El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Es doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT y es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Es presidente del Centro de Enseñanza y Análisis sobre la Política Exterior de México (CESPEM).
Todo indica que el 2025 será un año complicado para México en el ámbito internacional, especialmente en su relación con su vecino del norte, Estados Unidos. El regreso de Trump a la presidencia en Estados Unidos, este 20 de enero, implica importantes retos para la administración de Claudia Sheinbaum.
En este segundo periodo, el republicano llega al poder con menos contrapesos y con posiciones más radicales. El presidente electo ha amenazado con deportar a migrantes irregulares, aumentar los aranceles a los productos mexicanos y etiquetar a los carteles de narcotraficantes como grupos terroristas. Por lo tanto, las áreas de migración, comercio y seguridad serán fuentes de conflicto en la agenda bilateral.
Ante este complicado panorama, la principal cuestión para la política exterior de México es encontrar las mejores alternativas para enfrentar esos desafíos.
En primer lugar, es importante considerar que el estilo personal de Trump es amenazar para tener mejores márgenes de negociación. Por lo tanto, el gobierno mexicano no se debe precipitar en hacer concesiones inmediatas frente a su vecino. Pero sí es importante prepararse para enfrentar el peor escenario.
También es importante considerar que Trump le está “hablando” al público estadounidense cuando hace esas amenazas. Existen muchos sectores sociales en ese país que están de acuerdo con esas medidas porque consideran que la migración irregular, la entrada de bienes mexicanos de menor precio y el narcotráfico representan una amenaza a los intereses nacionales de Estados Unidos.
Lo mismo está haciendo la presidenta mexicana cuando declara que México se “coordinará” con Estados Unidos, pero no se “subordinará”. Es decir, Sheinbaum se dirige a la opinión pública mexicana. Su base de apoyo popular quiere escuchar que ella está defendiendo la soberanía de México.
Obviamente, estas declaraciones le representan beneficios políticos al grupo en el poder porque le generan legitimidad. Es normal que cualquier gobierno proyecte una política exterior principalmente para consumo interno.
Ante este complicado escenario, el gobierno mexicano debe tomar medidas con mayor dosis de pragmatismo. En otras palabras, la política exterior debe ser práctica y acorde a los intereses nacionales. También debe buscar resolver problemas concretos y obtener beneficios para el país.
En este contexto, la mejor alternativa es “cooperar” con Estados Unidos, pero obteniendo algo a cambio. Es decir, la administración de Sheinbaum puede hacer concesiones, pero es importante que también Estados Unidos ceda a los intereses de México. Por ejemplo, el país puede aceptar migrantes deportados de otras nacionalidades, siempre y cuando el gobierno de Trump financie un programa para repatriarlos a sus lugares de origen.
Otro ejemplo sería declarar de manera conjunta que los grupos de narcotraficantes representan una amenaza para ambos países y establecer un esquema de cooperación con apoyo económico por parte de Washington.
Para ello, es necesario que México eleve su capacidad de negociación frente a Estados Unidos. De este manera, el gobierno puede obtener concesiones por parte del vecino y así enfrentar de manera conjunta los problemas bilaterales compartidos.
Es decir, la mejor carta de negociación es convencer a Trump de que ambos países tienen retos comunes y la mejor alternativa en enfrentar los desafíos de manera “coordinada”. De esta manera, México estaría dando respuesta a sus más altos intereses nacionales.
El autor es profesor-investigador de la Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Es doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores del CONACyT y es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias. Es presidente del Centro de Enseñanza y Análisis sobre la Política Exterior de México (CESPEM).