Un artículo de inicio de año de Bloomberg destacaba los rendimientos de una inversión de USD$ 10,000 durante 2024. Si bien uno de los mejores rendimientos lo obtuvieron The Magnificent Seven: Alphabet, Amazon.com, Apple, Meta, Microsoft, Nvidia y Tesla. Pero veamos cómo se comportaron los mencionados índices.
Dado que los precios de las acciones reflejan las expectativas actualizadas en todo momento por los inversionistas, al reaccionar ante noticias buenas o malas las cuales se presentan aleatoriamente, no es difícil extrapolar esa idea a que implícitamente se está dando -o no- una aprobación al futuro de un país.
La lógica es que el precio de cualquier acción en particular incluye el riesgo sistémico y no sistémico. Este último se diversifica fácilmente al poder optar por la respuesta más contundente que se puede dar a una acción: la venta de dicha acción para invertir en otra.
Lo difícil es el diversificar el riesgo sistémico. Aunque no es una idea generalizada, en mi opinión podemos hacer una clasificación aún más profunda. El riesgo sistémico se puede descomponer en dos partes: riesgo sistémico internacional y local. El riesgo sistémico local también se puede diversificar yéndose a otro país. El internacional ya no se pudiera diversificar.
Si partimos de la idea de que un índice accionario busca reflejar el comportamiento de un mercado accionario -San Mercado, diría el otro- podemos hacer la extrapolación de que los riesgos no sistémicos se cancelan mayoritariamente entre sí. Esto es conceptualmente demostrable partiendo de la base de que las acciones de un índice tuvieran una correlación menor a uno e idealmente de menos uno.
El riesgo sistémico internacional podemos simplificar a que es el mismo para todo el mundo, aunque se pudiera incorporar el concepto de riesgo regional. Entonces, más allá de dramatismos dogmáticos y políticos, podemos concluir que el índice accionario de un país captura el riesgo sistémico local de dicho país.
Ahora sí, comparemos tres mercados: el mercado Americano, el Argentino y el Mexicano utilizando los rendimientos que presentaron sus índices más representativos: el S&P 500, el MERVAL y el INPC, respectivamente.
El S&P500 tuvo un rendimiento de aproximadamente 25%. Si comparáramos contra las tasas de los bonos del tesoro americanos, ¡es un mundo de rendimiento! Es una economía en expansión que -hasta para el propio bien de México dadas las exportaciones, así como los connacionales que tuvieron que emigrar por falta de oportunidades en México y que mandan remesas- esperemos que continúe en los próximos años.
Milei ha sido un fenómeno. Más allá de reducir los niveles de inflación y viendo los toros desde la barrera, le dio la voltereta a una economía que, excepto por un período algo extenso de tiempo, había sido de las más prosperas de Latinoamérica. Esto se refleja en el rendimiento. Si tomamos la medición que el mismo artículo de Bloomberg hace, “El índice S&P Merval fue, con mucho, el de mejor desempeño en un grupo de 92 índices bursátiles primarios a nivel mundial”, según datos compilados por Bloomberg.
Eso refleja el optimismo de los inversionistas sobre los esfuerzos del presidente Javier Milei para sofocar la inflación y revertir años de déficits presupuestarios endémicos.
Una cantidad de USD$ 10,000 invertida en el indicador se habría convertido en USD$ 21,377, ajustando por movimientos de la moneda.”
Si lo vemos en términos de rendimiento, fue de casi un 114%. ¡Enhorabuena!
El caso de México es muy distinto. El rendimiento fue de casi menos 2 %. Sin dramatismos ni politiquería, no se espera que nos vaya bien. Ojalá se recapacite.