Al estar finalizando un año es común que hagamos alguna reflexión sobre lo acontecido. Sobre lo que esperábamos y no sucedió, sobre lo que sucedió y no lo esperábamos, y sobre lo que esperábamos que si sucedió.
Pero también es importante que tratemos de visualizar los posibles escenarios que el entretejido político y económico, tanto interno como externo, pueden generar para el año que comienza.
Algunos iniciaron el 2024 con un cierto optimismo (no del todo bien fundado) de que la oposición le arrebataría la presidencia del país a Morena en las elecciones de junio. Otros iniciaron el año convencidosde que se continuaría un “segundo piso” de la 4T, gracias a la estrategia clientelar provocada por los programas sociales sustancialmente fondeados por un incremento en el gasto público.
Algunos iniciamos el año preocupados por la desaceleración en la economía del país, que se veía venir por la reducción en la inversión productiva, tanto del sector público como del sector privado.
Algunos también consideramos que habría un reacomodo menos violento por parte del crimen organizado, después del cambio en la administración federal del país.
Sin embargo, creo que ni la captura de El Mayo Zambada o la entrega de Joaquín Guzmán López estaban considerados en este escenario de reajuste. O bien, es evidente que el gobierno federal no tenía prevista la intensidad de la respuesta por parte de los grupos delictivos después de este suceso.
Esta entrega de Guzmán López y la captura de El Mayo, me hace recordar lo que sucedió a principios del 2008 con la captura de Alfredo Beltrán Leyva.
Ese año del 2008 se incrementó sustancialmente el conflicto entre los carteles de la droga por el supuesto rompimiento en el cartel de Sinaloa, entre El Chapo Guzmán, El Mayo Zambada y los hermanos Beltrán Leyva, hay una buena cantidad de literatura periodística que apunta a que ese año,pudo haber sido el punto de inflexión en el incremento acelerado enhomicidios, y en general, de la inseguridad en el país.
Los carteles que mantenía “la estabilidad” se fraccionaron y buscaron el control de nuevas y viejas plazas, lo que llevó a una sangrienta pelea entre las nuevas facciones del crimen organizado.
Según datos del INEGI se puede calcular que el total de homicidios en el sexenio de Fox fue aproximadamente de 60 mil casos, mientras que en el sexenio de Calderón fue superior a los 120 mil.
La preocupación ahora es que este acontecimiento del mes de julio pasado con la captura de El Mayo y de Guzmán López, pueda detonar una serie de eventos como los que se vivieron en aquella época que “medio” se fueron controlando al final del sexenio de Calderón, pero que en realidad siguen flagelando nuestra tranquilidad en el país.
En términos de seguridad, el país está terminando peor que como iniciamos el 2024; en términos económicos yo diría que estamos igual y en términos políticos sin duda estamos peor.
La reforma al Poder Judicial, la eliminación de los organismos autónomos y otros cambios constitucionales están debilitando el balance de poder y el andamiaje democrático (imperfecto sí) que se ha construido en los últimos 20 años.
Ahora bien, ¿qué podríamos esperar para el 2025? En términos políticos, creo que claramente estamos viendo una continuación (que así fue anunciada con claridad por la presidenta) de la política asistencialista y revanchista de López Obrador.
La ceguera ideológica legislativa de Morena no cambiará, pues no hay contrapesos claros en los partidos políticos de oposición que nos hagan, en este momento, pensar que podríamos ver algo diferente.
La elección de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial será un gran reto, no solo de operación, sino para nuestra democracia, para nuestra seguridad y para el Estado de Derecho.
Los proyectos de inversión de la nueva administración no tendrán un impacto significativo en la inversión productiva en el 2025, lo que nos haría esperar que viniera un incremento en la inversión privada, pero las amenazas de Donald Trump estarán poniendo un freno a cualquier decisión de invertir en México en los siguientes meses.
El presupuesto de gasto público para el 2025 me hace pensar que está hecho con mucho optimismo, los compromisos en el gasto de las pensiones y en los programas sociales (clientelares) seguirán presionando la capacidad de operación financiera del gobierno federal; por lo que sin una reforma fiscal para finales del 2026 será difícil de reducir el endeudamiento público para el resto del sexenio.
Tratando de ser optimista, quisiera pensar que, por un lado, los partidos políticos, viendo el reto que tenemos como país frente a las elecciones del 2027 y del 2030, traten realmente de hacer un cambio sustancial en sus estructuras de poder y perfiles de candidatos, con el objetivo de mejorar el nivel de confianza que la ciudadanía tiene de ellos.
Y, por otro lado, quisiera pensar que la presidenta Claudia Sheinbaum, trate realmente de imponer un sello particular en su gestión para los siguientes seis años, y no solo continuar con la inercia de la administración anterior.
Yo pensaría que, al imponer un sello propio, la podría llevar a tomar una posición de mayor negociación con la oposición; menor obstinación ideológica y finalmente mayor liderazgo político. Pero bueno, esos siguen siendo buenos deseos para el año nuevo.