Esta semana, el cinco de mayo, se cumplió el CCII aniversario del nacimiento de Karl Marx, quizá el filosofo-economista que mas ha influido en la historia. Él, junto con Federico Engels, fueron los padres del comunismo, afianzándose como tales, al publicar su manifiesto comunista.
Uno de sus ideales es la lucha de clases entre las clases dominantes y las clases oprimidas. No hay que perder el contexto histórico del momento: se estaba en plena revolución industrial.
La explotación del hombre por el hombre es una de las frases que se acuñan en este contexto y ciertamente tenía su sustento: desde niños … a trabajar; nada de horarios limitados a la semana ni derechos laborales mínimos. Quizá lo más representativo de esa situación dio lugar a los Robber Barons de finales del siglo XIX, aunque, en una escena de la película Other People's Money, dicen de ellos que "al menos dejaron algo tangible a la sociedad: las redes ferroviarias, la fabricación de acero y el uso generalizado del petróleo". Le debemos a la Standard Oil de los Rockefeller, lo que ahora es el tema tabú en México.
Las ideas comunistas, y posteriormente las socialistas las pudiéramos catalogar como de grado. Unas al buscar la igualdad absoluta, si es que se puede utilizar ese concepto y las otras, al buscar minimizar las diferencias sociales.
Las ideas marxistas recurrentemente van y vienen. Entre los grandes países que las adoptaron desde luego esta Rusia, con una tierra fértil para su propagación. Se dice que los Zares se les traían flores frescas desde París todos los días, mientras su gente sufría de hambre. Ya se tenía el antecedente de la toma de La Bastilla que acabó con el despotismo de la monarquía: el "denles pasteles", le costó la cabeza a la reina.
El otro país desde luego es China, aunque ya más hacia la mitad del siglo XX. Quienes se han seguido por esta vía están Cuba, Norcorea y Venezuela.
Sin embargo, la historia se ha empecinado a demostrar que no funcionan estas ideas en el largo plazo. Rusia prácticamente quebró y se disolvió con la caída del muro de Berlín en 1989. China, con la guía de Deng Xiaoping y su famosa frase de principios de los 60: "da igual que el gato sea blanco o negro, lo importante es que cace ratones" impulsó reformas económicas de mercado que han tenido efectos hasta nuestros días con tasas de crecimiento pocas veces vistas en la historia de la humanidad, salvo por las alcanzadas precisamente en las épocas de la revolución industrial.
En el resto de los países que todavía se aferran a esas ideas, se aplica la máxima de todos somos iguales, pero otros somos más iguales que los demás: Acaban siendo más bien dictaduras por las que no se suelta el poder, y regresan al inicio con el pueblo igual de pobre y engañado y que tiene que volverse a levantar en armas.
¿Hay algo que realmente vea por el bienestar de la gente? Sí, aquello que permita tener trabajo. El tener trabajo por el que uno mismo puede, no solo llevar sustento a su familia, sino crear fuentes de trabajo que a su vez crean bienestar es la solución a todos los males. Bueno, no a todos los males por lo que se necesita un estado fuerte que mantenga la cancha pareja para que cada uno haga lo que mejor sabe hacer. La pandemia y las decisiones ideológicas han hecho perder su trabajo a muchas personas y claro que se da uno cuenta de que es lo que le conviene más: mantener su trabajo.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.