En un mundo donde las etiquetas lo dominan todo, parece que ahora, seas hombre o mujer, debes ser feminista porque si no, andas en el eje del mal o el bando de los machistas.
Sin embargo, existe un punto intermedio que pocos quieren aceptar o hablar: el sentido común.
Es ahí donde entra el concepto de Ningús Ismo, una respuesta a la polarización ideológica que busca reducir cada debate a una narrativa de opresión vs. opresores. Ni feminismo radical ni machismo; ni victimismo ni supremacismo. Simplemente, reconocer la realidad tal como es.
Los “ismos” en general tienden a ser dogmáticos. Lo hemos visto con el socialismo, el feminismo radical, el ambientalismo extremo y hasta con el machismo en su versión más primitiva. Cada una de estas corrientes parte de una idea válida, pero al ser llevadas al extremo pierden el foco y se convierten en armas de lucha política.
El feminismo, por ejemplo, surgió con la legítima causa de buscar igualdad de derechos. Hasta allí, todo bien. Sin embargo, en su versión más radical ha derivado en una guerra de sexos donde “el hombre es el enemigo a vencer”, “el hombre es un potencial violador” y un mundo sin hombres puede “perfectamente existir”. ¿Es en serio?
Lo peor es que esto no me lo han contado, lo he escuchado a algunas mujeres en México.
Por supuesto que hay hombres despreciables. Por supuesto que hay hombres que atacan a mujeres. (Recientemente enfrenté una situación similar en carne propia). Pero lejos de caer en la generalización o el victimismo, acudí ante la ley para que fueran tratados como sujetos de derecho a quienes se les aplique toda la ley que corresponda. Una historia que con el debido desenlace la contaré.
Sin embargo, lo mismo debe suceder con las mujeres que son el mismo tipo de personajes: despreciables, que atacan a hombres o mujeres y que deben ser sujetas a derecho para que se les aplique toda la ley.
Pero…De allí a decir que “todas las mujeres son violentas o maltratadoras, hay un largo trecho”
Y entre esos extremos, no hay que elegir.
Lo mismo ocurre en la política y la geopolítica. Hoy en día, los discursos se centran en imponer una narrativa, no en resolver problemas reales. ¿El resultado? Un mundo donde la razón es sacrificada en nombre de la ideología.
La alternativa es una: la realidad sin filtros
Que nadie se confunda: el Ningús Ismo no es una postura tibia ni neutral.
No se trata de complacer a todos, sino de asumir que la vida no es una batalla entre bandos sino una serie de hechos objetivos.
- Las mujeres y los hombres son diferentes biológicamente, pero iguales en dignidad y derechos. Pretender que no hay diferencias fisiológicas es negar la ciencia, pero asumir que uno es superior al otro es caer en dogmas ideológicos.
- El éxito no tiene género. La narrativa feminista actual insiste en que el sistema está diseñado para oprimir a las mujeres, pero ignora que las oportunidades existen y que la clave es el esfuerzo y la competencia, no las cuotas de género. Cada vez más mujeres estamos logrando el éxito, y no solo por cambios en las oportunidades, sino también por una evolución en la mentalidad:
Una mentalidad que, a diferencia de nuestras abuelas y bisabuelas, hoy es cada vez más común gracias a cambios en la educación, el acceso al trabajo y la propia evolución social.
- Si tu defensa de las mujeres obvia a mujeres de otros países no occidentales donde realmente son tratadas como humanos de segunda categoría, o si al hablar de mujeres judías o israelíes volteas a otro lado, entonces no defiendes a las mujeres, lo que tienes es una agenda política.
El verdadero feminismo no debería ser selectivo con sus causas ni acomodarse a narrativas ideológicas, sino defender a todas las mujeres sin distinciones políticas.
- La victimización es un arma política. Tanto el feminismo radical como los movimientos masculinistas han convertido el victimismo en una estrategia de poder. La realidad es que ni todas las mujeres están oprimidas ni todos los hombres son privilegiados.
Geopolítica y el efecto de las ideologías extremas
En el contexto internacional, la polarización de género se ha convertido en una herramienta de ingeniería social. Gobiernos y organismos internacionales han promovido agendas ideológicas que priorizan la narrativa sobre los hechos.
- Países como Suecia han llevado el feminismo al punto de influir en su política exterior, con una “diplomacia feminista” que ha resultado en políticas inconsistentes e inefectivas.
- En el otro extremo, regímenes como Irán, Arabia Saudita, Afganistán, siguen imponiendo restricciones a las mujeres en nombre de la tradición, negándoles derechos fundamentales.
- En América Latina, el discurso de género se ha usado como arma política, con gobiernos que impulsan leyes bajo la bandera del feminismo radical, sin atender problemas reales como la violencia generalizada o la falta de empleo.
Conclusión: el regreso al sentido común
El Ningús Ismo es un llamado a salir de la trampa de los extremos. Ni feminismo radical ni machismo. Ni victimización ni supremacismo. Solo hechos, libertad y responsabilidad.
En la vida, en la política y en la geopolítica, la verdad no necesita etiquetas ni banderas ideológicas. Lo que necesitamos es recuperar el sentido común y recordar que la lucha no es entre hombres y mujeres, sino entre quienes buscan la verdad y quienes la manipulan con fines políticos.
Así que no, no caigamos en esto del feminismo radical ni del machismo.
Realidad y acción conjunta es a lo que debemos apelar.
La autora es internacionalista, especialista en análisis de data y gestión de riesgos geopolíticos, especialista en consultoría política y gestión de gobierno, consultora para empresarios e inversionistas, escritora y conferencista.
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