A unas semanas de realizarse los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, China enfrenta varios brotes de coronavirus en media docena de ciudades. La contagiosa variante ómicron impulsaba el brote más cercano a la capital.
Con el éxito de los Juegos y el orgullo nacional chino en juego, Beijing redobló su política de tolerancia cero contra el virus.
Más de 20 millones de personas todo el país están bajo alguna forma de confinamiento, muchas de ellas sin poder salir de sus casas.
Tianjin, ciudad que se encuentra a solo a una hora de Beijing, está en alerta, aunque evitó una cuarentena completa como la de Xi’an, una ciudad de 14 millones de personas.
En su lugar, aisló varias áreas residenciales y universidades, canceló casi todos los vuelos, suspendió los servicios de tren de alta velocidad y cerró autopistas. La gente que abandonaba la ciudad debía presentar una prueba negativa de COVID-19 y obtener un permiso especial.
La ciudad hizo el miércoles una segunda ronda de pruebas masivas para sus 14 millones de habitantes y les pidió que se quedaran en casa hasta recibir un resultado negativo.
Sin embargo, las restricciones para la población en Tianjin seguían siendo relativamente laxas.
“Todo va bien, los supermercados y restaurantes, se puede ir a todo con normalidad”, dijo Yu Xuan, que trabaja en una universidad en Tianjin.
Las medidas son mucho más exigentes en Xi’an, al oeste, y en varias ciudades de la provincia de Henan, lo que provocó quejas de que personas recluidas en sus apartamentos se estaban quedando sin comida.
China ha mantenido una política firme control casi desde el principio de la pandemia, comenzando por la medida sin precedentes de aislar a 11 millones de personas de la ciudad central de Wuhan, donde se detectó primero el virus, junto con otras partes de la provincia de Hubei en enero de 2020.
Beijing ha combatido los brotes locales con cuarentenas, estrictos controles de fronteras y rastreo de contactos, con la ayuda de una vigilancia digital redoblada. Las medidas han impedido por ahora un brote nacional. La tasa de vacunación supera el 85 por ciento.
Está previsto que las justas olímpicas comiencen el 4 de febrero y el personal de apoyo ya está llegando a la ciudad, de modo que la tarea de mantener el virus a raya se ha vuelto aún más crucial. Una cuestión clave es si las salvaguardas de Beijing aguantarán ante la variante ómicron.
China reportó 124 contagios locales el jueves, incluidos 76 en la provincia de Henan y 41 en Tianjin. Las autoridades han reportado un total de 104 mil 379 casos, 3 mil 460 de ellos activos, y 4 mil 636 muertes, una cifra que no ha cambiado en meses.
La falta de grandes brotes en China implica que la población sólo cuenta con la protección de las vacunas, no de anticuerpos producidos por infecciones previas, señaló la doctora Vineeta Bal, una destacada inmunóloga india.
“Los Juegos Olímpicos serían la primera prueba”, dijo Bal, que señaló que ómicron “puede viajar fácilmente a China”.
A diferencia de la burbuja empleada en los Juegos de Tokio, en Beijing no habrá contacto entre las personas implicadas en las competiciones y el mundo exterior.
Funcionarios, deportistas, empleados y periodistas viajarán entre hoteles y recintos deportivos en vehículos designados, en lo que se ha descrito como un sistema de circuito cerrado. Los ciudadanos chinos tendrán que hacer tres semanas de cuarentena para abandonar la burbuja.
Incluso la basura se procesará por separado.
Si las medidas se aplican de forma estricta, deberían impedir la expansión del virus dentro de la burbuja, dijo Kei Saito, virólogo de la Universidad de Tokio. Pero la cuestión cambia fuera.
“Ómicron es de tres a cuatro veces más contagiosa que delta”, dijo Saito. “Creo que es casi imposible controlar la expansión de ómicron”.
Sin embargo, y pese a la pandemia y a controversias como un boicot diplomático a los Juegos liderado por Estados Unidos, los organizadores están decididos a que el evento siga adelante.
“El mundo mira a China, y China está preparada”, dijo el presidente de China y líder del Partido Comunista chino, Xi Jinping, durante una gira de inspección de los recintos olímpicos la semana pasada.