Hace casi tres años, los informes de gente muriendo inexplicablemente en una lejana -y para muchos desconocida- ciudad de China no preocuparon a mucha gente, y mucho menos sospecharon que dicha nueva enfermedad (COVID-19) mataría a casi 6.5 millones de personas en todo el mundo y haría que la economía mundial colapsara.
¿Es posible que esta situación se repita con los reportes de ríos secándose del otro lado del mundo?
Tal vez en esta ocasión no se trate de un virus potencialmente mortal, pero sí de un desastre natural que podría, de nuevo, sacudir la economía mundial: la sequía del Río Yangtsé.
¿Cómo puede suceder esto? Esta semana, algunos medios internacionales dibujaron el nuevo riesgo de que los precios vuelvan a subir en el mundo, otra vez, por un problema en China.
Y es que las fábricas chinas que atienden y surten a empresas de todo el mundo -como Apple- están suplicando protección de su gobierno, pues ante las sequías temen cortes de electricidad.
Esto ya está sucediendo. Hace unos días, varias fábricas en el suroeste de China cerraron después de que las represas utilizadas para generar energía hidroeléctrica se vieran sin agua suficiente debido a una sequía.
“Las temperaturas récord y una severa sequía en el centro-oeste de China paralizaron la generación de energía hidroeléctrica y provocaron el cierre de muchas fábricas, en el último golpe a una economía china que ya tiene un gasto de consumo estancado y un mercado inmobiliario profundamente afectado”, publicó The New York Times.
El texto escrito por el ganador de un Pulitzer, Keith Bradsher, se explica que la provincia de Sichuan, en el centro-oeste de China, una de las bases industriales más pobladas y de rápido crecimiento, normalmente genera más de tres cuartas partes de su electricidad a partir de presas gigantes.
“La temporada de lluvias de verano suele traer tanta agua que Sichuan envía gran parte de su energía hidroeléctrica a ciudades y provincias tan lejanas como Shanghai”, destaca el texto retomado por Jonathan Ruiz Torre en su columna Parteaguas.
Pero en este 2022, una falta casi total de lluvias de verano, junto con temperaturas máximas diurnas que rondan 38 grados centígrados, dejaron ríos y embalses con apenas una fracción de su volumen habitual de agua.
“Las numerosas represas de la gran provincia no pueden generar suficiente electricidad ni para las propias necesidades de Sichuan”, alertó el texto de The New York Times.
Calor y sequía inéditos
Una ola de calor de una intensidad y persistencia inédita en décadas continúa azotando al centro de China, país que emitió este lunes su alerta máxima por altas temperaturas por undécima jornada consecutiva.
El calor afecta con especial virulencia a las provincias del centro y el este del gigante asiático y la cuenca del río, el más largo de China y el tercero del mundo y que recorre el centro del país.
Desde julio, las precipitaciones en la cuenca del río Yangtsé han sido un 40 por ciento inferiores a las del mismo período del año anterior, marcando así un mínimo desde 1961.
Sichuan, la más castigada
La provincia de Sichuan, con una superficie algo superior a la de Suecia y hogar de 84 millones de personas, está experimentando la ola de calor más extrema y la menor cantidad de precipitaciones desde que existen registros, situación que se agrava debido a que la región depende de la producción hidroeléctrica para generar el 80 por ciento de su energía.
Sichuan comenzó la semana pasada a suspender la actividad en numerosas fábricas por el aumento de la demanda de energía y una producción incapaz de asumirla, y las autoridades locales han urgido a los habitantes a que limiten el consumo de electricidad y el uso del aire acondicionado.
Otras regiones chinas han enviado a Sichuan 50 vehículos generadores de emergencia para paliar la insuficiencia de energía.
La agricultura también se ha visto afectada
La escasez de precipitaciones también está afectando a la agricultura: mediados de agosto es un período “clave” para algunos cultivos en el curso medio y bajo del Yangtsé, por lo que la actual sequía “reducirá la cosecha de soja y maíz, entre otros”, declaró a medios locales Sun Shao, experto de la Academia China de Ciencias Meteorológicas.
En la provincia central de Hubei, atravesada por el Yangtsé, alrededor de 220 mil personas han tenido dificultades en el acceso a agua potable en los últimos días y al menos 690 mil hectáreas de tierras de cultivo han resultado dañadas como consecuencia de la sequía, según datos oficiales.
La sequía, que ha causado que capitales provinciales como Nanjing (este) o Nanchang (centro) no hayan visto ni una gota de precipitación este agosto, ha dejado estampas como gente en Chongqing (centro) cruzando en moto el normalmente caudaloso río Jialing, cuyo lecho ha quedado expuesto ante el descenso del nivel del agua, o el desvelo de esculturas budistas de 600 años de antigüedad hasta ahora cubiertas por el agua en esa misma ciudad.
Con información de EFE