El potente tifón Rai golpeó este jueves el centro de Filipinas, dejando al menos 12 muertos, inundaciones en islas turísticas, y daños en edificios como hoteles y aeropuertos, según dijeron las autoridades.
El tifón Rai se debilitó ligeramente tras tocar tierra en la costa sureste del país, pero se mantuvo letal y destructivo, con vientos sostenidos de 150 kilómetros por hora y rachas de hasta 205 km/h.
Las autoridades estaban evaluando el alcance de los daños y las víctimas causadas por uno de los tifones más potentes que han azotado el país en los últimos años, pero señalaron que sus esfuerzos se estaban viendo obstaculizados por los cortes de electricidad generalizados, los fallos en las comunicaciones y las carreteras atascadas con árboles caídos y escombros.
Testigos describieron fuertes vientos que arrancaron tejados y derribaron árboles, mientras que otros sufrieron graves inundaciones que atraparon a los residentes en sus casas, incluyendo en las orillas de ríos desbordados.
“Nunca había vivido tal ferocidad del viento en mi vida y ni siquiera sufrimos un impacto directo”, dijo Jerry Trenas, alcalde de la ciudad de Iloilo, en el centro del país. De acuerdo con el regidor, al menos una residente falleció tras ser alcanzada por bambú derribado por la tormenta.
Otras once personas murieron tras ser golpeadas por árboles caídos, muros derribados y tejados o escombros, y había siete vecinos estaban desaparecidos, según dijo Ricardo Jalad, que dirige la agencia gubernamental de respuesta a emergencias, al presidente del país, Rodrigo Duterte, en una reunión televisada. El viento o las inundaciones causaron daños en muchas viviendas y edificios como un aeropuerto y un hotel, según las autoridades.
En la provincia de Bohol, también en el centro del país y que sufrió el impacto directo del tifón, muchos residentes seguían atrapados por segundo día en el tejado de sus casas en la localidad ribereña de Loboc debido a las inundaciones, explicó el gobernador, Arthur Yap. En su propia casa, el agua llegaba a la segunda planta, explicó.
Yap pidió la ayuda de voluntarios de otras regiones para ayudar a saltar a los residentes y añadió que tanto él como otros funcionarios estaban tratando de encontrar una forma de llevar barcos de rescate a Loboc.
“Cientos de familias están atrapadas en sus tejados ahora mismo”, contó Yap a la radio DZBB, añadiendo que los residentes estuvieron expuestos a la lluvia y el viento durante la noche. “Necesitamos rescatistas. Lo importante ahora es salvar vidas”.
La situación en otras localidades de la región no estaba clara por el momento por la falta de electricidad, agregó Yap.
La Guardia Costera rescató el jueves a residentes atrapados en aguas que les llegaban hasta el pecho en una provincia del sur donde las lluvias torrenciales anegaron aldeas. En la ciudad sureña de Cagayan de Oro, las imágenes mostraron a dos rescatistas tratando de mantener a un bebé de un mes dentro de un barreño sobre el agua y protegiéndolo de la lluvia y el viento con un paraguas.
Según Karlo Nograles, vocero presidencial, más de 332 mil personas fueron evacuadas de aldeas de alto riesgo a medida que el meteoro se acercaba por el Océano Pacífico, incluyendo casi 15 mil que fueron a centros de evacuación. En estos albergues, la aglomeración complicó los esfuerzos para mantener la distancia social luego de que las autoridades detectaron los primeros casos de la variante ómicron del coronavirus en el país. La campaña de vacunación contra el COVID-19 se suspendió en las provincias golpeadas por el tifón.
Unas 20 tormentas y tifones golpean Filipinas cada año. El archipiélago también se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, una zona de actividad sísmica, lo que lo convierte en uno de los países del mundo más propensos a los desastres.