Mundo empresa

CFO del siglo XXI: De guardián financiero a motor de crecimiento

Descubre cómo el CFO del siglo XXI ha evolucionado de ser un guardián financiero a convertirse en un motor estratégico de crecimiento, impulsando la innovación, la sostenibilidad y el bienestar social en las organizaciones.

Tradicionalmente, el papel del director financiero o CFO ha estado orientado a gestionar de forma óptima los recursos de la organización, visualizándose esta posición como una gran aduana que controla los gastos de opex y capex, así como el flujo de efectivo y los riesgos financieros de la propia organización. Esta conceptualización emana, en gran parte, de la formación académica del CFO, que descansa fuertemente en bases contables e incluso en el estudio de alguna ingeniería.

Actualmente, las tensiones geopolíticas y su impacto en las cadenas de suministro, así como la emergencia de la gran volatilidad económica, social y climática, son elementos que provocan una franca evolución en el papel tradicional del CFO. Su rol de guardián de recursos debe transformarse en el motor del desarrollo organizacional y ser un factor estratégico para potenciar el crecimiento responsable y duradero de la empresa.

Uno de los aspectos fundamentales para alcanzar esta meta es, sin duda, la habilidad del CFO para desarrollar una mentalidad estratégica que, si bien promueva y premie la eficiencia en todas las unidades de la empresa, brinde cuerpo y vida a un espíritu de grupo que logre las metas fijadas por los órganos de gobernanza de la organización.

Es vital que el CFO asuma un liderazgo estratégico e incorpore la visión y expectativas de todos los grupos de interés, para encaminar los procesos de la organización hacia la satisfacción integral de esas demandas. Para ello, son imprescindibles habilidades estratégicas de comunicación que permeen de arriba hacia abajo y a la inversa, transmitiendo los objetivos fijados por la alta dirección y creando verdaderos equipos de alto desempeño, incluyentes y diversos, que visibilicen el talento y una conducta empresarial responsable como el mayor activo de la organización.

El CFO del siglo XXI, por lo tanto, no solo debe fomentar la mejora lineal del negocio al estandarizar procesos y utilizar el gran poder de cómputo actual para digitalizar información o eliminar reprocesos, sino que, desde su ADN, deben surgir vías de innovación para aprovechar la inteligencia artificial generativa, permitiendo alinear de forma integral las tecnologías de información con los objetivos de la organización.

Debe tener una mentalidad de gestión empresarial sostenible que se traduzca en políticas específicas de gobernanza. Sin duda alguna, las inversiones tempranas que se realicen para mitigar los riesgos climáticos representan un factor de ventaja comparativa importante.

Lo antes expuesto da sentido y relevancia al Premio CFO del Año IMEF, que se entregará el próximo 12 de octubre a aquellos CFOs del siglo XXI que son verdaderos motores del crecimiento económico de sus organizaciones y contribuyen de forma activa al desarrollo y bienestar social de nuestro país. ¡Felicidades a todos los finalistas y ganadores!


Lili Domínguez, Consejera Nacional IMEF | dominguezlili0@gmail.com

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