“En mi país, esta crisis ha afectado a muchas personas. La gente tiene miedo. Algunos han huido de sus hogares, otros se han marchado a Nigeria y han dejado atrás a sus familias. Esta crisis nos ha afectado de múltiples formas. Vinieron a nuestro pueblo y quemaron las casas de personas inocentes; hubo enfrentamientos e incluso mataron a algunos de nuestros jóvenes”.
Rosemary describía así la crisis en las regiones del noroeste y suroeste de Camerún cuando se encontraba en el hospital del distrito de Mamfe, en el suroeste del país. Había tenido complicaciones durante el embarazo y, cuando empezó a sangrar, buscó atención médica. Al no tener acceso a los servicios de salud en su localidad, tuvo que caminar durante un día entero desde su casa en la aldea de Bache hasta Saatum, y allí llamaron a una ambulancia de Médicos Sin Fronteras para que la trasladaran.
La historia de Rosemary no es inusual en las regiones del noroeste y suroeste de Camerún, en las que una crisis política ligada inicialmente a las demandas de mayor autonomía degeneró en una crisis de violencia armada entre las fuerzas de seguridad camerunesas y grupos separatistas armados. Los enfrentamientos armados se han convertido en una realidad cotidiana, lo que restringe gravemente el acceso de la población a la atención médica e instalaciones sanitarias, y otros servicios básicos. La llamada ‘crisis anglófona’ ha causado un sufrimiento incalculable entre la población. Se han perpetrado actos de extrema violencia contra la población civil, el personal sanitario, e incluso los niños y niñas en las escuelas; se han impuesto bloqueos; y el acceso a la salud ha disminuido.
La ONU estima que cerca de una de cada cinco instalaciones sanitarias ha dejado de prestar servicio en las dos regiones debido a la crisis actual, y más de 700 mil personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. Estas dos cifras reflejan una realidad dramática para aquellas personas que necesitan servicios de salud esenciales. Quienes han huido de la violencia suelen refugiarse en el monte —lejos de los centros médicos—, en lugares donde se exponen a la malaria, las infecciones o las mordeduras de serpiente, que a menudo son inaccesibles para los vehículos de emergencia, como las ambulancias o incluso las motocicletas.
En palabras de Zakaria Mwatia, coordinador de operaciones de MSF en el suroeste: “el reducido acceso a los centros de salud, unido al hecho de que muchas personas no pueden permitirse la atención médica que presta el Estado, hace que, incluso en los entornos urbanos, recibir tratamiento se convierta en un reto. Por eso, la provisión de un servicio de ambulancias gratuito, y las derivaciones a atención médica gratuita, son un salvavidas para esta situación”.
Desde 2018, MSF gestiona un servicio de ambulancias que funciona las 24 horas del día y los 7 días de la semana, atención comunitaria y apoyo a los centros de salud de las dos regiones. En 2020, se llevaron a cabo casi 9 mil traslados a través del servicio de ambulancias. Sin embargo, en diciembre de 2020, las autoridades camerunesas prohibieron que MSF prestara atención médico-humanitaria en el noroeste del país, aunque los servicios médicos pudieron continuar en el suroeste; esta suspensión continúa en vigor.
En el suroeste de Camerún, el servicio de ambulancias efectuó 3 mil 956 derivaciones en 2020. La mayoría de las llamadas fueron por cuestiones médicas no relacionadas con la violencia, como es el caso de mujeres de parto. Todos los lunes hay un bloqueo impuesto por grupos armados que impide a la población salir de sus casas, lo que dificulta enormemente el acceso a los hospitales en caso de urgencias médicas. Durante estos y otros bloqueos, el centro de recepción de llamadas del servicio de ambulancias de MSF registró un aumento de más del 20 por ciento, comparado con días de actividad normal. Es la única organización que ofrece un servicio de ambulancias gratuito en el suroeste.
Aunque la naturaleza y la frecuencia de las llamadas que recibe MSF ilustran algunas de las necesidades del suroeste del país, también es evidente que siguen existiendo importantes lagunas en la atención médica que recibe la población. “No hay que subestimar los efectos de esta crisis en la población. Nuestro apoyo a los hospitales, el personal médico comunitario y el servicio de ambulancias son esenciales para la población de esta zona, pero las necesidades son enormes y nuestro trabajo es una pequeña gota de agua en un inmenso océano. Aún queda mucho por hacer”, declara Zakaria Mwatia.
Al tiempo que se hace patente la magnitud de esta crisis, continúan los ataques contra el personal sanitario, las instalaciones y las ambulancias a manos de hombres armados. Desde los secuestros y las amenazas, hasta los actos de violencia en las instalaciones sanitarias, está claro que quienes trabajan en el sector médico y humanitario se ven obligados a desarrollar su actividad en un escenario cada vez más restringido.
Desde que MSF comenzó a operar un servicio de ambulancias en las regiones del noroeste y suroeste de Camerún en 2018, el personal de enfermería, chóferes y pacientes de las ambulancias han sufrido hostigamiento, amenazas e intimidaciones de forma habitual, por parte de hombres armados. Con todo, los pacientes siguen siendo atendidos en el suroeste del país sin distinción, al igual que sucedía en el noroeste antes de la suspensión de las actividades: tanto los soldados heridos del Estado como los combatientes heridos separatistas y la población civil reciben atención médica de MSF cuando la necesitan, de acuerdo con la ley internacional humanitaria (artículo 3 de la Convención de Ginebra) y la ética médica humanitaria.
Si bien los trabajadores de MSF reciben amenazas y son objeto de ataques, otras entidades médicas —inclusive la comunidad humanitaria y el Ministerio de Salud de Camerún— también están expuestas a los mismos riesgos. En definitiva, quien sufre las consecuencias de esta situación es la población.
MSF trabaja en Camerún desde 1984. La organización cuenta actualmente con proyectos médicos y humanitarios en el extremo norte y en las regiones del suroeste del país. En el extremo norte estamos presentes desde 2012, con servicios como atención quirúrgica, atención materna y obstétrica y atención psicológica.
MSF ha trabajado en el noroeste y suroeste desde 2018 para brindar atención de maternidad y obstetricia; servicios de cirugía; tratamiento de enfermedades como malaria, cólera y COVID-19; y un servicio de ambulancia disponible 24/7 para trasladar a las personas al hospital en el caso de que se produzca una urgencia médica. En diciembre de 2020, las actividades en el noroeste del país tuvieron que ser suspendidas a instancias de las autoridades camerunesas, sin que se hayan reiniciado por el momento. Trabajamos en todas estas regiones en función de las necesidades de la población. Toda la atención que brinda MSF es gratuita y se desarrolla con arreglo a la ética médica.