El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) publicó recientemente la inflación para el mes de abril la cual se ubicó en 2.15 por ciento anual. Esta cifra le abre espacio para que Banxico continúe disminuyendo la tasa de interés en el mediano plazo. De hecho, el consenso de analistas privados espera un recorte de 50 puntos base. Sin embargo, las minutas de Banxico están previendo que la inflación está lejos de estar bajo control en el largo plazo.
La inflación se está desacelerando debido a la fuerte contracción, y deflación, de los precios energéticos y menor medida por la moderación de los precios del sector servicios. El problema de los precios energéticos es que provienen del componente no subyacente, es decir, muy volátil. Así como está cayendo puede revertirse afectando a la inflación general en el mediano plazo.
Por otro lado, dentro del componente subyacente, la inflación de las mercancías se ubica por encima del umbral de tolerancia de la autoridad monetaria. En específico, resaltan los precios de los alimentos, bebidas y tabaco, que superan el cinco por ciento de variabilidad anual. Este componente es el que más le presta atención Banxico al ser el que tiene mayor injerencia a través de la política monetaria.
Hacia futuro se tienen varias presiones a la inflación. Primero, por la reciente depreciación cambiaria que tendrá un traspaso importante a los precios al consumidor. Gran parte de los insumos o bienes intermedios que se utilizan para la elaboración de bienes finales provienen del extranjero. En cuanto las empresas se terminen sus inventarios se verán en la necesidad de aumentar los precios al consumidor final. Segundo, por las finanzas públicas y las expectativas de mayores reducciones en la calificación crediticia del país. Esto generará presiones al tipo de cambio adicionales. Tercero, porque se espera que los precios de los energéticos reviertan su tendencia a la baja.
Así, espero que Banxico baje la tasa esta semana en 50 puntos base e incluso en 75. Pero hacia adelante, no creo que pueda continuar la política monetaria acomodaticia en un entorno de mayores presiones inflacionarias. Será entonces la política fiscal la que deberá entrar al quite para fomentar el crecimiento económico del país elevando el gasto público e incentivando a la inversión privada a través de estímulos fiscales. Por último, el gobierno federal deberá redirigir sus proyectos de inversión hacia áreas con mayor impulso de la demanda agregada.
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