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¿Cuándo y dónde van a enterrar a la reina Isabel II?

Luego de cuatro días en el salón de Westminster, Isabel II descansará en la parte trasera de su residencia principal en el castillo de Windsor.

Los restos de al reina Isabel II, quien falleció el 8 de septiembre, salieron este miércoles del Palacio de Buckingham hacia el salón de Westminster, donde se quedará por los siguientes cuatro días para ser despedida por los ciudadanos del Reino Unido, para luego ser enterrada en la Capilla de San Jorge.

Según informó la BBC, los restos de Isabel II fueron colocados en el salón Westminster sobre una plataforma elevada, conocida como catafalco. Ahí se espera que cientos de miles de personas despidan a la reina hasta el lunes, cuando sea retirada para que se le realice un funeral de Estado.

Dicho funeral será llevado también en Westminster, solo que será en la abadía, iglesia ubicada a unos metros del salón donde la gente se despide actualmente de Isabel II.

En el evento serán invitados miembros de la familia real, así como primeros ministros, autoridades del Reino Unido y jefes de Estado de todo el mundo, incluido probablemente el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, que irá en representación de México.

Posterior a este evento, el cuerpo de la reina Isabel II finalmente será llevado a donde será su entierro.

Capilla de San Jorge, el lugar donde descansarán los restos de Isabel II

Una vez terminado el funeral de Estado, los restos de la mandataria viajarán al castillo de Windsor, donde se ubica la capilla de San Jorge, sitio donde Isabel II descansará junto a otros reyes de que gobernaron anteriormente el Reino Unidos y otros países del mundo.


El castillo de Windsor era la residencia principal de Isabel II, y será su última morada. En la capilla hay una bóveda, lugar en el que se almacenará el cuerpo mientras canta el coro y finalmente se espera un servicio de entierro religioso.

Esperan filas de más de 30 horas para despedir a Isabel II

Entre 24 y 30 horas de espera para ser los primeros en ver el féretro de la reina Isabel II. Una odisea que no frenó el ímpetu de miles de personas que se arremolinaron en torno al Embarcadero Albert de Londres para conseguir un sitio en la preciada cola, a la que no venció ni el paso del tiempo, ni el sudor ni las lágrimas.

Las orillas del río Támesis se convirtieron en el lugar de peregrinación de los que pretenden entrar los primeros al salón Westminster para presentar sus respetos a la capilla ardiente de Isabel II.

”Es el momento para estar aquí”, dijo una de las primeras curiosas que cruzaba el puente de Westminster por la mañana para dirigirse a la cola. “No vamos a tener otra reina, teníamos que venir”, aseguró, igual que dos mujeres llegadas desde el norte de Inglaterra especialmente para la ocasión.

”Hemos llevado flores a Green Park y ahora nos hemos venido aquí. Solo podemos estar un día, así que esperamos entrar”, apostilló una de ellas.

Su pronóstico era más optimista que los que dejen para última hora unirse a la fila. El Gobierno británico ha augurado hasta 30 horas de espera para aquellas personas que lleguen al final de una hilera que se espera que alcance las 15 kilómetros de longitud y que prácticamente cruce el centro de Londres por la circunvalación del Támesis.

El cansancio era visible en la cara de la gente que aguardaba cerca del puente de Lambreth, como lo era también las miradas de esperanza y alegría cuando los voluntarios comenzaron a repartir las pulseras que dan luz verde al acceso a la capilla ardiente. Estos brazaletes comenzaron con el color amarillo y con un número distintivo en ellos e irán variando con el paso de las horas y los días, para evitar escenas como las ocurridas en Edimburgo, cuando una mujer llegó a acumular siete pulseras para pasar siete veces a ver a la reina.

Eso no pasará en el ala más antigua del Parlamento, donde reposará el féretro. Ese es el punto final de la aventura que emprendió Anthony con su mujer y su hijo, desplazados desde el este de Inglaterra, que apenas han podido dormir por la noche debido a la copiosa lluvia que cayó sobre la capital británica y que obligó a muchos a recurrir a chubasqueros y tiendas de campaña que quedaron inservibles tras el chaparrón.

“No ha sido fácil, pero merecerá la pena. También habíamos traído flores, pero no nos dejarán pasar con ellas”, aseguró. Y no le falta razón, porque las medidas de seguridad que rodearan al féretro de la reina son similares a las de un control de aeropuerto.

El Gobierno ha recomendado que no se utilicen sillas plegables, puesto que la cola no parará de avanzar. Recomiendan las autoridades también que traigan, para la espera, agua, comida, medicamentos (si los necesitaran) y cargadores portátiles de móvil.

No se podrá pasar a la instancia con botellas de agua no transparentes, ni pancartas, símbolos polémicos, objetos punzantes, ni flores o tributos. Tampoco se podrán hacer fotografías ni grabar vídeos, y se pide a todos los asistentes que guarden silencio durante su paso por Westminster.

“Espero que todo el mundo respete este momento, estén o no a favor de la monarquía. Ha sido una persona (Isabel II) muy importante para todos”, manifestó Jennifer, nacida y criada en Londres y visiblemente emocionada por el momento histórico que va presenciar.

Con información de BBC y EFE.

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