Durante el primer trimestre del año Pemex perdió 526 mil millones de pesos lo que equivale a toda la pérdida de la empresa productiva del estado del 2019, a tres refinerías Dos Bocas y ocho aeropuertos de Texcoco. Las calificadoras el año pasado ya habían argumentado que el plan de negocios de Pemex no es viable financieramente. De hecho, el IMCO, también asignaba solamente un 2 por ciento de éxito la nueva refinería Dos Bocas. Cabe destacar que las refinerías existentes del país operan a solamente el 30 por ciento de su capacidad.
A este escenario le debemos añadir la reciente caída de los precios del crudo a mínimos históricos lo cual está perjudicando al sector petrolero. De continuar esta tendencia no debe sorprendernos que Pemex continúe rompiendo récords de pérdidas. El CDS, credit default swap, de Pemex ya se encuentra en niveles históricamente altos impulsando al riesgo país al alza. La respuesta del gobierno federal será la misma, inyectar recursos para tratar de salvar a la empresa productiva del estado.
Sin embargo, el entorno de las finanzas públicas no es simple. Si bien el año pasado se utilizaron recursos (la mitad) del Fondo de Estabilización de los Ingresos Petroleros (FEIP), para disminuir la deuda de Pemex, este año la situación es más complicada. Las expectativas de una fuerte caída de la demanda agregada generarán presiones de recaudación, sobre todo del ISR e IVA. A ello le agregamos una fuerte disminución de los ingresos petroleros y tenemos un grave problema. El gobierno continuará con sus programas sociales y hegemónicos de infraestructura y los recursos son escasos.
Sin deuda o una reforma fiscal será difícil conseguir los recursos necesarios para solventar el gasto público. Si a esto le agregamos la carga de Pemex la situación es todavía más adversa. En esta situación me deja pensando la utilidad de Pemex hacia la sociedad.
Pemex es una empresa que pierde dinero. La refinación en el país tiene un margen de rendimiento de -12 por ciento y la empresa presume de tener ineficiencias altísimas. Lo único rescatable es que emplea a cerca de 130 mil trabajadores con prestaciones superiores a las de la ley.
Me llama la atención el comparativo entre el monopolio del sector petrolero mexicano al del mercado neoliberal estadounidense. En este último, las empresas son rentables, son eficientes y por el nivel de competencia (liberal), se benefician millones de personas por presiones a la baja en los precios de las gasolinas. Pemex es un barril sin fondo y más vale cerrarla pronto o terminará drenando a las finanzas públicas. Recordemos que el 80 por ciento de los ingresos del gobierno federal son nuestros impuestos y gracias a Pemex se pierden año con año.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.