La cifra de muertos del ataque ruso contra un edificio de apartamentos en la ciudad de Dnipro, en el sureste de Ucrania, subió el lunes a 40 personas, según las autoridades, mientras analistas occidentales identificaban indicios de que el Kremlin se prepara para una larga guerra en Ucrania tras casi 11 meses de combates.
Entre las víctimas del ataque del sábado al edificio residencial de varias plantas había dos niños, según la Policía Nacional ucraniana, y había otros 15 niños entre los 75 heridos. Las labores de búsqueda y rescate continuaban, señaló la policía. Por el momento se había sacado de entre los escombros a 39 personas, incluidos seis niños. Además, se reportan 30 desaparecidos.
Unas mil 700 personas vivían en el edificio de varias plantas, y los vecinos dijeron que no había instalaciones militares en el lugar. La cifra reportada de muertos lo convertía en el ataque más mortal en un solo lugar desde un bombardeo el 30 de septiembre en la región ucraniana de Zaporiyia.
El jefe de política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, describió el ataque y otros similares como una “agresión inhumana” porque iba dirigido contra civiles. “No habrá impunidad por estos crímenes”, tuiteó el domingo.
Cuando se le preguntó el lunes por el suceso, el portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, dijo que el ejército ruso no ataca edificios residenciales y sugirió que el bloque en Dnipro podría haber sido alcanzado por fuego antiaéreo ucraniano. El ejército ucraniano dijo el domingo que no tiene los medios de interceptar misiles como el proyectil ruso empleado en el ataque del sábado.
El ataque formaba parte de una importante ofensiva de misiles de crucero rusos en distintos lugares de Ucrania.
Rusia ha reanudado los ataques aéreos generalizados mientras continúan los intensos combates en la provincia oriental de Donetsk, donde el ejército ruso afirma haber tomado la pequeña localidad minera de Soledar, aunque Ucrania afirma que sus tropas siguen combatiendo. No era posible verificar la situación de forma independiente.
Donetsk y la vecina provincia de Luhansk forman el Donbás, una amplia región industrial que limita con Rusia y que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, señaló como prioridad desde el inicio de la guerra. Separatistas con apoyo de Moscú combaten a las fuerzas de Kiev en la zona desde 2014.
Por su parte, las fuerzas aéreas de Rusia y Bielorrusia comenzaron maniobras conjuntas en Bielorrusia que durarían hasta el 1 de febrero, según el Ministerio bielorruso de Defensa. Rusia envió aviones de combate a Bielorrusia para los ejercicios.
El Institute for the Study of War, un grupo de estudios con sede en Washington, informó de indicios de que el Kremlin toma medidas para convertir su invasión en Ucrania en “una gran guerra convencional”.
“Probablemente el Kremlin se prepara para realizar una acción estratégica decisiva en los próximos seis meses dirigida a recuperar la iniciativa y poner fin a la actual serie de éxitos operativos de Ucrania”, indicó el Institute for the Study of War en un reporte el domingo por la noche.
El grupo señaló a reportes que apuntan a que el mando militar ruso hace “preparativos serios” de una campaña ampliada de movilización que retendría al personal ya movilizado para usos futuros, además de ampliar su producción industrial militar y reestructurar su cadena de mando.
Eso implica que los aliados occidentales de Ucrania “tendrán que seguir apoyando a Ucrania en el largo plazo”, añadió el centro.
En los últimos días, los países miembros de la OTAN han intentado asegurar a Ucrania que mantendrán el rumbo. Gran Bretaña ha prometido enviar tanques y el ejército estadounidense inició el domingo en Alemania una nueva instrucción de combate para fuerzas ucranianas.