El informe más reciente sobre Estabilidad Financiera del Banco de México anticipa un panorama complejo para el crédito al consumo en 2025, marcado por un contexto económico de menor crecimiento y factores externos que podrían alterar el equilibrio actual. Mientras tanto, la inminente decisión de política monetaria, que apunta a un recorte en las tasas de interés, se perfila como un elemento clave para afrontar este escenario.
Diagnóstico Actual del Crédito al Consumo
En 2024, el crédito al consumo mantuvo una relativa estabilidad, con una morosidad controlada y crecimiento en áreas como préstamos personales y financiamiento automotriz. Sin embargo, otros segmentos comenzaron a mostrar signos de desaceleración. Por ejemplo, los créditos de nómina y el uso de tarjetas de crédito perdieron impulso, revelando posibles vulnerabilidades en estas áreas.
El indicador de morosidad ajustado (IMORA) al cierre de septiembre de 2024 evidencia diferencias significativas entre los diversos segmentos:
- Consumo Total: 10.62%
- Tarjetas de crédito: 13.03%
- Préstamos personales: 12.57%
- Créditos de nómina: 10.82%
- Financiamiento automotriz: 2.43%
Las tarjetas de crédito destacan por su elevada morosidad, situándose como el rubro más frágil. Este comportamiento podría empeorar si el ingreso disponible de las familias disminuye en un entorno de menor dinamismo económico. En contraste, el crédito automotriz muestra una fortaleza notable, con un IMORA significativamente menor, sostenido por una demanda estable en el mercado de vehículos.
Recortes de Tasas de Interés: Un Respiro Necesario
La reunión de política monetaria programada para la próxima semana indica que Banco de México mantendría el ciclo de reducción en las tasas de interés, con perspectivas de que continúe durante 2025.
Este ajuste, orientado a estimular la actividad económica, podría beneficiar el acceso al crédito y reducir el costo del financiamiento, especialmente en segmentos sensibles como tarjetas de crédito y préstamos personales.
Aunque una política monetaria más flexible ofrece oportunidades, su efectividad estará condicionada por la capacidad de las instituciones financieras y los consumidores para adaptarse. Por ejemplo, los créditos de nómina, tradicionalmente considerados confiables, podrían beneficiarse de menores costos de financiamiento, siempre que el mercado laboral no pierda dinamismo.
En el caso del crédito automotriz, este segmento podría seguir mostrando un desempeño sólido. La necesidad de movilidad personal, junto con menores tasas de interés, podría mantener estable la demanda, siempre y cuando las condiciones económicas no se deterioren significativamente.
Factores Externos: La Presidencia de Trump
Un elemento que agrega incertidumbre es la reciente elección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos. Políticas comerciales más estrictas o posibles restricciones a las remesas podrían impactar el poder adquisitivo de las familias mexicanas.
Este efecto sería especialmente adverso para segmentos vulnerables, como las tarjetas de crédito, aumentando las dificultades para cumplir con los pagos.
Perspectivas para 2025
El crédito al consumo se mantendrá como un termómetro de la estabilidad financiera en los meses venideros. Aunque existen segmentos resilientes, como el crédito automotriz, las tarjetas de crédito seguirán representando un reto importante. La reducción de las tasas de interés podría aliviar algunas presiones, pero su éxito dependerá de cómo evolucione la economía y de la capacidad de adaptación de los distintos actores del sistema.
En este contexto, el próximo se perfila como un año de ajustes, en el que la cooperación ante la revisión del TMEC será esencial para evitar que las tensiones actuales se conviertan en problemas estructurales. El crédito al consumo, como puente hacia la estabilidad económica, deberá enfrentar estas presiones con estrategias prudentes y resilientes para garantizar su sostenibilidad en un entorno incierto.
En resumen, 2025 será un año que pondrá a prueba la capacidad de adaptación tanto de las instituciones financieras como de los consumidores. Las estrategias prudentes, combinadas con un manejo efectivo de los riesgos, serán esenciales para sortear los desafíos que se avecinan y aprovechar las oportunidades que traerá el nuevo entorno económico y político.