Inspectores nucleares de la ONU viajan este miércoles hacia la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania, una esperada misión en plena zona de guerra. Había esperanzas de que la operación pudiera ayudar a reforzar la seguridad de la central y evitar cualquier catástrofe nuclear.
Kiev y Moscú volvieron a acusarse mutuamente de atacar la zona en torno a la central nuclear más grande de Europa, que está bajo control ruso.
La instalación se desconectó temporalmente de la red eléctrica hace poco debido a daños en una línea de transmisión provocados por el fuego. Eso aumentó el temor a que los combates puedan provocar una gran fuga de radiación o incluso una fusión en un reactor. El riesgo es tan alto que las autoridades han empezado a distribuir pastillas de yodo contra la radiación a los habitantes de la zona.
Las autoridades locales respaldadas por Rusia en Zaporiyia afirmaron que fuerzas ucranianas habían lanzado proyectiles hacia el territorio de la planta, lo que incluía ataques con drones al edificio administrativo y el centro de formación de la central.
Por su parte, el gobernador regional ucraniano, Valentyn Reznichenko, dijo que una ciudad al otro lado del río desde la planta había sufrido intenso fuego de artillería durante la noche.
“Esto parece ser un chantaje nuclear a la población local y la sociedad internacional”, dijo Reznichenko en Telegram.
La central, una fuente crucial de energía para Ucrania, está ocupada por fuerzas rusas y manejada por trabajadores ucranianos desde los primeros días de la guerra iniciada hace seis meses.
Ucrania acusa a Rusia de básicamente retener la planta como rehén, almacenar armas allí y lanzar ataques desde sus alrededores, mientras que Moscú acusa a Ucrania de disparar de forma constante hacia el recinto.
Durante meses, mientras proseguían los detalles, el responsable del Organismo Internacional de la Energía Atómica buscó acceso a la planta. Líderes mundiales exigieron que el organismo de supervisión nuclear de Naciones Unidas pudiera inspeccionarla.
Ahora que por fin había un equipo en camino, Rafael Grossi, director de la agencia, dijo que comprendía perfectamente las implicaciones de esta misión sin precedentes.
“Vamos a una zona de guerra. Vamos a territorio ocupado”, dijo Grossi antes de que el grupo saliera de Kiev.
La comitiva tiene “garantías explícitas” de Rusia de que el equipo de 14 expertos podría trabajar allí, señaló.
Las autoridades rusas en Energodar, donde se encuentra la planta, dijeron que los últimos combates no habían dejado víctimas ni provocado fugas de radiactividad.
El reporte no hizo mucho por aliviar el miedo por la seguridad de la misión. Ucrania acusó el martes a las fuerzas rusas de bombardear las carreteras de acceso previstas para llegar a la central, algo que atribuyó a un intento de que la misión cambiara su ruta y pasara por zonas controladas por Rusia.
El mundo seguía con ansiedad el desarrollo de la misión. El responsable de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, reiteró su petición a Rusia de que la zona en torno a la central quedara desmilitarizada.
“Están jugando. Están apostando con la seguridad nuclear”, dijo Borrel a la prensa en la capital checa, Praga. “No podemos librar a juegos de guerra alrededor de un lugar como este”.
El ministro ucraniano de Energía, German Galushchenko, dijo el miércoles que Moscú seguía obstaculizando el proceso. “Tenemos información sobre que ahora intentan ocultar su presencia militar, de modo que deben comprobar todo esto”, añadió, en alusión a la misión.
Kiev ha pedido ayuda internacional para tratar de desmilitarizar la zona.
“Creemos que la misión debe ser un paso muy importante para devolver (la planta) al control del gobierno ucraniano para final de año”, dijo Galushchenko a The Associated Press.
Si todo va bien, los inspectores del OIEA deberían llegar a la región de Zaporiyia, 450 kilómetros al sureste de la capital de Ucrania, más tarde el miércoles. Los expertos podrían tener que pasar por zonas de combate activo, ya que no se ha anunciado un cese el fuego.
Grossi se reunió el lunes con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelenskyy, para comentar la misión, que se espera dure varios días.
En un reporte general sobre el conflicto, la oficina de Zelenskyy dijo el miércoles que se habían oído armas automáticas en las calles de la ciudad sureña de Jersón y afirmó que soldados rusos estaban registrando residencias privadas para buscar partisanos opuestos a la ocupación rusa. Esta semana hubo especulaciones sobre si Ucrania había iniciado una contraofensiva allí.
En el este de Ucrania, cuatro personas murieron y dos resultaron heridas por cohetes en la región de Donetsk en el último día, según la oficina de presidencia.
Por otro lado, la compañía rusa Gazprom cortó el flujo de gas natural a través de un importante gasoducto que llevaba gas a Europa Occidental. La compañía, de control estatal, anunció con antelación la medida, que atribuyó a labores rutinarias de mantenimiento.