Rusia está señalando que no hará todo lo posible para ofrecer a los consumidores europeos gas adicional para aliviar la actual crisis energética a menos que obtenga algo a cambio: la aprobación regulatoria para comenzar los envíos a través del controvertido gasoducto Nord Stream 2.
A cambio de aumentar el suministro, Rusia quiere obtener la aprobación de Alemania y la Unión Europea para comenzar a usar el gasoducto hacia Europa, según personas cercanas al gigante de gas estatal Gazprom y al Kremlin.
“No podemos ir al rescate solo para compensar los errores que no cometimos”, aseguró en una entrevista Konstantin Kosachyov, un importante legislador pro-Kremlin en la Cámara Alta del Parlamento, sin especificar lo que Rusia está buscando.
“Estamos cumpliendo todos nuestros contratos, todas nuestras obligaciones. Todo lo que se sume a eso debería ser objeto de acuerdos adicionales voluntarios y de beneficio mutuo”, abundó.
Como para subrayar el punto, el operador del gasoducto dijo el lunes que su primera línea está llena del llamado gas técnico y lista para comenzar a operar, aunque no puede enviarlo hasta que se otorgue la aprobación regulatoria. Ese anuncio se produjo horas después de que los precios del gas en Europa se dispararan tras la noticia de que Gazprom había ofertado nuevamente por solo una pequeña cantidad de capacidad para enviar el combustible a Europa a través de otras rutas.
A medida que el aumento de los costos de los combustibles ha provocado mayores estragos económicos, crece la presión sobre Rusia, el mayor proveedor de Europa, para suministrar más. El gas adicional ruso se considera el camino principal para evitar una crisis de oferta aún más profunda en medio del invierno, pero con las relaciones con Europa congeladas después de años de sanciones y otras tensiones, el Kremlin no tiene ganas de hacer ningún favor.
Aunque las exportaciones a Europa han aumentado este año con respecto a los bajos niveles del año pasado, son inferiores a los observados en 2019, según el Instituto de Estudios Energéticos de Oxford. Los flujos diarios han caído en octubre y Gazprom ha tardado en rellenar las instalaciones de almacenamiento que posee en Europa, lo que se suma a la presión al alza sobre los precios. Rusia ha culpado de la crisis a un cambio demasiado apresurado a depender de los mercados spot y las fuentes de energía alternativas.