Imaginemos que tiene un cliente que le representa más del 50 por ciento de sus ingresos. ¿Cómo lo trataría? ¿Lo denostaría cada vez que puede? Si tuviera el poder de hacerlo, ¿lo mandaría al matadero de las redes sociales para que lo juzgaran y despedazaran? O, ¿lo cuidaría? .
Además, ese mejor cliente no solo le genera más de la mitad de su sueldo y el de sus colaboradores, sino que crea fuentes de trabajo que le repercuten en mayores ingresos para llevar a cabo sus planes. Yo sí lo cuidaría y buscaría que le fuera bien …. para que a mí también me fuera bien.
Normalmente así pensaría cualquiera que ha tenido alguna noción de lo que cuesta ganar dinero. Pero, sí a alguien toda su vida no le ha costado nada el recibir ingreso, pues no se da cuenta del valor, no solo del dinero por sí mismo, sino quizá hasta más importante, el sentimiento de que uno ha aportado a la sociedad. No de que se vive de ella.
De acuerdo al informe sobre la operación recaudatoria a Septiembre 2020, emitido por Hacienda, de un total de 60, 024,799 contribuyentes, los denominados Grandes contribuyentes son 11,980 entidades que representan apenas el 0.02 por ciento del padrón. Este rubro abarca a las empresas con ingresos anuales superiores a mil 517 millones de pesos e incluyen empresas en el sector financiero, a las empresas extranjeras con operaciones en México, a las empresas que integran sus resultados fiscales (grupos), a la industria petrolera y también a PEMEX y CFE.
Pues ese 0.02 por ciento del numero de contribuyentes, representó el 51 por ciento del total de la recaudación de 2019 que, en su totalidad fue de 3,202,651 millones de pesos. Ciertamente está PEMEX y CFE pero… sus ingresos dependen de todos nosotros y, claro, también de los Grandes Contribuyentes.
¿Cómo explicar que a esos Grandes Contribuyentes que son fuente directa e indirecta de una muy buena parte de la recaudación, se les esté buscando que, -al buen entendedor, pocas palabras (y mucha acción)- cierren sus empresas o bien que se vayan del país esos capitales? ¿No ese ese el mensaje? No sé que otro sería si después de invertir cientos o inclusive miles de millones de pesos, con consultas patito y con estridencias, se les cierra la puerta y se evita generar fuentes de trabajo. En cualquier ámbito disponible, los atacan.
Del total de la recaudación salen los sueldos y salarios de todos quienes laboran en la administración pública. Salen los servicios como alumbrado, por poner un ejemplo, pero también los sueldos del poder judicial así como del poder legislativo. ¡Ah! Se me pasaba, también de ahí salen los más de 5,000 millones de pesos que se dedican a los partidos políticos, caray que descuido de mi parte en casi olvidar eso (por supuesto es un sarcasmo).
¿Fomentar que exista más inversión y que la gente tenga trabajo? ¿Promover un estado de derecho que proteja a quien arriesga su dinero? ¿Evolucionar de economías de mercados emergentes cuyo riesgo político claro que lo toman en cuenta los inversionistas? Por supuesto, teniendo un Gobierno fuerte que regule adecuadamente y permita tener un suelo parejo para fomentar la libre competencia.
No, claro que no. Por encima de todo y de todos está su ideología. Claro que es una ideología digamos, un poco diferente a lo que dice la teoría que debiera de ser, porque mientras en lo personal muchos -no todos- pregonan una cosa, viven de otra manera y ¡de que manera! La energía no se crea ni se destruye solo se transforma. Las gentes con esa ideología no transforman y mucho menos crean, solo destruyen.
Esta es una columna de opinión. Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad únicamente de quien la firma y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.