SANTIAGO (AP) — Al atardecer del domingo empezaron a cerrar en Chile las primeras mesas de votación del plebiscito que decidirá si el país sudamericano tendrá una nueva y transformadora constitución o seguirá con la conservadora carta magna impuesta por la dictadura militar hace 41 años.
Las primeras mesas en cerrar fueron las que no tenían electores esperando sufragar al final de un día en que los comicios se desarrollaron en absoluta tranquilidad.
Los conteos de votos partieron, como es tradicional, en presencia de vocales, apoderados de mesas y del público que seguía el recuento en medio de gritos a favor del “Apruebo” a la nueva carta magna o de los vivas al “Rechazo” impulsado por la oposición derechista y un sector de la centroizquierda que buscan que siga vigente la actual constitución.
Entre el público que seguía los primeros recuentos había un padre y su hija que disfrutaban el proceso. Andrea Navarrete, una diseñadora gráfica de 27 años, dijo a The Associated Press que “es algo emocionante, sobre todo cuando es un proceso que define tantas cosas”.
Los primeros recuentos se realizaron en Punta Arenas, 3.000 kilómetros al sur de la capital chilena, en mesas que cerraron una hora antes que el resto del país porque tiene una hora menos.
Cuando el autónomo Servicio Electoral (SERVEL) entregue su recuento de votos final, se espera que el presidente Gabriel Boric, que comprometió su gobierno con el “Apruebo”, hable al país, cualquiera sea la opción que triunfe.
La votación final la entregará el Tribunal Calificador de Elecciones (TRICEL), para lo cual puede tomarse hasta un mes, aunque tradicionalmente los recuento del SERVEL y el TRICEL difieren tan poco que prácticamente no se altera el porcentaje inicial.
Analistas y políticos locales coinciden en que debería ser un mensaje de unidad, porque el plebiscito polarizó al máximo a los chilenos.
Boric ha anticipado que de ganar el “Rechazo” enviará al Congreso un proyecto de ley para convocar a una nueva convención para que redacte otra carta magna, que sería sometida a otra consulta. Hay que empezar “todo de nuevo”, dijo.
Las últimas encuestas conocidas indicaban que el “Rechazo”, impulsado por la oposición derechista y un sector de la centroizquierda, ganaría por un margen estrecho al “Apruebo”, respaldado por el oficialismo.
La consulta de esta jornada surgió de un plebiscito en 2020 en el que el 78% del electorado decidió que quería una nueva constitución. Fue la salida institucional a una violenta revuelta social en 2019 contra las desigualdades sociales, principalmente en salud, educación y pensiones.
El texto en consulta fue redactado por una convención constitucional paritaria electa democráticamente, entre candidatos que se presentaron como independientes. De los 154 miembros, 118 eran de izquierda y 37 de derecha. Es la primera carta magna escrita por un grupo paritario.
Si es aprobada, Chile será un Estado social de derecho y plurinacional que reconoce los sistemas judiciales indígenas y sus autonomías territoriales, cuyas limitaciones serán fijadas por futuras leyes.
Los amplios derechos indígenas y los cambios al Poder Judicial, en el que en su órgano rector los jueces serán minoría, son algunos de los artículos más resistidos por la oposición derechista y un sector de la centroizquierda que llamaron a votar por el “Rechazo”.
Cualquiera sea la opción que gane, la constitución será sometida a una serie de reformas a las que se comprometieron tanto el oficialismo como la oposición, que serán resueltas en el Congreso donde ambos sectores controlan en mitades iguales el Senado pero carecen de mayoría en la Cámara de Diputados, por lo que estarán obligados a alcanzar acuerdos políticos.