Para las empresas de economías emergentes, más allá de considerar el dinamismo del entorno, es su capacidad de supervivencia y su contribución a la competitividad y el crecimiento económico del país, lo que las ha forzado a desarrollar y mantener su propia capacidad de innovación.
Cada empresa desarrolla una propia capacidad innovadora, a partir del diseño de procesos propios y únicos de aprendizaje y de generación de conocimiento. Para generar conocimiento, las organizaciones emprenden actividades específicas que involucran la adquisición de conocimiento de fuentes externas como los clientes, los proveedores, las alianzas estratégicas con otras organizaciones, la asistencia a cursos, entre otras. También recurren a fuentes internas, como la organización de reuniones, actividades formales e informales de socialización de mejores prácticas, entre otras. Investigaciones recientes sugieren que las empresas con diversos procesos de generación de conocimiento tienen más probabilidades de innovar.
Según la consultora global, Deloitte, en México nuestra capacidad de innovación podría acelerar la productividad y el crecimiento económico del país hasta un cuatro por ciento por año durante los próximos 10 años. Para aumentar la capacidad de innovación, las empresas tienen que identificar los elementos que facilitan la generación de conocimiento e invertir en ellos. Con esto podrían impulsar la innovación.
Un estudio reciente realizado en empresas mexicanas muestra que las empresas desarrollan su capacidad innovadora de diferente manera, lo que sugiere que existen dos caminos para la innovación en México. Por un lado, las empresas manufactureras favorecen la innovación cuando cuentan con una base de conocimientos que es soportada por factores organizacionales, como la cultura organizacional, el estilo de la alta gerencia, el compromiso, la apertura para innovar, entre otros factores. Esto es, las empresas manufactureras innovan a partir de lineamientos y procesos preestablecidos por la misma empresa para este fin.
En comparación, las empresas de servicios en México basan su innovación en facilitadores de capital humano, más allá de los factores organizacionales, sin considerar la existencia de una base de conocimiento. Lo anterior significa que la motivación de los colaboradores, sus habilidades profesionales y personales, así como la oportunidad que tienen para aprender dentro de la empresa, son fundamentales para detonar y promover la capacidad innovadora en este tipo de organizaciones. Esto es de llamar la atención en un país donde el sector servicios constituye aproximadamente el 65 por ciento del PIB.
Mejorar la innovación en México requerirá una inversión sustancial en el desarrollo de sus recursos humanos. México ha desarrollado un grupo importante de ingenieros durante décadas, pero los niveles de competencias técnicas se mantienen por debajo de otros países de la OCDE.
Nuestro país debe revertir la disminución de la productividad en sus empresas y comenzar a invertir en los trabajadores de puestos de baja productividad, promoviendo su desarrollo y crecimiento a funciones de mayor transcendencia en los sectores productivos claves. Desde las universidades, es imperativo alinear los programas académicos a las necesidades de las empresas. Es deseable que las organizaciones cuenten con programas de capacitación de largo alcance y rápida respuesta al mercado que contribuyan en una mayor generación de valor.
La actualización permanente es una constante. Aquí es donde el vínculo entre las universidades, las empresas y la investigación pública debe fortalecerse, con incentivos y colaboración que contribuyan a incrementar la productividad, la generación de empleos y el crecimiento económico del país. De seguir haciéndose unilateral y aisladamente, el impacto de la innovación en nuestro país tendrá poco o nulo efecto en el largo plazo, lo cual podría ser un factor crítico para las organizaciones en México que basan su competitividad y supervivencia en la generación de conocimiento y la innovación.
La autora es decana Asociada Académica de EGADE Business School, Tecnológico de Monterrey.
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