La situación de la población migrante en Reynosa, es cada vez más crítica. Los equipos de Médicos Sin Fronteras (MSF) presentes en la zona han podido comprobar de primera mano la gravedad de la situación.
El desalojo de los últimos habitantes que quedaban en la Plaza de la República a comienzos de mayo, el paso a cuentagotas de personas hacia Estados Unidos por medio de las gestiones de abogados privados y la consecuente llegada cada día de cientos de migrantes más buscando acceder también a esta oportunidad mantienen colapsada la de por sí escasa capacidad existente en la ciudad para atender a esta población.
Sumado a esto, en las últimas semanas han incrementado las tensiones entre los grupos del crimen organizado que disputan el territorio, generando mayores riesgos para la población. A continuación, compartimos los testimonios de dos personas migrantes en Reynosa.
Sus relatos muestran el alto nivel de vulnerabilidad que sufren en la ciudad y las dificultades que enfrentan para acceder a servicios básicos, albergue y seguridad.
José Amílkar Medina, Honduras
Mi nombre es José Amílkar Medina, salí de Honduras el 16 de octubre de 2021. Hace varios meses andamos acá en México, pasamos por Tenosique, Ciudad de México y de ahí viajamos a Reynosa. Estamos esperando si nos aprueban el proceso legal de asilo, no hemos cruzado nunca a Estados Unidos, es la primera vez que estamos por estos lados.
Llevamos 22 días en este albergue de Reynosa con mi esposa, con mi hija y mi padre de 74 años. Estamos preocupados porque nos han dicho que nos van a separar de él, lo han puesto aparte y él es una persona que tiene problemas de tensión, de oído y en la vista, yo soy el que me encargo de cuidarlo. En este tiempo hemos estado enfermos, con gripa y a veces diarrea por la comida. Estamos durmiendo en el piso, nos dieron una carpa y unos cartones para no sentir mucho el frío. No hemos podido conseguir colchonetas para no sentir tanto la piedra del piso. En la noche el calor nos molesta mucho, nos toca abrir la carpa y ahí se mete el sereno y eso es lo que nos da gripa.
La otra noche escuchamos balazos muy cerca al albergue, sentimos desesperación porque no sabíamos lo que estaba pasando, todos nos fuimos a esconder al baño por el miedo de una bala perdida. Venimos huyendo de las balas en mi país, no pensamos que aquí también fuera así y se siente bastante susto. Había muchas personas afuera del albergue y las metieron rápidamente para resguardarse. Hubo mucho caos y miedo. No supimos qué fue lo que pasó.
Yaneth Ortiz, Honduras
Soy Yaneth, tengo 20 años, las pandillas amenazaron de muerte a mi esposo por un negocio que teníamos, nos tenían vigilados, sabían dónde vivíamos, yo estaba embarazada, nos dio miedo que se metieran con nosotros y tuvimos que salir de Honduras. Entré a México en enero de 2021, ha sido muy difícil, personas de migración mexicana nos robaron. Cuando pude cruzar a Estados Unidos iba sola porque sólo pudimos pagar mi cruce, ya iba de cinco meses de embarazo. Del otro lado me detuvieron, nunca me dijeron si estaba bien, sólo me dieron una botellita de agua en casi 12 horas, nunca me vio un doctor, no me dieron nada de información, yo preguntaba y solo me decían que me sentara.
Crucé en la noche y al otro día me aventaron a Reynosa. Llamé a mi hermana, pero no nos pudo ayudar. Yo me desesperé, me sentía mal porque había aguantado hambre, sed, frío, lloré mucho, me dieron nervios porque yo sé que Reynosa es peligroso. En Reynosa pasé por algo horrible, he estado en psicología por eso. Cuando me aventaron a Reynosa, a mi me violaron. No les importó que estaba yo embarazada, eso me afectó mucho, afectó mi embarazo.
Busqué a mi esposo en Monterrey, yo me sentía muy mal de mi embarazo, mi parto se adelantó y mi bebé nació prematura, con muchos problemas de salud. En el hospital me querían cobrar 220,000 pesos mexicanos (10 mil dólares), yo no podía pagar eso, pagábamos los medicamentos y tratamientos de mi bebé que estaba muy mal. No tenía cómo pagar esa deuda, me tuvo que ayudar ACNUR para que no me cobraran esa cantidad. Tuve mucho miedo de que mi bebé muriera, pero ahora ya está mejor.
Fue duro volver a Reynosa después de lo que me ocurrió. Vine porque nuestros amigos me hablaron de este refugio y me contactaron con la encargada. Ella entendió nuestra situación y nos dejó entrar para que estemos seguros, pero este dolor de lo que he vivido sigue presente, a veces quisiera dormir y no despertar, pero mi hija, mi mamá que sigue en Honduras, mis hermanos y mi esposo me ayudan a seguir.