Las acciones de Tupperware cayeron un 49 por ciento este lunes 10 de abril. Se trata de la mayor caída registrada en su historia, que bastó para alcanzar un mínimo histórico después de que la compañía dijera que contrató asesores financieros “para ayudar a mejorar su estructura de capital y remediar sus dudas sobre su capacidad para continuar”.
Tupperware experimentó un aumento vertiginoso durante el primer año de la pandemia de COVID-19, casi triplicándose en 2020, ya que el bloqueo impulsó las ventas de utensilios de cocina. Ha caído en tiempos más difíciles desde entonces. En noviembre, la compañía anunció una empresa en marcha sobre su futuro e informó ganancias decepcionantes, lo que hizo que las acciones bajaran. Ahora, con los icónicos asesores de contratación de marcas, los inversores se han asustado aún más.
La empresa está trabajando con Moelis y Kirkland & Ellis para explorar opciones para su deuda a largo plazo de casi 700 millones de dólares, informó Bloomberg. La compañía está tomando medidas para mejorar su posición de liquidez, que incluyen discusiones con posibles inversionistas o socios financieros, dijo. Y está analizando su cartera de bienes raíces en busca de oportunidades para optimizar la empresa y tener más efectivo disponible.
Se sabe que Tupperware no presentó su 10-K para 2022, lo que probablemente lo pone en violación de los convenios de la línea de crédito. La empresa también tiene limitaciones de efectivo debido a los mayores costos de interés y el momento de las acciones de reingeniería.
Los orígenes de Tupperware se remontan a las visperas de la Segunda Guerra Mundial, cuando Earl Silas Tupper, ingeniero químico de Berlín, inventó el material que hoy día es característico en la marca de trastes.
Para materializar su experimento necesitaba de plástico, pero por el contexto de la guerra era complicado, así que creó el plástico de los tuppers a través de desecho de polietileno, un residuo de la refinación del petróleo, negro, duro y casi imposible de trabajar.
Con el paso de los años, el científico le dio a la marca un sello para que los tuppers fueran resistentes y no se abrieran, lo que conservaba los líquidos que llevaban las personas a la calle, además de conservar los alimentos. Esto hizo que la marca se popularizara rumbo a la segunda mitad del siglo XX.