La ciudad de Nueva York prevé que el nivel de riesgo de transmisión de COVID-19 aumente en las próximas semanas del actual nivel bajo a un nivel de riesgo medio, como consecuencia de la expansión de la subvariante ómicron BA.2.
“Esperamos que en las próximas dos semanas se vea un aumento del nivel de transmisión en la ciudad de Nueva York que nos llevará a un riesgo ligeramente más alto, de nivel bajo a nivel medio”, dijo el nuevo comisionado de Salud de la metrópoli, Ashwin Vasan, en un encuentro con medios de prensa.
No obstante, evitó el alarmismo sobre la nueva ola, e insistió en que la ciudad está mucho más preparada y subrayó la necesidad de llevar máscara facial en los lugares cerrados a pesar de que no sea obligatorio.
“Estamos tratando de evitar el resultado más grave y creo que estamos mejor preparados para hacerlo”, agregó Vasan, quien asumió el cargo a mediados de marzo.
La positividad en el estado de Nueva York se ha situado en el 4.77 por ciento, según datos oficiales, más del triple que el 1.4 por ciento registrado a principios de marzo, como consecuencia de la expansión de la subvariante ómicron BA.2.
Vasan también insistió en que, hasta el momento, las vacunas han mostrado “una fuerte protección contra enfermedades graves, contra la hospitalización y, por supuesto, contra la muerte”, dijo, antes de aseverar que la ciudad cuenta ahora con tratamientos orales para reducir la gravedad de los síntomas.
“No hay evidencias de que las vacunas sean menos efectivas contra (la subvariante) BA.2 en el caso de enfermedad grave, hospitalizaciones y muertes, y todavía estamos aprendiendo sobre la transmisión”, agregó.
Vasan reaccionaba así al anuncio hecho hoy por la Administración de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA, en inglés), que aseguró que las vacunas contra la COVID-19 no concuerdan con la subvariante BA.2, pero los refuerzos protegen contra el agravamiento, comparado con las dos primeras dosis.
El funcionario hizo también alusión a los problemas mentales, cuya incidencia ha aumentado como consecuencia de la pandemia y ha golpeado sobre todo a las minorías étnicas, lo que se ha convertido en una prioridad para su departamento.
“La pandemia de la COVID-19 ha proyectado la sombra de una segunda pandemia sobre la ciudad, y se ha cobrado un precio muy alto, el de nuestra salud mental, que vamos a tener que tratar durante muchos años”, dijo el responsable, quien admitió que en su propia familia se vio afectada por este problema, como “casi todas la familias”.
En este sentido, subrayó que su propósito es que la “salud mental sea una pieza central de la salud pública y de la recuperación” de Nueva York.