Monterrey

Encuestas: ¿quién regala los datos?

Ahora que todo es democrático y abierto, parece ser que no importa que la información se haga pública.

Los últimos días se han dispersado en forma gratuita pequeños reportes de encuestas electorales por diversas vías (Whatsapp, Telegram, Twitter, entre otros).

En lo personal, recibo los mismos documentos en PDF de parte de varias personas. Adicionalmente me llegan entre tres y a veces hasta cuatro reportes sobre elecciones en otros países, en otros estados y más recientemente del propio Nuevo León.

Tanta información gratuita (ya que nunca he pagado por recibir este tipo de servicio), respecto a las preferencias electorales (de personas y políticos que inclusive aún no manifiestan interés en participar), me genera como observador algunas dudas respecto a cómo afrontar el consumo de dicha información y qué hacer para analizar los datos.

Hacer encuestas y regalarlas presupone que se cuenta con enormes recursos económicos, ya sea para cubrir los gastos de la propia colecta de datos, así como el trabajo del análisis, generación de reportes y entrega de los mismos. No he visto en ninguno de dichos estudios la fuente de quién patrocina dichos trabajos por lo que supongo que se trata de esfuerzos propagandísticos de las propias casas encuestadoras o de algún patrocinador que desea conservar su anonimato, pero que no tiene inconveniente que los datos que patrocina se hagan públicos.

Hasta hace pocos años, las casas encuestadoras mantenían en sigilo los datos y eran muy celosas de que no se filtrara nada debido a que con información se toman decisiones de estrategia. Ahora que todo es democrático y abierto, parece ser que no importa que la información se haga pública.

¿Qué interés podría tener una agencia de estudios de opinión en hacer públicos datos que recopila a base de gastos y esfuerzos técnicos? Podríamos pensar que se trata de un genuino interés por compartir y sensibilizar a la población con sus hallazgos. También podríamos suponer que es una manera de hacerse visibles ante sus posibles clientes y también podríamos pensar que alguien detrás de ellos patrocina su trabajo para influir en la opinión de la población con los resultados publicados.

Interpretar datos de una encuesta requiere comprender los alcances descritos en las fichas metodológicas, entender los métodos de muestreo y demás conceptos técnicos de una encuesta; aspectos que especialistas o gente con estudios puede hacer con facilidad, pero no la población sin esas capacidades.

Sorprende identificar tantas diferencias de un reporte a otro. Lo más común es que preguntan por las preferencias de candidatos (o precandidatos) y por partidos a los diversos puestos de elección popular.

Hay semanas que coinciden estas empresas en el reporteo que hacen y en una aparece un candidato a la cabeza y en otra aparece en cuarto o quinto lugar. Cuando ocurre eso lo primero que se me viene a la cabeza es pensar, ¿a qué datos le creo? Sin embargo, de inmediato me doy cuenta que la pregunta es equivocada, me debería preguntar ¿cuál estará bien hecha? Y ahí es donde me atoro. No lo sé. No lo sabré porque no hay manera de averiguarlo.

Entonces me quedo con la simple idea de que se trata de propaganda y que no debo asumir nada respecto al tema con base en esos datos. No porque desconfíe de ellos sino porque por lo pronto, por ejemplo, no voy a decidir sobre un voto que se emitirá dentro de casi dos años (si es que salgo a votar).

Qué bien que se difundan y abran los datos y qué mal que no me sean de utilidad. Ni van a normar mi criterio, ni me harán pensar a favor o en contra de algún candidato o partido. Por eso digo. ¿Quién regala los datos?

El autor es Director de Focus Consulting Group y Presidente del Consejo de Ellas. ABP. Es analista de Asuntos Públicos y Opinión Pública, propietario de Vinos de Baja California y socio en EMC.

Opine usted: enriquesilva@focuscg.com.mx

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