La promesa de detener la migración ilegal en la frontera sur de Estados Unidos fue el estandarte de campaña y será un punto central de la nueva administración del presidente electo, Donald Trump. En su discurso de victoria el 6 de noviembre, declaró: “nada me impedirá cumplir mi palabra”.
El presidente electo está listo para ejercer todo su poder con el fin de cumplir esta promesa. Esto incluye lo que él denomina ‘la operación de deportación doméstica más grande en la historia de Estados Unidos’, dirigida a los 11 millones de inmigrantes indocumentados que, según el Pew Research Center, residen actualmente en el país.
Asimismo, ha propuesto reforzar la seguridad en la frontera mediante el uso de las fuerzas armadas y la incorporación de 10,000 agentes fronterizos adicionales, lo cual representaría un incremento del 50% en el tamaño actual.
Además de estas medidas, Trump ha amenazado al gobierno de México con “imponer un arancel del 25% a todo lo que envíen a los Estados Unidos” y con renegociar el tratado de libre comercio si no se toman acciones para frenar el flujo de inmigrantes.
Esta amenaza no es menor, considerando que el 83% de las exportaciones mexicanas se dirigen a Estados Unidos, lo que equivale a un tercio del PIB nacional.
Un cambio en las relaciones comerciales podría generar un impacto profundo en la inversión extranjera directa, la cual ha experimentado un crecimiento significativo impulsado por el fenómeno del nearshoring, particularmente en la región noreste del país.
Trump ha regresado oficialmente y, junto a él, el exdirector de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), Tom Hofman, quien se integrará a su segunda administración para supervisar el control fronterizo, con un estilo de trabajo despiadado que lo precede.
UNA OPORTUNIDAD PARA NUEVO LEÓN
Gracias a su cercanía con la frontera y a su economía en constante expansión, Nuevo León se ha consolidado como un destino atractivo para migrantes en busca de asilo y mejores condiciones de vida.
Según datos de la Coparmex, entre 2019 y 2024, los flujos de trabajadores migrantes en el estado aumentaron un 109%. Ante las políticas migratorias más estrictas promovidas por Donald Trump, es probable que esta tendencia se intensifique en los próximos años.
Este fenómeno plantea importantes desafíos, pero también abre oportunidades significativas para la región, especialmente en el contexto del nearshoring y la creciente demanda de mano de obra.
A pesar de las contribuciones potenciales de los migrantes, muchos llegan en condiciones de extrema vulnerabilidad. Si no se les facilita su integración y acceso al mercado laboral, podrían estar en mayor riesgo de caer en actividades delictivas o ser víctimas del crimen organizado.
Por otro lado, Nuevo León enfrenta un déficit de mano de obra tan crítico que los empresarios lo consideran uno de los principales obstáculos para el crecimiento económico derivado del nearshoring en la región.
El estudio Expectativas Económicas de la Manufactura de Caintra señala que el 44% de las empresas enfrenta dificultades operativas debido a la escasez de personal. Aunque el estado ha generado un número significativo de empleos, persiste la necesidad de cubrir esta demanda con talento adecuado.
Esta situación presenta un dilema: por un lado, un riesgo latente en materia de seguridad; por otro, la oportunidad de convertir a los migrantes en un motor para la economía local y un atractivo adicional para la inversión.
La inserción de migrantes en el mercado laboral, sin embargo, no está exenta de retos.
La Organización Internacional para las Migraciones (IOM, por sus siglas en inglés), resalta que una de las principales barreras viene siendo el “desconocimiento generalizado de los documentos necesarios para regular su estancia de las personas migrantes” lo que dificulta su incorporación al empleo formal y contribuye a que muchas personas migrantes enfrenten un proceso de regularización complejo y poco accesible.
Estas barreras no solo las empujan hacia la irregularidad migratoria, sino que también facilitan su inserción en sectores informales del mercado laboral, donde están más expuestos a condiciones precarias y a violaciones de sus derechos humanos y laborales.
Es fundamental establecer políticas públicas claras y accesibles que permitan la regularización migratoria de forma ágil y transparente. Estas medidas no solo fomentarían la formalización del empleo, sino que también contribuirían a fortalecer la estabilidad social y económica.
Por otra parte, se presenta el desafío de garantizar que los migrantes desarrollen las habilidades y competencias necesarias para integrarse de manera productiva en la fuerza laboral.
Esto requiere esfuerzos coordinados entre el gobierno, la iniciativa privada y las organizaciones de la sociedad civil para crear programas de capacitación y certificación laboral que respondan a las necesidades del mercado.
Iniciativas de este tipo no solo mejorarían la empleabilidad de los migrantes, sino que también contribuirían a cerrar la brecha de habilidades que afecta a muchas industrias en Nuevo León.
El reto para Nuevo León radica en convertir los desafíos migratorios en un motor económico que potencie su posición estratégica en el contexto del nearshoring. La integración efectiva de los migrantes en el mercado laboral no solo ayudaría a cubrir el déficit de talento que enfrenta la región, sino que también fortalecería su atractivo como destino clave para la inversión extranjera.
Con políticas inclusivas y programas de capacitación alineados a las necesidades industriales, el estado tiene la oportunidad de consolidarse como un modelo de desarrollo económico resiliente y socialmente responsable, demostrando que la migración puede ser un catalizador de crecimiento y competitividad en México.
El autor es economista por el Tecnológico de Monterrey y consultor de transformación de negocios en Galera.
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