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Honduras: mujeres sufren las severas limitaciones a la salud sexual y reproductiva

Los altos índices de embarazos en adolescentes y embarazos no deseados son dos de las consecuencias de las carencias de servicios especializados en esta zona del país.

Médicos Sin Fronteras en Honduras. (MSF). (Laura Aceituno)

Desde hace décadas, Honduras enfrenta limitaciones de acceso a servicios de salud sexual y reproductiva. En el país hay una escasa oferta de diferentes métodos de planificación familiar y, además, existe un vacío en la educación sobre salud sexual y reproductiva en la población adolescente. Esto influye en la incidencia de embarazos en niñas menores de 18 años. Según el Instituto Nacional de Estadística hasta marzo de 2022 el índice de embarazos en adolescentes es del 23 por ciento. También hay un alto número de casos de infecciones de transmisión sexual (ITS), entre otras afectaciones físicas y emocionales.

A principios del año 2000, la Secretaría de Salud (SESAL) de Honduras comenzó a trabajar en una Política Nacional de Salud Sexual y Reproductiva que obliga al Estado hondureño a respetar, proteger y cumplir tales necesidades en la población hondureña. A pesar de estas exigencias, siguen existiendo brechas en los servicios de salud sexual y reproductiva, agravadas por un contexto de alta incidencia de embarazos en adolescentes, falta de control pre y postnatal, escaso acceso a métodos de planificación familiar y de violencia sexual hacia las mujeres.

“En vista de la magnitud de estas necesidades, es urgente que las autoridades del país y a otras organizaciones aumenten sus esfuerzos y amplíen la oferta de servicios en temas de salud sexual y reproductiva en Honduras. Es importante también que en los centros de salud haya disposición de medicamentos y formación de calidad para el personal de salud, y, la urgente aprobación de un Protocolo de Atención Integral a víctimas y sobrevivientes de violencia sexual”, explica Robert López, psicólogo y educador comunitario de Médicos Sin Fronteras (MSF) en este municipio al norte del país.

Adolescentes embarazadas y víctimas de abuso

En el caso de Choloma esta es una necesidad latente porque es alta la cantidad de adolescentes embarazadas que se ven en las comunidades. “Vamos a lugares donde no existen médicos, enfermeros, tampoco hay cultura ni educación en salud sexual y reproductiva. No hay una persona en la comunidad que sepa de primeros auxilios o que sepa para qué sirve cierto medicamento. Mucho menos que pueda guiar en temas de planificación familiar o brindar una consulta prenatal o ginecológica”, continúa López.


Las necesidades son urgentes y por ello MSF brinda atención médica, psicológica y educación comunitaria en temas de salud sexual y reproductiva en Choloma y San Pedro Sula. Los equipos multidisciplinarios, compuestos por una médica, enfermera, psicóloga y educadores comunitarios, visitan diferentes comunidades vulnerables que tienen altos índices de violencia, sobre todo de violencia sexual, y donde hay un alto número de mujeres y adolescentes embarazadas, para ofrecer consultas prenatales, posnatales, de salud mental, planificación familiar, educación comunitaria y promoción de la salud.

Además, a través del equipo de promoción de la salud, se está trabajando en una estrategia de intervención con adolescentes en temas de salud sexual y reproductiva en centros de salud, centros educativos y con la clínica móvil. Esta metodología les permite identificar grupos de adolescentes a quienes les brindan charlas psicoeducativas o terapias grupales para clarificar sus dudas en temas de salud sexual y reproductiva y otras necesidades de salud mental.

Mujeres enfrentadas a múltiples vulnerabilidades

“Cuando tenía 12 años, mi abuelo materno abusó dos veces de mí. Crecí desprotegida y decidí irme de la casa a los 14 años. Siempre me pregunté por qué mi mamá nunca me protegió de eso y tengo un resentimiento con ella por lo que pasó. No tenía quién me aconsejara, y ya a los 17 años tenía a mis primeros dos hijos. Actualmente tengo 33 años y siete hijos”, cuenta María* una mujer que llegó al centro de salud en la aldea La Bueso en busca de un documento para registrar a su hija y coincidió con la clínica móvil de MSF.

En 2021, María fue nuevamente víctima de una violación sexual por una persona desconocida. “No fui al médico después de la violación y la sorpresa mía es que seis meses después me enteré de mi embarazo. Tuve que dar a luz en mi casa, con ayuda de una vecina que es enfermera, porque donde vivo no hay acceso a un centro de salud y no tengo dinero para pagar transporte, mucho menos ir a una clínica privada”, relata.


La historia de María es la de muchas otras mujeres que han sufrido desde temprana edad un abuso o una violación sexual. En los últimos 10 años de intervención de MSF en Honduras se han atendido más de 3 mil 500 casos de violencia sexual basada en género. La mayor parte de estos hechos son perpetuados por un familiar cercano, la pareja o alguien desconocido. La mayoría de las veces, estas mujeres tampoco identifican qué hacer en caso de una violación sexual.

Mientras María esperaba el documento que requería, una de las educadoras del equipo comunitario la abordó para ofrecerle los servicios de MSF. Consciente de sus necesidades económicas y lo que implica sostener un hijo o hija, decidió aplicarse un método de planificación familiar eficaz. “En el pasado tuve que atravesar muchas cosas, tuve relaciones sexuales por dinero, y ahora tengo este montón de hijos habiendo tantos métodos. Solo con el hecho de poder aplicarme un método de planificación familiar de manera gratuita me da tranquilidad”, expresa María.

Poca consejería, consecuencias graves

Como explica Robert López, “la vulnerabilidad también se refleja en el vacío existente en cuanto a la consejería o acompañamiento sobre el uso de métodos de planificación familiar, tanto en mujeres adultas como en adolescentes. Algunas de ellas no tienen conocimiento de estos métodos ni de las consecuencias de las relaciones sexuales tempranas sin protección”. En los últimos 10 meses, el equipo de MSF en Choloma ha hecho entrega de más de 690 métodos de planificación familiar en 15 comunidades diferentes.

Durante la conversación con la educadora, María también reconoció la carga emocional que trae desde su infancia y cómo esto le está afectando en su trabajo y la relación con sus hijos. “Realmente necesito la ayuda psicológica, no tengo dinero para pagar una psicóloga. Con mi actual trabajo gano mil 400 lempiras –unos 58 dólares- y la mayoría se me va en la comida de la bebé. Estoy consciente de que necesito este apoyo porque vengo arrastrando muchas cosas del pasado”, comenta María.

Una inadecuada educación en salud sexual y reproductiva puede traer el deterioro en la salud mental de las mujeres, adolescentes y niñas. Entre las necesidades identificadas por las clínicas móviles está el urgente acompañamiento psicológico. En el periodo mencionado, el equipo ha realizado más de 739 consultas de salud mental. Los principales diagnósticos han sido depresión, ansiedad, duelo, reacción aguda al estrés, psicosis crónica, epilepsia, trastorno bipolar; estrés postraumático y problemas de comportamiento en niños.

En estos lugares donde se interviene, es común ver a niñas, adolescentes y mujeres que intentan aclarar sus dudas, solicitando algunos de los servicios que ofrece MSF. Los equipos comunitarios, además de hablar de la importancia de la prevención, planificación y del autocuidado, priorizan también en la enseñanza de la eliminación de los estigmas y prejuicios hacia estas personas.

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