A menudo los adultos recuerdan sus años de adolescentes, entre los 13 y 17 años, como algunos de los mejores años de su vida. Una época para ser jóvenes, libres y sin preocupaciones; el momento de cometer errores y aprender para el futuro. Pero para los jóvenes como José*, ser despreocupado, libre o cometer errores no es una opción.
"Ser joven en El Salvador puede ser peligroso", explica. "Cuando sales, las pandillas te acosan. Quieren que les hagas favores, que cobres sus honorarios o que les avises cuando viene la policía", dice José*.
Mientras que algunas mujeres jóvenes se ven forzadas a tener relaciones sexuales con pandilleros, los hombres jóvenes son utilizados para traficar drogas, hacer recados o convertirse en miembros de tiempo completo de los grupos. "Es una decisión difícil. Si dices que no, te amenazan o lastiman a tu familia", agrega.
José huyó dos veces a un país vecino, pero fue deportado a casa en ambas ocasiones. Ahora está tratando de hacer que su comunidad sea más segura, para que otros puedan quedarse.
Esta nota es de ACNUR y se publica bajo una alianza editorial con El Financiero para difundir el trabajo de la institución. Si quieres conocer más del trabajo que ACNUR hace, da clic aquí.