Monterrey

El desajuste en el mercado laboral mexicano

Entender las causas y efectos sobre variables como ingreso laboral, horas de trabajo, salarios de mercado y desajustes resultantes que podrían ocurrir en dicho mercado, son un tema que académicamente resulta siempre apasionante.

Uno de los temas siempre vigentes en cualquier agenda económica es el estudio del mercado laboral y los resultados que de allí se derivan, pues de la interacción de sus fuerzas más básicas (oferta y demanda) y la combinación con su regulación y potenciales "rigideces e imperfecciones", se determina el bienestar, presente y futuro, de millones de mexicanos y de sus familias.

Entender las causas y efectos sobre variables como ingreso laboral, horas de trabajo, salarios de mercado y desajustes resultantes que podrían ocurrir en dicho mercado, son un tema que académicamente resulta siempre apasionante, y que desde un punto de vista de política pública es fundamental en el diseño de estrategias que pretendan mejorar genuinamente las condiciones laborales de millones de mexicanos en el corto y largo plazo.

Desde hace varios meses, la economista Norma A. Valenzuela (UANL) y yo, hemos desarrollado una agenda de investigación para entender el potencial desajuste en el mercado laboral de México, así como la naturaleza del mismo, analizando la información pública disponible al nivel más fundamental del cual se poseen datos: el trabajador y su familia. De este trabajo conjunto, al día de hoy, se han publicado dos artículos académicos de los cuales presentaré algunos de sus principales resultados en esta columna.

Una primera pregunta consiste en definir y cuantificar el tamaño del desajuste que existe en el mercado laboral, para a partir de este diagnóstico, comenzar el análisis de teorías que explican sus determinantes. Las alternativas para definir cuantitativamente el desajuste en el mercado abarcan desde la identificación puntual de un perfil deseable en el trabajador para desarrollar una ocupación y el perfil observado en quien ocupa dicha posición, hasta aspectos estadísticos más objetivos y cuantificables en función de educación y habilidades necesarias en cada ocupación.

En Moreno y Valenzuela (2018) se optó por una primera aproximación al desajuste en términos de la educación necesaria para desempeñar una ocupación, y la diferencia de la educación de cada trabajador con respecto a ese nivel esperado. En particular, un trabajador puede estar en desajuste con sobre-educación, si su nivel educativo es relativamente superior al esperado en la ocupación en que se desempeña, por contraparte un trabajador puede estar en desajuste con sub-educación si su educación es relativamente inferior al esperada. En este caso, usando datos de la ENViH III (2009-2012) y dividiendo la población en 17 ocupaciones distintas, se encontró que el tamaño relativo de trabajadores en sobre-educación es del 13 por ciento para hombres y 11 por ciento para mujeres, mientras que el de sub-educación es de 14.8 por ciento para hombres y 19.2 por ciento mujeres. Si se analiza el tamaño del desajuste global, el 63.9 por ciento del total corresponde a hombres (sobre o sub educados) y el 36.1 por ciento a mujeres.

Siguiendo con este estudio, el siguiente paso fue analizar el impacto de la sobre y sub-educación en los salarios de los trabajadores. Hipotéticamente, una persona sub-educada debería ganar "menos" en su ocupación relativo a una persona con la educación adecuada, ya que no posee el perfil deseado; por contraparte, una persona sobre-educada debería ganar "más" que una persona con el nivel requerido de educación, pues así se justifica su estancia en la ocupación que ejerce. En este caso, los resultados para México son por demás interesantes. Usando una versión alternativa a la ecuación de Mincer-Becker para estudiar el impacto de la educación en el salario, se encontró que el rendimiento de cada año de educación requerida es del 15.48 por ciento en el salario base, y que cada año de educación adicional a la requerida añade un 14.66 por ciento al salario, mientras que, por contraparte, cada año faltante de escolaridad con respecto al requerido castiga al salario del trabajador en -6.25 por ciento. Así, si una persona tiene dos años menos que el requerido en la ocupación ganará en promedio 13.5 por ciento menos, mientras que si posee dos años de educación por encima del nivel requerido tendrá una compensación de 29.32 por ciento por encima del salario promedio en dicha ocupación.

Aún existen muchos resultados por analizar, pero sin duda, se abre una agenda interesante para comprender uno de los mercados fundamentales del sistema económico, esencial para entender el bienestar de los ciudadanos mexicanos y el correcto funcionamiento de la economía nacional.

El autor es doctor en Economía en la Universidad de Chicago. Es Profesor-Investigador de la Facultad de Economía de la UANL y miembro del SNI-CONACYT Nivel 1.

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Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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