Proponernos encontrar en el fenómeno Covid-19 aprendizajes y valor pareciera insensato ante la incertidumbre, disrupción y amenaza que representa y presupone para la salud, economía y sociedad global. No debemos olvidar que miles de personas perdieron su fuente de ingreso, comprometieron el estado de su salud o perdieron a algún ser querido. Aún así, con respeto ante las circunstancias de esta realidad tan compleja, es imprescindible explorar las posibilidades y áreas de oportunidad que la emergencia sanitaria brinda para aprender, navegar y, una vez superada, resurgir con fortaleza renovada.
Inspirado en conversaciones con ejecutivos y profesionales, ahora podemos intentar esbozar una comparación entre el coaching y la pandemia y, en el intento, descubrir algo valioso también.
El coach, a través de preguntas e intervenciones, le facilita al cliente la generación de una conciencia profunda sobre la realidad en la que habita; es decir, lo ayuda a darse cuenta de aquello que no ve. Por su parte, la crisis sanitaria nos hace enfrentarnos a nuestro contexto en dos formas: de forma cruda y contundente, ya sea de primera mano mediante de nuestra propia experiencia, o, bien, en forma secundaria, a través de relatos e información que recibimos de otras personas o medios. Aceptar lo que ésta significa para cada uno es un acto de voluntad y valentía. Y es, sin duda, el primer paso para adaptarnos a un mundo nuevo y dinámico.
Ahora bien, el coaching provee espacios de reflexión; aquellos donde al cliente se da la oportunidad de explorar y conciliar sus dilemas, comprender mejor sus entornos y, en ocasiones, tomar acciones alternativas. Pensar que la pandemia abre la posibilidad a momentos de introspección bajo las condiciones actuales suena poco convincente. Sin embargo, algunas personas han encontrado que las nuevas modalidades de trabajo, como el trabajo en casa, y las limitaciones a la libre movilidad por motivos de prevención abren tiempos que pueden ser destinados a actividades como la meditación y el análisis profundo. ¿Podemos imaginar sustituir algunas actividades poco rentables, como la navegación "perpetua" en medios digitales, por algunos minutos de paz? Además de los beneficios descritos, la reflexión también es útil para el manejo de la ansiedad, una emoción recurrente en situaciones críticas como ésta.
El coach se enfoca en el "aquí y ahora" para que el cliente se comprenda mejor a sí mismo o diseñe su futuro. De igual forma, la pandemia nos centra en el momento actual, en la sobrevivencia del día y en la proyección del futuro inmediato. En cierta medida, nos enfoca a dirigir la atención hacia lo esencial.
El coach utiliza el reto para promover la enseñanza para el cliente y su avance paulatino hacia las metas propuestas. Si bien el desafío es gradual, esto no significa que sea fácil y que no suscite incomodidad y esfuerzo por parte del cliente. La crisis sanitaria nos reta constantemente y, a diferencia del coaching, la lucha pareciera brutal por su intensidad demandante, ambigüedad y la complejidad con la que se nos presenta a la que llamamos multi-crisis. Pero ¿no es a través de la incomodidad con la que crecemos y nos desarrollamos? Está en nuestras manos transformar esa aflicción en crecimiento, afrontar con coraje la adversidad y convertirla en propósito, y, así, reconocer que el desconocimiento es más común y real que la ilusión del saber que hace el tránsito gradual por la ambigüedad posible.
Este breve ejercicio comparativo entre el coaching y la pandemia busca recalcar la importancia de la disposición al aprendizaje de lo que nos toque experimentar en la pandemia. Recordemos que es un acto de voluntad, y aún y cuando no podemos asegurar que será fácil, sí podemos anticipar que será valioso y provechoso.
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El autor es Decano Asociado de Educación Ejecutiva, EGADE Business School , Tecnológico de Monterrey .
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