La mayoría de las personas que migran en el planeta lo hacen por razones ambientales y no hay una regulación específica para tratarlos, alertaron especialistas de la UNAM en el conversatorio “Desplazados medioambientales”, que se realizó dentro de las actividades de El Aleph. Festival de Arte y Ciencia, que este año lleva por tema “Las fronteras del Medio Ambiente”.
En 2050, más de 200 millones de personas se podrían ver obligadas a trasladarse dentro de su país o cruzar fronteras por motivos climáticos; incluso durante la próxima década podrían surgir puntos críticos de migración por causas medioambientales, advirtieron los especialistas.
Ursula Oswald Spring, del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, mencionó que existen eventos naturales que provocan muertes y daños a la población más vulnerable.
“En 2020, por ejemplo, vimos que con 28 huracanes se generó un dilema de supervivencia para numerosa gente, la cual no tuvo más remedio que salir de sus lugares de origen para tener acceso a alimentos, agua y algún ingreso”, comentó.
Sequías, huracanes e inundaciones obligan a las personas a abandonar sus territorios.
La especialista añadió que la pobreza aumenta los riesgos: la población indígena, por ejemplo, sufre más por falta de prevención, mitigación, adaptación y resiliencia, y son las desplazadas de ese sector quienes llegan a padecer una quíntuple discriminación por ser mujeres, indígenas, pobres, jóvenes y migrantes.
Economía que devora a la naturaleza
Para Rodrigo Gutiérrez Rivas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas (IIJ), hay una tragedia detrás de esas personas: en su mayoría son pobres y enfrentan con mayor crudeza las modificaciones a sus territorios, debido a las transformaciones climáticas cada vez más acentuadas, que provocan tormentas, huracanes, crecidas de ríos o desgajamientos de montañas.
Los especialistas apuntaron que una de las causas de este problema es “la economía que devora a la naturaleza, que genera la situación que hoy enfrentamos, provocada por aquellos interesados en hacer avanzar las fronteras extractivas sobre territorios que antes no estaban identificados por el radar del capital y que contribuyen a la destrucción del planeta mediante la deforestación, la megaminería tóxica, entre otros”.
Esos actores, dijeron, capturan territorios y los vuelven inhabitables. México, por ejemplo, es el quinto país con mayor deforestación del mundo.
Rosalía Ibarra Sarlat, también del IIJ, aclaró que no se les puede llamar desplazados ni migrantes, puesto que esas personas no están jurídicamente reconocidas: “no se les pueden llamar refugiados porque no encajan en la Convención de Ginebra ni migrantes porque esa condición implicaría un retorno, pero los desplazados de una isla que va a desaparecer por el aumento del nivel del mar no podrán hacerlo”.
La especialista explicó que tampoco es lo mismo un desplazado ambiental que uno climático. El primero lo es es por razones de un accidente industrial, algún fenómeno geológico, como una erupción, la contaminación de un río. Las razones del segundo son consecuencias del cambio climático: elevación del nivel del mar, deshielo, sequía y otras directamente relacionada con el calentamiento global y sus consecuencias.
Entre las medidas que proporcionaron los especialistas para enfrentar el problema se encuentran la mitigación, es decir, contribuir a que los gases de efecto invernadero disminuyan, porque esa es la causa del desplazamiento, así como preparar a las poblaciones y ejecutar planes nacionales de emergencias.