Inicia 2025 con algunos de los retos económicos más importantes para México en la historia reciente. Estados Unidos quien es a la vez vecino, primer socio comercial de México y la mayor economía del mundo, inicia el segundo mandato de Donald Trump entre amagos, amenazas y condicionamientos.
Por otro lado, el fenómeno conocido como nearshoring, derivado de la guerra comercial de Estados Unidos con China detonada en el mandato anterior de Trump así como los efectos de la pandemia sobre las cadenas de suministro, se encuentra al día de hoy atrapado entre la lógica económica y la lógica política.
México sin duda se encuentra en riesgo de perder “magnetismo” para la atracción de inversiones, por lo que será crucial dar buenas razones para ello, y una muy crítica sin duda será la competitividad energética.
En el área de energía eléctrica, México se encuentra actualmente en una situación precaria en cuanto a su capacidad para atender la demanda en los momentos de máximo consumo en el año. Apenas en mayo del año pasado con ola de calor que azotó al País, vivimos una serie de apagones en varias regiones que dejaron al Sistema Eléctrico Nacional al borde del colapso.
En aquella época las autoridades se acercaron a las grandes empresas consumidoras de electricidad para “invitarlas” a reducir su consumo, lo que derivó en reducciones de producción, pérdidas económicas y ausencia de compensación económica (la ley contempla compensar económicamente a quien voluntariamente reduzca su demanda a solicitud de la autoridad, pero al día de hoy no se ha publicado la regulación al respecto). Resulta evidente que estos antecedentes restan confianza para los inversionistas.
Los anuncios en materia de energía eléctrica que hasta el momento ha hecho la administración de Claudia Sheinbaum vislumbran un reconocimiento de la fuerte necesitad de inversión en infraestructura eléctrica que se requiere en las áreas de transmisión, distribución y generación.
Hay todavía mucho debate en la industria respecto de si los montos anunciados son suficientes al menos para una primera etapa, pero más allá de ello es rescatable el hecho de que se reconoce esa necesidad, en contraste a la negativa rotunda en el sexenio anterior de reconocer cualquier problema en el Sistema Eléctrico.
Ahora bien, hay que estar conscientes que cualquier proyecto relevante que se detone ahora tardará por lo menos dos o tres años en entrar en operación, por lo que nos quedan todavía al menos tres veranos con el sistema operando al límite del colapso. No hay soluciones mágicas.
Mirando a la operación a largo plazo del Sistema Eléctrico, es imprescindible abordar el tema de seguridad energética. En años recientes este concepto se ha asociado a nociones de autonomía y soberanía, que ha su vez se asociaron a la predominancia de CFE sobre empresas privadas.
Para entender los riesgos que enfrenta México en seguridad energética será necesario repensar los conceptos de autonomía y soberanía.
Basta con entender que, si bien CFE llega a mantener una predominancia sobre la generación de energía eléctrica, la matriz energética actual de la generación de electricidad recae en aproximadamente un 60% en gas natural, del cual hasta un 90% es importado de Estados Unidos.
Es imposible dejar de mencionar que ese gas importado proviene de la región del mundo con el precio más competitivo, pero a pesar de ello es necesario valorar el riesgo a largo plazo y pensar en una diversificación estratégica de las fuentes primaras de energía.
El contexto geopolítico global en este inicio de 2025 es indudablemente complejo para México. Es momento entonces de evaluar de forma honesta y estratégica qué es lo que el País requiere para detonar el crecimiento económico en beneficio de la población.
Suficientes retos y amenazas vienen de fuera como para seguir enfrascados en políticos internos. La lógica económica no entiende de decretos.
La lógica política por otro lado garantiza beneficios en el corto plazo. Cuando se decreta que los precios de energía no van a subir más allá de la inflación, la alegría perdura hasta que los costos reales vienen a bajarnos de la nube.