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2020 fue un ‘infierno’ (literal) para la Amazonía por incendios

Este bosque captura más carbono del que emite, pero pronto emitirá más de lo que almacena si continúa al mismo ritmo la deforestación.

La temporada de incendios en la Amazonía (junio-octubre) se verá agravada por una intensa sequía y una mayor deforestación. (Shutterstock)

Los incendios forestales que afectaron el año pasado el sur de la Amazonía y la cercana región del Pantanal fueron los peores que se han registrado, principalmente debido a la mortal combinación de sequía y actividad humana.

Estos incendios catastróficos hicieron que 2020 fuera más destructivo incluso que 2019, el anterior récord de daños por incendios, según el nuevo reporte ‘Estado del clima en América Latina y el Caribe 2020′, de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) publicado este martes. Los incendios causaron daños irreversibles a ecosistemas vitales y a las personas que dependen de ellos.

“La continua deforestación es uno de los factores que perpetúa estos incendios forestales”, explicó José Marengo, autor principal del informe y director del Centro Nacional de Monitoreo de Desastres Naturales en São Paulo. “La cuenca del Amazonas ha experimentado un aumento en la deforestación ilegal y legal en los últimos cuatro años”.

América Latina y el Caribe albergan casi el 60 por cineto de los bosques nativos que quedan en el mundo. Juntos almacenan unas 104 gigatoneladas de carbono, parte del cual se devuelve a la atmósfera cuando los bosques se queman. Solo la cuenca del río Amazonas, que se extiende por nueve países, almacena el 10 por ciento del carbono mundial.


El bosque tropical más grande del mundo, la Amazonía, captura más carbono del que emite, lo que lo convierte en lo que se conoce como sumidero de carbono. Pero el ecosistema está al borde de convertirse en una fuente neta de carbono, y pronto emitirá más de lo que almacena si la pérdida de árboles continúa al ritmo actual, según un informe científico publicado en la revista Nature en julio.

Los investigadores responsables del estudio realizaron 590 vuelos sobre la Amazonía entre 2010 y 2018 para medir las emisiones de dióxido y monóxido de carbono. Descubrieron que, de hecho, la Amazonía fue temporalmente un emisor neto de gases de efecto invernadero entre 2010 y 2016, cuando la zona sufrió una intensa sequía. “Este cambio puede convertirse en permanente si el calentamiento global, la deforestación y el aumento de la concentración de dióxido de carbono continúan”, señaló Marengo.

Entre enero y julio de este año se registraron menos incendios en la Amazonía brasileña que en 2019 y 2020, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil, o INPE. La temporada de incendios, que generalmente se extiende de junio a octubre, podría verse agravada por una sequía sin precedentes y una mayor deforestación. Los datos de INPE también mostraron que la nueva deforestación en la Amazonía entre marzo y junio de este año fue la más alta desde al menos 2015.

“Los incendios y la deforestación están amenazando ahora uno de los mayores sumideros de carbono del mundo, con repercusiones de gran alcance y de larga duración”, apuntó el secretario general de la OMM, Petteri Taalas. “La región de América Latina y el Caribe es una de las más afectadas por los fenómenos hidrometeorológicos extremos”.

El informe también determinó que los eventos relacionados con el clima han provocado la pérdida de 312 mil vidas y afectaron directamente a más de 277 millones de personas entre 1998 y 2020. La región ha sido afectada por altas temperaturas, sequías récord, inundaciones, aumentos del nivel del mar, ciclones tropicales y el deshielo de glaciares.

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