Xi Jinping llenó los órganos de Gobierno más poderosos de China con aliados suyos y aseguró su tercer mandato -un récord-, rompiendo así con el modelo de liderazgo colectivo con el que ‘el dragón asiático’ se convirtió en la segunda economía más grande del mundo.
Xi, de 69 años, instaló a seis aliados de su confianza en el supremo comité permanente del Politburó, colocando a Li Qiang, su exjefe de Gabinete, en línea para convertirse en el próximo primer ministro.
Los asociados con otros campos no lograron asegurar ninguna posición de poder, y el vice primer ministro Hu Chunhua quedó fuera del agrandado Politburó de 24 miembros.
El alcance de los cambios superó todas las predicciones de una victoria de Xi en el Congreso del Partido Comunista que se celebra dos veces por década. La medida coloca efectivamente a un grupo de ayudantes leales de Xi en puestos clave en todo el gobierno, eliminando así la división entre el partido y el Estado, instituida tras el caótico gobierno de Ma Zedong.
“El poder bajo un solo hombre es ya una realidad”, dijo Hui Feng, coautor de El ascenso del Banco Popular de China y profesor en la Universidad Griffith en Australia. “Incluso quién se convertirá en primer ministro ya no es relevante. Las políticas económicas serán menos tecnocráticas y sucumbirán a cuestiones políticas. China está realmente en una nueva era”.
El anuncio es la última muestra de un creciente énfasis en la ideología sobre el pragmatismo en la formulación de las políticas chinas, con menos voces de liderazgo cuestionando la política de COVID cero; un control más estricto sobre el sector privado, y una política exterior más asertiva promovidas por Xi Jinping.
Los cambios también afirmaron el perfil de una China en una dirección más conservadora, pues por primera vez en 25 años no hay una sola mujer en el Politburó.
Xi quiere ‘todo el poder’
El ascenso de Li Qiang al puesto de primer ministro erosionará aún más la separación entre el Partido Comunista y el Gobierno y subrayará el dominio de Xi después de una década en el poder. A principios de este año, el líder del partido en Shanghái cerró el centro financiero durante dos meses luego de uno de los mayores brotes de COVID que ‘vencieron’ las medidas impuestas por Xi.
El congreso del Partido Comunista estuvo marcado por un par de eventos que resaltaron la ansiedad provocada por lo que parece un mandato sin límites para Xi Jinping: protestas públicas contra el presidente en Beijing y el que Hu Jintao, exmandatario del país, fuera sacado del salón de sesiones debido a “problemas de salud”, según lo informando por la prensa estatal china.
Xi reemplazó con aliados a cuatro de los siete miembros del supremo comité permanente del Politburó, incluyendo al secretario del partido Cai Qi; el actual jefe de gabinete, Ding Xuexiang; y el líder del partido en Guangdong, Li Xi. Solo Zhao Leji, zar anticorrupción,y Wang Huning, jefe de la Secretaría del partido, fueron renovados en el grupo.
La nueva alineación se produjo un día después de que el primer ministro Li Keqiang y el principal asesor político Wang Yang, ninguno de los cuales es visto como cercano a Xi Jinping, fueran removidos de las filas de liderazgo del partido.
Xi impulsó nuevas reglas del partido el mes pasado que permiten hacer a un lado a funcionarios quienes muestran actitudes ambiguas en cuestiones importantes relacionadas con el liderazgo del partido.
Xi ahora está rodeado de personas que le son intensamente leales, consideró Drew Thompson, investigador de la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Singapur.
“Todos están absolutamente enfocados en lograr los objetivos políticos de Xi, ya sea proporcionando seguridad política para el partido o manteniendo la posición de Xi, a casi cualquier costo.”, advirtió.