Monterrey

Jorge O. Moreno: De la construcción, el empleo y el PIB: los indicadores macroeconómicos en 2021

¿Qué nos dicen los indicadores sobre el futuro del país?.

Esta semana el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer tres indicadores de coyuntura que son clave para comprender la dinámica de la economía mexicana posterior a la enorme contracción inicial resultante del confinamiento e impacto por la pandemia por COVID-19: los indicadores de la industria de la construcción, los resultados de la encuesta nacional de empleo, y finalmente la estimación correspondiente al producto interno bruto del país. Como lo veremos en estas líneas, los indicadores no son suficientes para alzar las campanas en señal de victoria, pero dan señal de una recuperación parcial en la actividad económica del país con respecto a su punto más bajo hace un par de trimestres.

Iniciemos por una breve descripción de los indicadores de la industria de la construcción. Esta industria es fundamental para entender la dinámica de todo el aparato productivo del país, por sus fuertes conexiones con otros sectores productivos, y por constituir uno de los pilares en la definición de nueva infraestructura.

El seguimiento mensual del valor real de la producción de las empresas constructoras registró una caída de 22.6% durante diciembre de 2020 cuando se compara con el mismo mes del año anterior. En ese mismo sentido, el personal ocupado total descendió 19% y las horas trabajadas se redujeron 18.9%, en tanto que las remuneraciones medias reales crecieron 1.2%, en diciembre de 2020 frente al mismo mes de un año antes. Cuando se analizan los datos en su comparativo mensual, INEGI documenta que durante diciembre de 2020 el valor de la producción generado por las empresas constructoras disminuyó 0.5% en términos reales frente al mes inmediato anterior, esto utilizando como base en cifras desestacionalizadas.

Los indicadores en general para esta industria muestran un fuerte deterioro en su valor creado desde octubre de 2016 (su año más alto) pero cuyas pérdidas de aceleraron desde 2018, para finalmente producirse la fuerte contracción en marzo de 2020, dándose un fenómeno de tipo "L", esto es, una caída estrepitosa para no mostrar señales significativas de recuperación desde entonces.

En segundo lugar, el número de personal ocupado en México disminuyó en enero de 2021 cuando se compara con el mes inmediato anterior.

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo en su nueva edición (ENOEN), la población ocupada (PO) perdieron 883 mil 825 puestos laborales en el primer mes del año con respecto a diciembre del año pasado, al pasar de 52.8 a 51.9 millones de personas. En este caso, las mujeres fueron las más perjudicada al representar el 89.7 por ciento del total de empleos perdidos (792,898 empleos) mientas que los hombres representaron el 10.3 por ciento para dar un total de 90 mil 927 plazas laborales perdidas.

En este mismo ámbito, el sector que mayor se vio perjudicado por la pérdida de empleos fue el terciario con 468,799 trabajos. A pesar de lo anterior, existen señales de recuperación con respecto a la fuerte contracción inicial por la pandemia en marzo del año pasado. Por ejemplo, de los 12 millones de personas que se estima salieron de la población económicamente activa (PEA) en abril del 2020, dato que documentamos en detalle en una entrega anterior y que constituye el peor momento de la crisis por la pandemia, hasta ahora se han reintegrado unos 9.1 millones de personas. Como lo hemos analizado, el impacto de la crisis podría revertirse en los próximos meses en la medida en que el impacto positivo de la vacunación permita readaptar paulatinamente las actividades económicas que siguen confinadas, en particular las del sector comercio, entretenimiento, y el enorme sector de educación.

Finalmente, el INEGI informó que, en 2020, el PIB de México registró una caída de 8.2 por ciento, con respecto a 2019, por debajo del dato preliminar que dio a conocer el mes pasado de 8.3 por ciento. Este dato revela que el país reporta dos años de caídas continuas en este valor. Por otra parte, si analizamos las estimaciones en su formato trimestral, en el cuatro trimestre de 2020 el PIB tuvo un retroceso de 4.3 por ciento, con respecto al mismo periodo de 2019; con esto se sumaron seis trimestres continuos de caídas anuales en el PIB, algo no visto desde la década de los 80. Usando los datos ajustados por estacionalidad, el PIB del país registró una caída anual de 4.5 por ciento en el cuarto trimestre de 2020, y presentó un aumento de 3.3 por ciento en el periodo octubre-diciembre de 2020, respecto al trimestre precedente

¿Qué nos dicen los indicadores anteriores sobre el futuro del país? Para tener una visión mas completa debemos construir una respuesta integrando una última noticia de esta misma semana: la declaración desierta en la subasta primaria de los bonos a 30 años de plazo con vencimiento a noviembre del año 2047 (MBONO 471107) por parte de la Secretaría de Hacienda el pasado martes 23 de febrero.

En su comunicado de prensa, la propia SHCP justificó la salida de la emisión para reducir la volatilidad observada en el mercado, que ya ubicaba la tasa de colocación en casi 50 puntos base por encima de su nivel anterior, lo cual hubiera elevado enormemente el costo de colocación de la deuda pública del gobierno la cual ya ha venido registrando incrementos considerables en su tasa.

Así, para concluir este breve análisis, por una parte, los indicadores macroeconómicos señalan que nuestro país está en condiciones peores con respecto al año pasado (el efecto pandemia), con una recuperación insuficiente después de la estrepitosa caída entre marzo y abril de 2020, y con expectativas negativas en el mercado financiero. Este último, por cierto, ya comienza a castigar la exitosa pero constante emisión de deuda pública por parte del gobierno federal observada en los últimos meses, particularmente a la luz de los cambios que se esperan en el mercado energético nacional para fortalecer y consolidar el monopolio de la Comisión Federal de Electricidad en la generación de electricidad, menospreciando el uso e inversión privada en energías verdes. Pero esto último, es tema de análisis para una entrega futura.

Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.

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