Más de 130 países han forjado un acuerdo para aplicar cambios radicales a la forma en que son gravadas las ganancias corporativas de las grandes transnacionales. El objetivo: prevenir que las multinacionales coloquen sus ganancias en países donde los impuestos corporativos con muy bajos o inexistentes, mejor conocidos como paraísos fiscales.
El acuerdo fue conseguido el viernes entre 136 países luego de negociaciones supervisadas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, (OCDE). Actualizaría un siglo de reglas fiscales internacionales para responder a los cambios traídos por la globalización y la digitalización.
El punto más importante: un impuesto global mínimo de 15 por ciento, una iniciativa clave promovida por el presidente estadounidense Joe Biden y la secretaria del Tesoro Janet Yellen.
Yellen dijo que el impuesto mínimo pondrá fin a décadas de una “carrera hacia el fondo” en la que las tasas de impuestos corporativos han caído a medida en que los paraísos fiscales buscaban atraer a corporaciones que busquen sacar provecho de las tasas bajas a pesar de que hacen pocos negocios en esas localidades.
A continuación, un vistazo a los aspectos claves del acuerdo:
¿A cuáles problemas responde?
En la economía actual, las multinacionales ganan cada vez más ingresos de cosas intangibles, como marcas registradas y propiedad intelectual. Esos intangibles son fáciles de mover y las compañías globales pueden asignar las ganancias que ellos generan a una subsidiaria en un país con tasas de impuestos muy bajas.
Algunos países compiten por recibir ingresos foráneos, usando tasas sumamente bajas para atraer a las compañías, creando enormes bases de impuestos que generan grandes ingresos pese a que se aplican las tasas de impuestos que apenas superan el cero. Entre 1985 y 2018, la tasa básica global de impuestos corporativos cayó de 49 a 24 por ciento. Para 2016, más de la mitad de todas las ganancias corporativas estadounidenses estaban en siete paraísos fiscales: Bermudas, Islas Caimán, Irlanda, Luxemburgo, Holanda, Singapur y Suiza. Eso le cuesta al Tesoro estadounidense 100 mil millones de dólares al año, de acuerdo con un cálculo.
¿Cómo funcionaría un impuesto global mínimo?
La idea básica es simple: los países legislarán una tasa de impuesto global mínimo de al menos 15 por ciento para las grandes transnacionales cuyos ingresos superen los 750 mil millones de euros (864 mil millones de dólares).
Entonces, si las compañías tienen ganancias no gravadas o apenas gravadas en uno de los paraísos fiscales, su país base impondría un impuesto compensatorio que elevaría la tasa a 15 por ciento.
Eso haría inútil para una compañía usar los paraísos fiscales, toda vez que el impuesto evadido allí sería cobrado en su país. Por esa misma razón, eso significa que la tasa mínima entraría en vigor aún si los paraísos fiscales individuales no participan.
¿Cómo lidiaría el plan con la economía digitalizada?
El plan también permitiría que los países gravaran parte de los ingresos de las 100 compañías más grandes cuando hacen negocios en lugares en los que no tienen presencia física. Eso puede ser a través de ventas minoristas o publicidad en internet. El impuesto sería aplicable solamente a una porción de las ganancias sobre un margen de ganancias de 10 por ciento.
A cambio, otros países abolirían sus impuestos unilaterales sobre servicios digitales a gigantes estadounidenses como Google, Facebook y Amazon. Eso evitaría conflictos comerciales con Washington, que argumenta que esos impuestos se centran injustamente en compañías estadounidenses y ha amenazado con aplicar nuevos aranceles.
¿Aprueba todo el mundo el acuerdo?
Algunos países en desarrollo y grupos de ayuda y activismo como Oxfam y Tax Justice Netwok, basado en Gran Bretaña, dicen que la tasa de 15 por ciento es muy baja y que deja sin tocar demasiados ingresos tributarios potenciales. Y aunque el mínimo global captaría unos 150 mil millones de dólares en ingresos nuevos para los gobiernos, la mayoría de ello iría a parar a países ricos porque es ahí donde la mayoría de las multinacionales tienen sus bases.
Un panel de la ONU sobre Responsabilidad, Transparencia e Integridad Financieras Internacionales había recomendado una tasa mínima de entre 20 y 30 por ciento. En un reporte este año, el panel dijo que una tasa demasiado baja puede incentivar a los países a reducir sus tasas para mantenerse competitivos.
Los países que participaron en las conversaciones, pero que no firmaron el acuerdo fueron Kenia, Nigeria, Pakistán y Sri Lanka.
¿Cuál es el papel de EU en el acuerdo?
La agenda de impuestos de Biden está varada por las negociaciones entre los demócratas en el Congreso, donde la magnitud de los gastos y las propuestas de alzas de tasas siguen en debate, pero el gobierno ha afirmado que debe expandir el impuesto global mínimo estadounidense para convencer a otros países a que lo hagan también.
Biden ha retrocedido algo en sus propuestas iniciales con las opiniones de los legisladores. El plan más reciente de la Comisión de Recursos y Arbitrios de la Cámara de Representantes habría aumentado el impuesto global mínimo a 16.5 por ciento, desde el 10.5 por ciento. El presidente inicialmente quería 21 por ciento como la tasa global mínima estadounidense. Los ingresos corporativos nacionales serian gravados en un 26.5 por ciento, desde el 21 por ciento actual.
La participación de Estados Unidos en el acuerdo es crucial, porque muchas transnacionales tienen sus sedes en el país. Un rechazo completo de la propuesta de Biden de un impuesto global mínimo socavaría severamente el acuerdo.
Manal Corwin, directora de impuestos en la firma de servicios profesionales KPMG y ex funcionaria del Departamento del Tesoro en el gobierno de Barack Obama, dijo que la eliminación de los impuestos digitales unilaterales (DST) proveería “una motivación muy fuerte” para que Estados Unidos participara. Eso se debe a que el acuerdo evitaría una destructiva disputa comercial que pudiera extenderse a compañías en otros sectores de la economía.
“Cuando entras en un duelo de aranceles, los aranceles no son impuestos necesariamente a las empresas en el centro del asunto debatido”, dijo. “Hoy pudieran ser DST y mañana otra medida unilateral”. Dijo que los impuestos internacionales necesitan estabilidad y consenso “para alentar inversiones y crecimiento... el desplome del consenso global, si comienza con DST, puede expandirse a otras cosas”.
¿Cómo entraría en vigor el acuerdo?
El acuerdo será llevado ante el Grupo de los 20, donde su aprobación es muy probable, teniendo en cuenta que esos 20 miembros lo firmaron el viernes. La implementación entonces pasa a las naciones individuales.
El impuesto sobre las ganancias donde las compañías no tienen presencia física requeriría que los países firmaran un acuerdo intergubernamental para 2022, con implementación en 2023. El mínimo global sería aplicable por los países individuales usando reglas desarrolladas por la OCDE. Si Estados Unidos y los países europeos donde están la mayoría de las multinacionales legislan esos mínimos, eso tendría mucho del efecto deseado.