Tres meses después de enviar un equipo de respuesta de emergencia para asistir a personas migrantes y refugiadas que cruzan de Bielorrusia a Polonia, Médicos Sin Fronteras (MSF) ha retirado a sus equipos después de que las autoridades polacas les impidieran repetidamente el acceso a la región fronteriza boscosa, donde sobreviven grupos de personas en temperaturas bajo cero, con una necesidad desesperada de asistencia médica y humanitaria.
“Desde octubre, MSF ha solicitado, repetidamente, acceso al área restringida y los puestos de la guardia fronteriza en Polonia pero sin éxito,” dice Frauke Ossing, coordinador de emergencias de MSF para Polonia y Lituania.
“Sabemos que aún hay personas cruzando la frontera y escondiéndose en el bosque, necesitando ayuda, pero aunque estemos comprometidos con asistir a las personas en movimiento en donde sea que estén, no hemos podido llegar a ellas en Polonia.”
Desde junio de 2021, miles de personas han intentado llegar a la UE cruzando desde Bielorrusia a Polonia, Lituania y Letonia. En respuesta, Polonia ha construido vallas fronterizas, ha traído a sus fuerzas armadas y declarado estado de emergencia a lo largo de la zona fronteriza. Esta área se ha controlado estrictamente con acceso restringido, incluso para organizaciones de ayuda, grupos voluntarios y los medios.
Durante los últimos seis meses, ha habido numerosos casos de guardias fronterizos polacos que devolvieron por la fuerza a personas migrantes y refugiadas a Bielorrusia, sin tener en cuenta sus intenciones para solicitar protección internacional y violando sus derechos.
El miedo a tales ‘retrocesos’ y violencia a manos de los guardias fronterizos ha llevado a mujeres, hombres, niños y niñas a intentar abrirse paso por la zona sin ser detectados, escondiéndose en los bosques en temperaturas invernales extremas sin comida, agua, refugio o ropa abrigadora. Al menos 21 personas han perdido la vida intentando el cruce durante el 2021.
Aunque el número de personas que intentan cruzar a la UE ha disminuido en los últimos meses, todavía hay grupos de personas migrantes y refugiadas en la región. El 18 de diciembre, nuestros equipos se unieron a una organización de sociedad civil polaca Salam Lab para brindar asistencia a cinco sirios y un palestino que lograron salir de la zona restringida. Informaron que habían sido devueltos por la fuerza a Bielorrusia en varias ocasiones y habían experimentado violencia por parte de los guardias fronterizos.
Nuestro equipo ha escuchado de primera mano numerosos reportes de violencia, que van desde el robo y destrucción de pertenencias personales hasta la intimidación, violencia intencional y agresión física en todos los lados de las fronteras. Hemos atestiguado lesiones físicas, que coinciden con estos relatos. Las personas están siendo atacadas y golpeadas a manos de los guardias fronterizos y, sin embargo, los oficiales estatales continúan permitiendo la práctica de empujar a las personas entre fronteras sabiendo que ese maltrato continúa.
Nuestros equipos han estado trabajando en Bielorrusia, Lituania y Polonia en respuesta a la crisis pero no han logrado obtener la autorización para entrar a las áreas fronterizas de ninguno de los tres países, a pesar de las reiteradas solicitudes a las autoridades respectivas.
Dado que las organizaciones de ayuda, las organizaciones no gubernamentales y grupos de personas voluntarias están bloqueados para acceder a la zona fronteriza en Polonia, en gran medida ha recaído en los residentes de las áreas restringidas brindar asistencia a las personas en movimiento.
Ossing afirma que no solo se ha impedido que las organizaciones entren a la zona restringida, sino que “algunas personas voluntarias han sido despreciadas e intimidadas, y se les ha destruido su propiedad en lo que se cree es un intento de impedir que brinden apoyo.” De acuerdo con Ossing, esto ha tenido un gran impacto en los residentes locales de la zona.
Estas personas migrantes y refugiadas que han logrado abrirse camino más allá de las áreas restringidas han recibido en gran parte ayuda humanitaria de organizaciones, grupos e individuos. Hemos brindado apoyo a estos grupos, además brindamos atención médica básica, salud mental y ayuda humanitaria para limitar el número de personas que lograron abrirse camino más allá de las áreas restringidas.
Nos preocupa que la política actual de restringir el acceso a organizaciones de ayuda y grupos de personas voluntarias pueda resultar en la muerte más personas migrantes y refugiadas. Estas políticas son una vez más otro ejemplo de cómo la UE crea deliberadamente condiciones inseguras para quienes buscan asilo en sus fronteras.
“La situación actual es inaceptable e inhumana. Las personas tienen derecho a buscar seguridad y asilo y no deben ser devueltas ilegítimamente a Bielorrusia,” asevera Ossing. “Esto está poniendo vidas en riesgo.”
Mientras los grupos humanitarios no gubernamentales e imparciales no puedan llegar a estas personas para proporcionarles agua, comida, ropa abrigada y atención médica, es probable que el número de muertes aumente a medida que las temperaturas sigan bajando.
MSF está retirando su equipo de respuesta de emergencia de la zona fronteriza polaca pero continuará trabajando en Polonia y – de acuerdo con los planes iniciales – está en proceso de establecer una oficina de país en la capital, Varsovia. Mientras tanto, nuestras actividades en respuesta a esta crisis continuarán en Lituania y Bielorrusia. En MSF seguimos comprometidos con ayudar a las personas migrantes y refugiadas.