Médicos Sin Fronteras (MSF) critica el impacto médico-humanitario que las políticas migratorias hostiles de Lituania están teniendo en las personas que se desplazan y el uso de prácticas inhumanas como las devoluciones en caliente en respuesta a las personas que buscan seguridad.
Son numerosos los casos en los que las autoridades lituanas han devuelto por la fuerza a las personas migrantes y refugiadas a Bielorrusia, lo que supone la violación de sus derechos. El Servicio Estatal de Guardia de Fronteras de Lituania afirma públicamente haber realizado miles de expulsiones en la frontera desde principios de año.
“Es inaceptable que el Gobierno lituano intente normalizar este maltrato y la negación de derechos como parte de su respuesta al movimiento de personas desesperadas que han huido en busca de seguridad y una vida mejor”, afirma Georgina Brown, coordinadora de MSF en Lituania. “Las personas que se desplazan en Lituania tienen derecho a un trato digno y humano, incluyendo la seguridad y la protección internacional. Y, sin embargo, sabemos que a muchas de ellas se les niega todo esto y, en cambio, se encuentran varadas, aisladas y maltratadas”, añade la responsable de MSF en el país báltico.
Algunas personas contaron a MSF haber sufrido repetidas expulsiones exprés de un lado a otro de la frontera durante días, o incluso semanas.
“Durante 30 días, no nos establecimos en un solo lugar. Fuimos adelante y atrás unas diez veces entre Bielorrusia y Lituania. Los guardias no paraban de trasladarnos de un lado a otro, de acá para allá. Cuando nos capturaban, nos daban algo de comida en lata que estaba caducada y seca. Y aun así, ni siquiera podía comerla, la guardaba para mis hijos. Luego nos metían en coches y nos llevaban de vuelta a la frontera. Era como el gato y ratón. Estaba traumatizada y solo deseaba ir a cualquier lugar donde encontrara refugio para poner fin a nuestro sufrimiento”, narró una mujer a MSF.
Estas continuas devoluciones agravan la angustia y el trauma que sufren las personas migrantes y solicitantes de asilo en las fronteras de la Unión Europea (UE).
“Las personas que ya se enfrentaron a varios traumas, como la violencia sexual y la tortura en sus países de origen, se enfrentan ahora al nuevo trauma de las devoluciones violentas. Se sienten como si fueran cazadas y perseguidas a través de la frontera una y otra vez. Esto les provoca una sensación de deshumanización y un nivel de estrés y ansiedad aún mayor”, explica Heidi Berg, psicóloga de MSF en Lituania.
El miedo a ser detectadas y rechazadas también lleva a estas personas a intentar cruzar a Lituania a través de zonas aisladas sin acceso a las necesidades básicas ni a la ayuda médica. Los equipos médicos de MSF en Lituania han atendido a personas por afecciones de la piel y de las extremidades inferiores tras recorrer largas distancias a través de bosques y pantanos, así como a familias y personas agotadas que han dormido en el suelo, expuestas a la intemperie, a menudo sin ropa ni calzado adecuados.
Los equipos de MSF tienen conocimiento de personas que han contraído problemas gastrointestinales tras verse obligadas a comer bayas y plantas y que han enfermado por beber agua de los pantanos a causa del hambre, la sed y la desesperación.
A medida que se acerca el invierno, MSF está alarmada por las consecuencias aún más graves para la salud física y mental de las personas sometidas a este maltrato.
Las hostiles políticas migratorias de Lituania son un ejemplo más de un Estado miembro de la UE que crea deliberadamente condiciones inseguras para las personas que buscan asilo en sus fronteras. La falta de rutas legales y seguras hacen que estas personas no tengan otra opción que seguir emprendiendo viajes desesperados hacia donde crean que pueden buscar protección internacional, seguridad y un futuro mejor, sin importar el riesgo o la falta de acogida a la que se enfrentarán. El gobierno de Lituania debe dejar de alinearse con este tipo de respuestas violentas y abusivas.
“La gente ha huido del conflicto, la persecución y el peligro con poco más que la ropa que llevaba puesta en busca de protección internacional. Los padres y madres han traído a sus hijas e hijos pequeños y las personas con enfermedades crónicas han soportado viajes difíciles. Las devoluciones, las vallas y otros esfuerzos de disuasión inhumanos no los detendrán. A medida que se acerca el invierno y bajan las temperaturas en las zonas fronterizas boscosas, las autoridades lituanas deben poner fin urgentemente a estas crueles prácticas y responder con humanidad a las necesidades de quienes intentan entrar en el país”, concluye Georgina Brown.