Entre el 25 de febrero y principios de abril, la ciudad de Hostomel, en las afueras de Kiev, fue escenario de brutales combates y durante un tiempo estuvo bajo el control de las fuerzas rusas. “Desde los primeros días de la guerra, cuando comenzaron las hostilidades en el territorio de la comunidad Hostomel, fue simplemente horrible. Había mucha gente herida. Heridas de metralla, contusiones, ese tipo de lesiones”, recuerda la doctora Olena Yuzvak. “Las personas estaban asustadas. Había que tranquilizarlas. No sabían lo que estaba pasando. No estábamos preparados para lo que sucedió”.
Durante las semanas siguientes, la Dra. Yuzvak hizo todo lo posible para seguir brindando atención médica. “Todo el tiempo que estuvimos bajo de la ocupación, los soldados se sentaban aquí en la clínica ambulatoria. No me movía por la comunidad porque era muy peligroso. Las personas venían a mi casa. Las y los vecinos traían medicamentos y yo tenía algunas existencias de algunos medicamentos. Los cortamos con tijeras y los distribuimos según fuera necesario. Algunas personas necesitaban antibióticos; otros medicamentos contra la hipertensión. Nos las arreglamos con lo que teníamos”, recuerda ella.
Cuando terminaron los combates y las tropas rusas se retiraron de la zona, el daño a la infraestructura civil era extraordinario. “Recuerdo que fuimos el primer día y estábamos en el coche, nadie hablaba. Lo que estábamos viendo era increíble. Todos estos tanques, los autos quemados. Y la destrucción... es inimaginable. Las personas entonces comenzaron a preguntar: ‘¿Cómo estás?’ “Todavía estoy vivo, pero mi esposo murió, mi hijo murió”. Es real en ese punto. Hasta entonces era como una película, no parecía posible”, relata la coordinadora de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), Anja Wolz.
Tan pronto como fue relativamente seguro hacerlo, un equipo de MSF comenzó a trabajar con la Dra. Yuzvak y otros profesionales médicos para reiniciar los servicios sanitarios en Hostomel. “La primera semana hicimos visitas domiciliarias. Nos acompañó una médica, Rachel, que ayudó a las personas a lidiar con malestares básicos, como el insomnio. Las personas estaban muy felices de vernos; no podían creer que ahora estuvieran relativamente seguras ... y que alguien pudiera proporcionarles atención médica. Ahora más y más médicos y médicas están regresando. Ahora estamos ayudando a los pacientes con atención de emergencia y proporcionando personal médico para las clínicas locales”, explica Kateryna Kycha, integrante del equipo de MSF.
El Dr. Svyatoslav Adamenko, que creció en Hostomel, regresó para ayudar. “Quienes no abandonaron Hostomel durante los combates son en su mayoría personas mayores o que están gravemente enfermas y no querían irse. La atención médica y las preguntas que recibimos son principalmente sobre enfermedades crónicas como la hipertensión, asma, a veces neumonía [porque las personas estaban durmiendo en sótanos en climas fríos]. He visto algunos pacientes con casos graves que necesitan ser hospitalizados. Había un hombre, un abuelo, con un desgarre muscular. Permaneció acostado durante dos semanas, luego fue evacuado. No tenemos la capacidad de ayudarlo aquí ahora”, dice Adamenko.
En el equipo de MSF se encuentra una psicóloga, Yulia Korzh, que atiende a más de diez pacientes al día, realiza sesiones de asesoramiento grupal y responde a las solicitudes individuales. Rápidamente se dio cuenta de que muchos de los pacientes que los equipos estaban viendo necesitarían apoyo psicológico.
“En su mayoría eran personas mayores de 60 años. Primero pensé que el apoyo psicológico para esas personas no es necesario porque pueden hacerlo ellas mismas, son fuertes, pueden hacer cualquier cosa. Pero estando aquí, me di cuenta de que necesitan hablar, expresarse, contar sus historias. Y entonces una persona comienza a revelar sus problemas y a buscar lo necesario, comienza a comunicarse más profundamente. Cuando comienzas a comunicarte, te das cuenta de que hay problemas psicológicos que deben abordarse”.
Korzh recuerda a un paciente al que le tuvieron que amputar los dedos. “Sentía un dolor fantasma y se preguntaba cómo iba vivir, cómo iba a trabajar. Es programador y necesita sus dedos para trabajar. Nosotros estábamos buscándole una alternativa para poder encontrar un trabajo, una alternativa que le gustara. Tendrá que vivir sin dedos y adaptarse a esta realidad”.
Las personas están regresando lentamente a Hostomel y se están restableciendo servicios cruciales como el gas, el agua y la electricidad. Las personas voluntarias han limpiado y la ciudad está empezando a volver a la normalidad. La recuperación tomará mucho tiempo y la guerra aún no ha terminado. Pero el personal médico ucraniano continúa abordando las necesidades médicas urgentes y a más largo plazo, incluida la atención en salud mental.
“No estoy sola ahora”, dice la Dra. Yuzvak. “Tenemos un equipo de personas, un equipo médico. Trabajamos juntos. No existe tal cosa como un médico haciendo un trabajo solo. Hoy tenemos una clínica ambulatoria en uno de los centros de salud de la ciudad. Lo limpiamos porque estaba sucio. Había sangre, basura; sellamos las ventanas. El mínimo consuelo que se podría traer a este día, lo hemos traído. Estamos mejorando cada día”.
MSF tiene un proyecto que proporciona atención médica primaria y atención en salud mental a las personas en Hostomel. Médicos Sin Fronteras apoya a cuatro médicos ucranianos. Cada uno atiende alrededor de 20 a 25 pacientes por día.
Nuestra psicóloga también atiende a más de diez pacientes por día, proporciona sesiones grupales y responde a solicitudes individuales. La Dra. Olena Yuzvak también responde a las solicitudes urgentes y remite a los pacientes a los hospitales de Kiev en ambulancia cuando es necesario.