo virtuoso que beneficiará a todos los sectores y a la sociedad en general.
El autor es Asesor laboral de INDEX NUEVO LEÓN.
Contacto: adiaz@bufeteamadodiaz.com