El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) publicó las cifras más recientes de inflación para la primera quincena de enero. La inflación se ubicó en 4.5 por ciento anual, su nivel más bajo desde mayo de 2018. Asimismo, la inflación subyacente se ubicó dentro del rango de tolerancia del Banco de México (2 a 4 por ciento), el registrar un aumento de 3.6 por ciento. Lo anterior indica que la inflación comienza a converger a la baja, debido en gran medida, por el ciclo de alza de tasas de interés observado durante 2018.
Sin embargo, existen varios factores que pueden contribuir a una reversión en la tendencia de la inflación. El primer factor es el aumento de los salarios mínimos que, si está por encima de la productividad de la economía, generará presiones inflacionarias. Segundo, por choques de oferta que se pudiesen observar en algunos productos agropecuarios y energéticos.
Si bien se espera que la demanda de petróleo caiga a nivel global por un menor dinamismo económico mundial, está latente la reacción de la OPEP. Un recorte pronunciado podría incrementar los precios de los hidrocarburos.
El tercer factor, y el más relevante, es el relacionado con las políticas económicas del nuevo gobierno. Desde la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México (NAICM) comenzó un retraso de decisiones de inversión en el país y una salida de capitales. La decisión de Fitch de reducir la calificación crediticia de Pemex solo provocará que las demás calificadoras hagan lo mismo, y esperemos una reducción en la calificación riesgo país.
Si este escenario se materializa, observaremos fuertes salidas de capitales que depreciarán al tipo de cambio. Con un tipo de cambio más depreciado podremos esperar un contagio hacia los precios al consumidor final. Es decir, el mayor costo de insumos extranjeros se traspasa hacia el consumidor final con mayores precios. Lo anterior pudiese agravarse si los ingresos tributarios no cumplen su objetivo.
El gobierno federal estima que tendrá un superávit fiscal primario de uno por ciento del PIB, pero la recaudación se elaboró pensando en un crecimiento económico de dos por ciento. Recientemente, varios bancos privados y organismos internacionales han reducido la perspectiva de crecimiento del país. Estimo que la economía crecerá solamente al 1.5 por ciento, lo que complicará la recaudación esperada. Así, es probable que se obtenga un déficit fiscal y que aumente la deuda nacional.
Ante todos estos riesgos creo que el Banco de México tomará la decisión de aumentar la tasa de interés una vez más para llevarla a 8.5 por ciento a finales de 2019.
El autor es director general y fundador de Soluciones Financieras GAMMA y profesor de Economía y Finanzas en EGADE Business School. Cuenta con una maestría en Economía Financiera y doctorado en Finanzas, ambas por la Universidad de Essex en el Reino Unido.
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